lunes, 30 de marzo de 2009

Ordenación de mujeres

Las feministas exaltadas e insaciables acabarán tocadas de los nervios por sus contradicciones. Más que la defensa de unos derechos discutibles del sexo hembra de la raza humana, parecen intentar que las mujeres sean un género aparte sin su correspondiente masculino, como si fueran amebas, o ese género humano imaginario y primitivo del que habla Platón, cuyos individuos, del mismo o de distinto sexo, estaban unidos por la espalda hasta que los dioses decidieron separarlos para siempre y que cada cual buscara inútilmente su otra mitad. La naturaleza ha puesto las cosas de maneta tan necesaria como injusta y no vamos a darle lecciones. A las feministas se las supone de izquierda, otra contradicción porque en el cuerpo humano el sexo está lejos del cerebro y tienen funciones diferentes, aunque se influyan. Ya son iguales ante la Ley las mujeres y los hombres, la máxima igualdad posible. Otras son del imaginario.

Al ser de izquierdas se las supone también pacifistas, aunque tampoco tenga nada que ver, pero no han parado hasta que les han dado un arma y las han mandado a las guerras de paz que el gobierno de España tiene empeñadas en el mundo y, para llamar la atención de la progresía, se ha nombrado a una mujer ministra de Defensa. Al ser feministas, pacifistas y de izquierda, valgan las redundancias, se las supone asimismo laicistas, pero hoy, solemnidad de la Anunciación del Señor, es el Día de la Plegaria por la Ordenación de la Mujer, un campo en el que todavía no ha tenido entrada. Cada vez que una mujer es ordenada sacerdotisa u obispesa en el anglicanismo, aumenta el número de anglicanos que se convierten al catolicismo. A los católicos nos queda la Iglesia Ortodoxa cuando suceda lo propio en la Católica, si alguna vez sucede. Dios no lo permita. No tendremos demasiados escollos doctrinales.

Esto vendrá de Estados Unidos, como todas las falacias del progresismo hipócrita, desde que se creó aquel movimiento para traducir la Biblia al lenguaje políticamente correcto, otro invento americano, y a Dios se le dio también nombre femenino, a pesar de que los espíritus puros no tienen sexo. Si a Dios, a los ángeles y a otros espíritus celestes se le dan nombres masculinos hay que entenderlos como un convencionalismo neutro, lo mismo que hay coros de la jerarquía arcangélica (las virtudes, las potestades y las dominaciones) con nombres femeninos igualmente asexuados y neutros. No es bueno romper las tradiciones que han resultado beneficiosas durante siglos. Las sociedades no se dan a sí mismas ordenamientos caprichosos, sino los que en cada momento histórico necesita para su buen funcionamiento. Ya hubo sacerdotisas en la Antigüedad, pero bajo la autoridad de un sacerdote. Si se ha mantenido así hasta ahora, habrá que estudiar bien por qué antes de tomar decisiones inconvenientes.

Francisco Bejarano|Diario de Jerez

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