martes, 23 de diciembre de 2008

Discursos de Morella




PALABRAS PRONUNCIADAS POR JOSÉ MONZONÍS, PRESIDENTE ADJUNTO DE LA CTC DEL REINO DE VALENCIA ANTE EL MONUMENTO A CABRERA EN MORELLA EL 7 DE DICIEMBRE DE 2008


Amigos carlistas:


Gracias a todos por estar aquí, a pesar de la distancia y del clima. Gracias a los Carlistas de Morella por acogernos y a la Junta de la CTC de Castellón por tomar la iniciativa de este acto. Juntos de nuevo recordando nuestras raíces: la defensa de un orden político legítimo. Rindiendo homenaje a los que ofrecieron sus vidas desde 1833 por unas lealtades y unos principios que siguen vigentes. Y proponiendo a la España de hoy una manera de organizar la sociedad más justa, más libre.

Algunos se escandalizarán de nuestra corona de laurel ante la estatua de Cabrera porque los dos últimos años de su vida están fuera de la historia carlista. Nuestro Cabrera es el aquí representado, al frente de sus voluntarios, dedicando su valor y su esfuerzo al servicio del Rey. Entusiasmando a sus seguidores. Llegando a ser el jefe del partido carlista. Ayudando con iniciativas políticas y con recursos económicos cuando ya no podía hacerlo con las armas. Con sus aciertos y errores. Desde 1833 a 1875, Cabrera es un referente carlista. Y esos cincuenta y dos años de servicio merecen nuestra gratitud y nuestra memoria. Como los de tantos otros que han compartido nuestra Causa, aunque antes o después hayan seguido otros compromisos.

Nuestra memoria histórica no es como la que ahora nos imponen. No nos mueve el odio ni la revancha. No pasamos factura de nuestros muertos. Queremos una España en paz y con sitio para todos. Pero con los valores que la hicieron grande. Sin terror en la calle y sin miedo en el poder. Sin tener que pedir perdón por sentirnos españoles, valencianos, catalanes, aragoneses. Sin expulsar a Dios de la esfera pública. Aceptando a quienes vienen buscando trabajo y pan desde la geografía del hambre, en la medida en que esas nuevas aportaciones demográficas y culturales no pongan en peligro la supervivencia y la identidad de España.

Y si ha llegado la hora de apretarnos el cinturón, que la crisis se reparta entre todos. No entre los mismos de siempre. Si España es pobre, vivan pobremente el Rey y sus ministros, decía Carlos VII. Que se acabe la cultura de la subvención y el enchufe. Que se recorte el censo de políticos y burócratas de nómina. Que termine el uso del presupuesto para fomentar el clientelismo. Que la sociedad viva por sí misma. Que la acción del estado sea subsidiaria. Que los partidos y los sindicatos se mantengan por sus afiliados. Que el cine, el teatro, las artes y las publicaciones dependan de sus clientes. Que se atienda a los que menos pueden, empezando por los no nacidos. Que no se corrompa a nuestros hijos por orden del que manda. Que el poder no inyecte en el pueblo sus valores con el dinero de todos. Que las fuerzas armadas dejen de ser una ONG al servicio del mundialismo. Que la monarquía deje de hacer el ridículo y recupere la dignidad que dio gloria a España.

Esas y otras metas se obtendrán cuando Dios, la Patria, los Fueros y el Rey vuelvan a ser relevantes en la política española.

Bienvenidos en nombre de la Comunión Tradicionalista Carlista del Reino de Valencia.

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! ¡Viva el Rey legítimo!




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PALABRAS DE JOSÉ MIGUEL ORTS, PRESIDENTE DE LA CTC DEL REINO DE VALENCIA, EN MORELLA EL 7.XII.2008


Carlistas:

Dios nos ha permitido reunirnos en Morella a los 175 años de la eclosión histórica del carlismo. Por eso esta mañana le hemos dado gracias y hemos rogado por tantos que se han quedado en el camino, unos famosos, la mayoría anónimos. Anónimos menos para Dios. Abatidos unos en los campos de batalla, ante los piquetes de ejecución otros, torturados y asesinados, mutilados, exiliados, arruinados, perseguidos A los ojos de los hombres, fracasados. Y la causa a la que dedicaron sus esfuerzos, uno de tantos proyectos políticos derrotados, que sólo interesan a los que investigan el pasado en los viejos documentos. Sangre vertida para nada.

Sin embargo, en un plano transcendente, profesamos una fe que nos hace creer en el poder redentor del sufrimiento si se une a la pasión de Cristo, solo y abandonado en la cruz, pero después resucitado y glorioso. No es masoquismo estéril. Ni una sola lágrima será en vano. Triunfaremos y reinaremos con Él. Pero en línea con ese Reino, nuestra empresa es contingente, de este mundo. Es fruto de nuestro esfuerzo.

Por ello el carlismo sigue vivo. Y vive porque no es historia cerrada, sino tradición: progreso acumulado, misión que transciende las generaciones. Bandera que hunde sus raíces en la experiencia y en la fe y de ellas saca lecciones que aplica a la política como servicio al bien común, adaptándose a los signos de los tiempos. Unas veces ha sido llama, otras brasa. Pero cuando las necesidades de la Patria lo exigen y las circunstancias lo permiten, de esas cenizas surge de nuevo el Ave Fénix. Con un renacer que asombra a los que sólo analizan el acontecer humano en función de la economía.

En Morella sabéis mucho de las diferentes fases por las que ha pasado el Carlismo. Y del empeño por mantener las lealtades a pesar de la adversidad. Hasta hace poco estaba entre nosotros Ángel Querol Royo, referente carlista, que continúa presente en nuestros corazones y su hueco en el tajo de la labor política, está cubierto por su hijo José, sin cuya colaboración este acto no hubiera sido posible. El coronel Alfredo de la Figuera es otro ejemplo vivo de lealtad. Sin él tampoco estaríamos aquí, en su casa. A él se debe el impulso del monumento a Cabrera, tomando como instrumento legal el Círculo Cultural Aparisi y Guijarro.

Cabrera es el paradigma, desde 1833 en que dejó el seminario por la guerrilla hasta 1875 en que, cansado y decepcionado, reconoció a la usurpación nuevamente entronizada por un golpe de estado. Llegó a ser la máxima figura militar y política de la España carlista y sirvió a tres reyes, con su espada, su consejo y su fortuna. Tuvo a sus órdenes a catalanes, valencianos y aragoneses. Y todos se sentían unidos en torno a la Patria y al Rey. Los que invocan sus dos últimos años de vida para denigrarle, se habían de tentar la ropa antes de emitir juicios. La nuestra es una comunión de hombres libres, con puertas abiertas para entrar y salir. Bienvenidos los que se unen a ella procedentes de otros campos. Despedida sin rencor a quien busca metas que el carlismo no le da. No existe un ADN específico del carlista. Ni somos una secta que impone creencias o servidumbres que no estén al alcance de cualquiera. Es cuestión de prioridades. El que hace más daño es el que, desde dentro aparentemente, desvirtúa y corrompe el sentido de la Causa. El que se inventa una ideología de laboratorio desarraigada de la evolución natural y reescribe nuestra historia desfigurándola. El que paraliza las formas y el contenido del carlismo en fechas y marcos ya pasados y vincula la causa a querellas intraeclesiales ajenas al ámbito político.

Cuando en 1931 la dinastía liberal entregó España a la República, y la República la llevó al caos, el carlismo, muerto y sepultado para muchos, volvió a encarnar el alma de la Patria que se resiste a desaparecer. Resucitó en toda la geografía española. Y volvió a luchar en los mítines, en las calles, en las instituciones. Finalmente no hubo otro remedio, de nuevo, que la guerra. Y a la guerra fue la Comunión Tradicionalista en 1936, sin buscar el poder como partido. En el frente y en las trincheras, lejos de los trapicheos y los ajustes de cuentas de la retaguardia. Por Dios y por España, como reconoció la Iglesia de entonces, víctima de la persecución religiosa y no beligerante. Con un pacto de mínimos, que no se cumplió.


Antes de cesar las hostilidades, los requetés, decisivos en el triunfo militar, fueron integrados en el partido único por decreto. El nuevo régimen se maquilló con el Oriamendi, las boinas rojas y el léxico tradicionalista. Pero los dirigentes carlistas que se resistieron, volvieron a ser perseguidos, las actividades de la Comunión prohibidas, los círculos y periódicos incautados y los militantes que siguieron con sus lealtades, marginados.

Ahora, en nombre de la memoria histórica se nos quiere involucrar en una causa general por crímenes contra la humanidad, que no prescriben ni pueden ser amnistiados. Quieren invertir los resultados de la contienda, ocultando la responsabilidad de los que hicieron imposible la paz y forzaron la salida violenta de los problemas de convivencia. Con la firma del sucesor designado por Franco a título de Rey se afirma la legitimidad de la II República. Se anulan los veredictos judiciales de los vencedores, sin discriminar justos de injustos. Se criminalizan los hechos de guerra junto a los abusos de la represión, pero sólo los de un bando. Se trata de demonizar a los sublevados de 1936 y a los que hicieron posible y duradera la situación política dimanante de su victoria. Globalmente los cómplices que han de pagar la revancha son la derecha y la Iglesia católica.

El PP, curándose en salud, ha condenado el Alzamiento y la Dictadura, en diversas ocasiones. Sus fundadores y sus votantes no tienen nada que ver con el franquismo. Seguramente ni Fraga conoció a Franco ni se enteró del Montejurra del 76.

Por su parte, los obispos más mediáticos se desmarcan de la Pastoral Colectiva de sus antecesores que sobrevivieron a la matanza del 36 y apelan prudentemente al espíritu de la transición. Los martirios que llevaron a las últimas beatificaciones masivas no tuvieron, por lo visto, contexto histórico real. Y el compromiso temporal de buena parte de los nuevos beatos hay que ocultarlo. Por ejemplo su militancia carlista. Eso se llama ser agradecidos.

El nombre de Manuel Fal Conde es borrado del callejero sevillano por franquista. Y los años de exilio, confinamiento y persecución que le valió su dignidad de oponente al Régimen desde el carlismo clandestino no cuentan.

Nuestros correligionarios de Aldaya recuerdan cómo el Ayuntamiento socialista cambió el rótulo de la calle de Antonio Aparisi y Guijarro, muerto en 1870, por ser un hombre del Movimiento. Esa es la cultura de los nuevos demócratas.

Nadie tiene la patente del acierto en las decisiones políticas. El Carlismo, tampoco. Nos hemos equivocado muchas veces. Así nos ha ido. Pero si hemos de responder ante la historia y ante la opinión pública, que sea por nuestras actuaciones reales, no por las que nos atribuyan nuestros enemigos. O los que llamándose carlistas, se pusieron en el otro plato de la balanza al perder en 1969 las esperanzas de ganar las preferencias del entonces Caudillo y hoy Dictador. Ellos se avergüenzan de la gesta de los requetés y les reprochan que se equivocaran de bando. Nosotros nos sentimos solidarios con los que siguieron la orden de Don Javier y Fal Conde. Pero reivindicamos el papel del carlismo como factor político diferenciado. Más como conciencia crítica que como acción de gobierno.

Por representar esa opción fue asesinado hace treinta años José María Arrizabalaga Arcocha, Jefe de las Juventudes Carlistas de Vizcaya. Y su familia tuvo que abandonar su tierra y venirse al Reino de Valencia. Ahora ETA ha matado a Ignacio Uría, un empresario vinculado a las obras del AVE. Nosotros rezamos por él y nos unimos al dolor de su familia y a la indignación del pueblo. Rechazamos los fines y los medios de sus asesinos. Ibarreche se limita a decir que el pueblo vasco no olvidará este crimen. Nosotros tampoco olvidamos ni esta muerte ni tantas que jalonan estos años de Constitución democrática, que ha heredado del franquismo el Monarca y el problema de ETA. Apoyamos al Gobierno en su deber de erradicar el terrorismo del signo que sea. Pero la defensa de España implica creer en ella, no sólo por el cómputo periódico de votos. El credo del régimen se resume en los minutos de silencio que se prodigan tras cada nuevo asesinato. Es la confesionalidad del vacío.

No tiene autoridad moral para enfrentarse con los terroristas el gobernante que permite y alienta la muerte de inocentes antes de nacer sólo porque el embarazo no fue deseado. Que se hace cómplice del negocio criminal de las clínicas abortivas. Que fuerza a los médicos a traicionar su juramento hipocrático. Que no pone los medios para ayudar a las madres gestantes en apuros para que sus hijos puedan venir al mundo dignamente. Que impulsa la promiscuidad sexual como derecho y sin límite moral como uno de los contravalores de la educación oficial. Que permite manipular y destruir embriones humanos en nombre de la ciencia y de la selección genética.

No puede oponerse coherentemente a los que matan a tiros o con bombas el que apoya la eliminación física de las personas humanas no productivas en cualquiera de las fases de la vida.

Esas carencias de la ley son fruto de la expulsión de Dios de la Constitución. Sin Él todo está permitido. A la lucha de clases ha seguido la ideología de género, el enfrentamiento entre hombre y mujer, la elevación a norma de lo contranatural, la conversión de la economía de mercado en salvaje explotación de personas y recursos

Estas son sólo unas pinceladas del trabajo que queda por hacer. De la necesidad que España tiene del carlismo y de otras iniciativas políticas que confluyan con nosotros en los puntos no negociables que subrayaba el Papa.

Respiremos el aire puro de Morella, carguemos baterías y a trabajar.






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PALABRAS DE JAVIER VIVES EN EL ACTO CARLISTA DE MORELLA, 7 DE DICIEMBRE DE 2008.-

Buenas tardes. De los que venimos de Aragón el saludo y el agradecimiento a los carlistas valencianos por la organización de este acto de conmemoración de los 175 años de la aparición del Carlismo en la política y la vida española.
175 años de lealtad y servicio a la Verdad en seguimiento de las enseñanzas evangélicas. La Verdad os hará libres, nos dice Cristo en el evangelio, y los carlistas de hoy, con la herencia recibida de nuestros mayores en estos 175 años, fieles ante todo a Dios, cabeza y fundamento de nuestro DIOS-PATRIA-REY, vamos al encuentro de la Verdad para servirlay alcanzar el discernimiento sobre la mentira para rechazarla.

Frente a aquello, al amparo de lo políticamente correcto, de la tolerancia y respeto hacia todo lo que el hombre pueda idear, imaginar, lucubrar o pergeñar, una pléyade de personajes, o personajillos más propios de aparecer en los diversos programas televisivos que entretienen e instruyen a la audiencia cuales son los conocidos como frikys. Destaca entre ellos, no en vano es el jefe, uno que se ha permitido enmendar la plana al mismo Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios vivo, asegurándonos que la libertad nos hace verdaderos. ¡¡Claro!! Si soy libre soy de verdad, si no debo ser de plástico, cartón piedra, una ilusión o una ficción, como de plástico, cartón piedra, una ilusión o una ficción deben ser los niños no nacidos y no deseados ??? pues carecen de libertad, sobre todo la de vivir que se les niega de entrada.

Genial contribución al pensamiento moderno acompañada por otras, no menos decisivas para la consecución de la felicidad definitiva del pueblo soberano como, por ejemplo, la alianza de civilizaciones (¿contra qué o quién?); la memoria histórica, redundancia comúnmente aceptada como la necesidad de recordar adecuándolos a la corrección política ciertos pasajes de la historia mientras se eliminan otros; educación para la ciudadanía, aquí hay que sustituir educación por adoctrinamiento y para por de; por no hablar de la inclusión de chimpancés, orangutanes, gorilas y bonobos como integrantes de la humanidad.
Para qué seguir. Lo ridículo, lo grotesco, si solo fuese eso, lo más aberrante todo ello instalado en la política que ha dejado de ser el arte de gobernar, o sea, de gobernar bien para ser el logro de lo imaginable e inimaginable
.
En 175 años la voz del Carlismo ha venido denunciando el estado de corrupción moral a que inexorablemente van hundiendo los diversos poderes públicos y privados a la población española, pero aunque nuestra voz hoy es débil no hay que desesperar porque la voz del Señor es fuerte, y nuestra voz debe ceñirse a la Suya esperando resuene reclamando su Reinado.

En esta confianza perseveraron nuestros mayores. En esta confianza perseveraremos nosotros.





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PALABRAS DE C.CASTÁN EN MORELLA, 7.XII.08.

Amigos carlistas, buenas tardes a todos:

Un 13 de noviembre de hace 175 años el carlismo se levantaba en Morella, al grito de Viva Carlos V, Rey Legítimo de España, contra los poderes que en aquel tiempo querían arrebatar al pueblo lo que le correspondía: desde sus tierras comunales hasta sus tradiciones, su fe y su rey. Como señalaba el general tortosino Ramón Cabrera, A la muerte de Fernando VII, el fin de la lucha era hasta popular. Queríamos sostener todo aquel mundo de instituciones seculares, de costumbres piadosas y de tradiciones queridas; peleábamos, porque arrebatarnos aquél modo de ser era como expulsarnos de nuestra patria católica, española y monárquica [].

Personajes conocidos y representativos de la Historia como el Barón de Hervés, Cosme Covarsí, Marcoval, Carnicer, fueron los primeros en encabezar y dirigir el levantamiento carlista en estas tierras. Pero junto a ellos, otros muchos, gentes humildes, sencillas y anónimas de de Els Ports y el Maestrat, abrazaron la bandera de la Tradición a lo largo de los siglos XIX y XX, en tiempos de guerra, pero sobre todo de paz, llevando adelante una actividad importantísima a través de los círculos, las juventudes, las margaritas, el requeté y otras entidades carlistas. Y gracias a ellos es porque hoy estamos aquí nosotros celebrando el 175 aniversario del carlismo.

Hoy 175 años después los carlistas, aunque seamos pocos o menos de los que desearíamos, queremos también levantarnos contra un mundo, contra una forma de entender la vida hija de aquellos liberales de antaño, que con diferentes nombres siguen privilegiando y sufragando a los poderosos de la tierra, tapándoles sus múltiples vergüenzas fruto de la especulación y la usura, mientras se olvidan de los más débiles. ¡Bien que han acudido a la llamada de alarma de la banca! Pero que poco han hecho por los trabajadores que están viendo peligrar sus puestos de trabajo, por los jóvenes que no pueden alcanzar el construir un hogar propio, por las familias a las que les cuesta llegar a final de mes, por las mujeres embarazadas y con dificultades, por las gentes de los países del Sur, obligados a emigrar y ser, muchas veces, presa fácil de cualquier explotador sin escrúpulos Ellos no parecen contar, sólo cuando puedan ser fuente de votos cada cuatro años. Y qué decir de otros: a los no nacidos, a los ancianos enfermos y solos, por su presunta improductividad directamente se les lanza a las tinieblas de la sociedad, facilitando y proponiendo su eliminación. Ellos no cuentan para esta sociedad utilitarista e individualista, hija del liberalismo, que cataloga a las personas en función de su productividad. Algún día ese millón largo de niños abortados nos pedirá cuentas a esta sociedad enferma que camina, sin darse cuenta y con alegre indiferencia, hacia una especie de suicidio colectivo.

Hoy como ayer asistimos a la fiesta de la confusión: Se nos quiere hacer pasar la mentira como verdad y la barbarie como progreso en tantos y tantos aspectos de nuestra realidad social: la idea de familia, la educación y su control político, la cultura de la muerte presentada como progreso, el concepto de España, el sectarismo anticatólico, el revanchismo histórico con sus selectivas y sesgadas memorias

Los poderosos de hace 175 años y también los de hoy han pretendido arrebatar, arrancar literalmente- a la sociedad sus raíces, sus valores, sus principios, sus símbolos e instituciones más queridas, todo aquello que, en definitiva, le ha otorgado su identidad. Nos lo cuenta la historia y lo observamos en la realidad actual: el rechazo, burla y persecución manifiesta a todo lo católico; la destrucción del entramado social, de la idea de comunidad, de proyecto común, de familia, de solidaridad, de todo lo que signifique subsidiariedad y libertad; ya que no encaja en los proyectos de aquellos que nos quieren individuos, masa, votantes o consumidores y no personas con raíces, con una proyección social, fieles a un legado, a una Tradición y dispuestas a mejorarla para entregarla a sus hijos. Y ese puede ser, entre muchos otros, un motivo para levantar y seguir -mantenint molt alta i lista, la bandera realista, neta com la llum del sol -, como decía una canción que se cantaba en estas tierras en el siglo XIX.

Estes terres del nord valencià continuen oblidades pels centralismes d´ahir i també dels d´avui. Poc se´n recorden de natros, especialment si encara no estem de campanya electoral. On no hi ha vots per a traure, tampoc arriben les inversions per tirar endavant el futur dels pobles. Des d´ací volem dir ben fort que el CARLISME ESTÀ VIU! 175 ANYS DESPRÉS ENCARA ENS QUEDA MOLT QUE DIR I PEL QUÈ LLUITAR! Per acabar recordar que avui commemorem també el 175 aniversari de l´evacuació carlista de Morella davant de les forces d´Horé i Breton. Si aquell dia va ser una jornada trista per a la nostra història, el dia d´avui pot significar molt pel renàixer del carlisme de Morella, Els Ports i el Maestrat. Així ho esperem!! Gràcies i VISCA PER SEMPRE EL CARLISME! 



Carlismo Valenciano ( " Avant ! " ) 

martes, 25 de noviembre de 2008

CERRO DE LOS ÁNGELES 2008: ACTO NACIONAL CARLISTA EN NUESTRO 175 ANIVERSARIO




- Deciros que un servidor de ustedes allí estuvo. Como siempre, una palicilla curiosa de viaje (Sevilla queda más cerca de Lisboa que de Madrid); pero allí que nos plantamos un año más. Correligionarios de todas las Españas. La Iglesia a rebosar. Se han desbordado todas las previsiones, la afluencia de gente y sobre todo joven ha sido entrañable, de sorpresa positiva. Aun en la rapidez que nos tocaba a los hispalenses ( Al igual que a navarros, catalanes, valencianos, etc. ) disfrutamos un año más en familia, tanto en los discursos como en el almuerzo. Y yo, de vuelta, con un excelente libro de Alexandra Wilhelmsen debajo del brazo ( ¡ Me costó decidirme ! Si tuviera más dinero, hubiera dejado el puesto vacío ). Se echó de menos a algún carlistón, pero los boinas rojas sabemos que siempre están ahí. Emotivos los comunicados de adhesión que nos mandaron desde Portugal a la Argentina. Emotivo en mi persona el reencuentro con un buen amigo colombiano, hijo de acaso uno de los mejores historiadores de la Hispanidad de nuestro tiempo. El recuerdo de Roma presente; y para mí, especialmente, el de Aurelio Barrau, en aquella foto que nos inmortalizó codo con codo. Mucha alegría de ver a los correligionarios y hablar con ellos, reitero; así como de alguna nueva presentación; allí, en el centro de la geografía ibérica, frente al Sagrado Corazón de Jesús, entre las oscilaciones del frío serrano y el sol potente. Y ya son 175 primaveras de boinas rojas, y lo que nos queda.


 

 
Os pego la crónica directamente de la COMUNIÓN TRADICIONALISTA CARLISTA . ¡ EL CARLISMO MARCHA ! ¡ AHORA MÁS QUE NUNCA, POR DIOS, LA PATRIA Y EL REY !

El acto que la Comunión Tradicionalista Carlista viene celebrando en el Cerro de los Angeles en la Solemnidad Litúrgica de Cristo Rey desde que en 1966 tuviese lugar su primera edición ha sido en este año 2008 un completo éxito. La efeméride del 175 aniversario del Carlismo hacia especial la presente convocatoria. La Ermita del Cerro de los Angeles estaba a rebosar, con una presencia especialmente numerosa de niños y jóvenes. Oficio la Santa Misa el Vicario diocesano de Getafe. La celebración fue seguida con gran recogimiento, al termino de la cual los presentes entonaron elSalve Regina. A la salida del templo, los asistentes posaron para la foto de familia, mientras se entonaba un vibrante Oriamendi. Numerosos visitantes del Cerro nos pidieron propaganda y manifestaron que sus padres o parientes habían sido carlistas.

Ya en el Motel Los Olivos, al pie del Cerro de los Ángeles, tuvieron lugar unos breves parlamentos en los cuales, ademas de dar las gracias a los venidos en algunos casos desde muy distantes puntos de España, se gloso el sentido de la Solemnidad de Cristo Rey, de la Realeza de Jesucristo y de nuestra misión como testigos de esas realidades. Tras la animada comida, Javier Garisoain, Secretario General de la CTC, apelo a la fe en nuestros principios y en nuestra misión como auténticos custodios y misioneros de la verdadera España y a buscar en los momentos de duda dentro de nosotros el ejemplo de nuestros mayores, que no vacilaron en ofrecer sus vidas por la Causa, por la verdadera España, cuando llego la hora decisiva.

El responsable de la Delegación de Relaciones Internacionales informo de las numerosas adhesiones recibidas desde el extranjero, destacando los mensajes llegados desde Italia (Venecia) y Portugal, y para finalizar, María Cuervo-Arango cerro apelando a la conciencia de cada cual en el necesario trabajo cotidiano en la CTC, dando vivas a España, a Cristo Rey y al Rey Legítimo y concluyendo con un emocionante Oriamendi.

lunes, 17 de noviembre de 2008

¿Cómo sobrevivir intelectualemente al Siglo XXI?



Informado por Facon en www.hispanismo.org

En cuestión de días saldrá a España Castellani con la editorial Libros Libres:

http://www.libroslibres.com/img/libros/sobrevivir_g.jpg



ISBN: 9788496088849
Autor: Leonardo Castellani
Precio: 18.00

Comprar on line: Libros Libres [18.00 €]


La figura del sacerdote argentino Leonardo Castellani ha adquirido una notoriedad creciente en España gracias a la constante difusión de su pensamiento por el escritor Juan Manuel de Prada, que ha preparado para LibrosLibres una edición con los mejores y más polémicos trabajos periodísticos del padre Castellani, anotados y precedidos por un prólogo sobre esta figura de las letras hispanoamericanas. Castellani ha sido considerado “el Chesterton de la lengua española” por la amplitud temática de su obra, su empeño apologético y su carácter incisivo. Castellani creó escuela y un cuarto de siglo después de su muerte mantiene lectores fieles que dicen que descubrir a Castellani es una experiencia inolvidable.

viernes, 7 de noviembre de 2008

De Distributismo


Hilaire Belloc




Respuestas breves a algunas preguntas sobre el Distributismo


1. ¿Qué es el Distributismo (o Distributivismo)?
El Distributismo (o Distributivismo) es un sistema económico en el cual la propiedad privada (en especial de los “medios de producción”) está bien distribuida, de modo que la mayor cantidad posible de gente sea realmente propietaria. Sus cofundadores fueron los escritores ingleses Hilaire Belloc y Gilbert Keith Chesterton.


2. ¿Qué son los “medios de producción”?
De acuerdo con Belloc, la riqueza (en la forma de bienes o servicios valiosos) es posible sólo por la combinación de estos tres recursos: una materia prima, el trabajo y los “medios de producción”. Los “medios de producción” son el capital, la tierra y/o el equipamiento necesario para trabajar procesando una materia prima en bienes de mayor valor. (Por ejemplo, el trigo es la materia prima, un molino harinero es el medio de producción.) Uno es dueño de su destino, pero sólo si uno posee sus propios medios de producción. En el capitalismo, cualquier hombre puede—teóricamente—poseer cualquier recurso o herramienta. Sin embargo, sólo los hombres con un talento excepcional y/o una mejor oportunidad tienen la oportunidad de esto. La mayoría de los hombres buscarán empleo entre cada vez menos propietarios, vendiendo así la única mercancía que sí poseen: su trabajo. Un estado socialista es idéntico a un estado capitalista, excepto por esto: el gobierno es el único dueño del capital.


3. ¿Es el Distributismo una filosofía política “progresista” o “conservadora”?
El problema acerca de los términos “progresista” o “conservador” es que con frecuencia hacen referencia a la persona que usa el término. El uso común en la prensa americana es etiquetar a las personas como “líberal” (progresista), “moderado” o “conservador”. Los líberals son generalmente demócratas, los conservadores son generalmente republicanos. Los moderados son gente que no ha asumido un compromiso político. Los distributistas, por su naturaleza, rechazan estas etiquetas. ¿Por qué? Porque rechazamos el marco materialista de esos movimientos políticos modernos representados por estas etiquetas.


4. ¿Eso quiere decir que sois comunistas?
No. Un desarrollo apropiado del término Distributismo sería hablar de “descentralización distributiva permanente” (o “subsidiariedad distributiva permanente”). Dejando de lado este término, los distributistas creen en la filosofía descentralista básica de que la mayor cantidad posible de funciones organizacionales (tanto en los negocios como en el gobierno o en el trabajo) ocurran a nivel local, con una organización lo más pequeña posible. Es distributiva en cuanto la propiedad está en posesión del trabajador o los trabajadores que fabrican o venden un producto. Es permanente en cuanto las instituciones como las guildas o los gobiernos están allí para asegurar que no ocurran desbalances donde la gente comience a centralizar dañando a la sociedad en su conjunto. En vez del estado, serán los mismos trabajadores los que poseerán sus negocios o granjas en propiedad familiar o laboral.


5. ¿Entonces sois capitalistas?
Si quieres decir que apoyamos la idea de que todos posean el capital para su propio emprendimiento, la respuesta es sí. Pero si quieres decir que apoyamos la propiedad irrestricta del capital, la respuesta es no. El capitalismo—como es entendido en la actualidad—significa un sistema en el cual la gente trata de maximizar el retorno de sus inversiones, y donde se trata todo capital como inversiones. Rechazamos este concepto de que el capital es el mismo. Creemos que el capital que uno posee en su propio negocio debe ser tratado de manera muy diferente que el capital que uno tiene en el negocio de otro o que presta a otro.


6. ¿Qué es eso de las “guildas” que vosotros habláis? Suena a algo de la Edad Media.
La última vez que la sociedad occidental tuvo algo como guildas o gremios fue antes de la Reforma protestante. Las guildas o gremios eran una combinación de instituciones actuales como los sindicatos, las asociaciones profesionales, la cámara de comercio y la escuela vocacional. En la América actual, existen sindicatos (NEA) y asociaciones profesionales (AMA) muy fuertes, pero son un mero fantasma de lo que fueron las viejas guildas. En primer lugar, las guildas eran principalmente locales, más que organizaciones nacionales con capítulos locales. La guilda se aseguraba de que hubiese los suficientes miembros de su oficio en el área. Si no existía suficiente cantidad de miembros para satisfacer a la demanda, se expandía la membresía a los aprendices de la guilda para que pudiesen ser miembros plenos. El aprendiz pagaba luego la inversión hecha en su entrenamiento mediante el pago de una suma (que podría ya estar paga) o garantizando un ingreso durante un período predeterminado de tiempo.


7. ¿Por qué deberíamos tener guildas?
Muchos de nuestros problemas en el mundo moderno provienen de la forma en que creamos profesionales y comerciantes. Al ver los gastos médicos y legales en la América actual, uno se sorprende por la enorme porción de estos costos que provienen de la facturación de las grandes universidades, en combinación con la falta de control sobre la cantidad de profesionales admitidos y el lugar donde pueden ejercer. Por ejemplo, en el derecho, existe un exceso en la oferta de abogados, pero aún así deben devolver préstamos y cuotas universitarias absurdas. De ese modo, los abogados están tentados a ir “cazando ambulancias”, o enredarse en demandas frívolas, esperando que las compañías aseguradoras arreglen fuera de la corte. Si la Asociación de Abogados de Litigio Americanos (ABA) fuese una guilda, en realidad dirigiría las facultades de derecho y crearía programas de aprendizaje, de modo que la oferta de abogados no excediera la demanda. Dado que serían responsables de recolectar las cuotas, éstas serían razonables.


8. ¿Pero no pasamos de tener un superávit en algunos campos a tener un déficit?
En primer lugar, dado que muchos profesionales no tendrían la posibilidad de ejercer en mercados con sobreoferta excesiva, los veríamos moverse a áreas donde sus servicios sí sean requeridos. Pero cualquier sistema de guildas no hubiese evitado que sus miembros restringieran la oferta para aumentar los precios. Eso puede lograr mediante la regulación del consejo municipal, o tal vez por medio de un cargo electivo como el de Comisario de Guildas.


9. ¿Entonces los sindicatos dejarían de existir en una sociedad distributista?
Cuando las grandes corporaciones sean desmanteladas, la mayoría de los sindicatos se habrán transformado en guildas, lo mismo que las asociaciones profesionales.


The ChesterBelloc Mandate, Tomado del Distributist YahooGrouphttp://distributist.blogspot.com/2008/10/brief-faq.html


* Sobre Hilaire Belloc :

  • Revista Arbil Hilaire Belloc, el pionero del catolicismo intelectual

* Sobre Gilbert Keith Chesterton:

Gilbert KChesterton


Frases de Gilbert Keith Chesterton

miércoles, 29 de octubre de 2008

Antonio Molle Lazo







Antonio Molle Lazo
(1915-1936)
"Murieron por Dios por España
¿Pueden existir mayores amores que estos?"

NIÑEZ

Nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en la madrugada del Viernes Santo, 2 de Abril de 1915. El niño había de ser lo que eran sus padres, ferviente cristiano y español de una vez.

Antonio vivió siempre en la esfera familiar y pudo copiar la virtud y la honradez de sus padres. Así, los frutos de aquella educación cristiana no se hicieron esperar mucho. En efecto, heredó su religiosidad sana, definida y verdadera, su fe insobornable, pronta en todo momento a demostrarla sin falsedad… El corazón de Antonio tenía delicadezas y atenciones filiales. Así cuando se le entregaba algún dinero, lo invertía para comprar regalos a sus padres, mortificando su natural inclinación, para practicar esta hermosa virtud. También sacrificaba un juguete para invertir su importe en unos caramelos que ofrecía a sus padres. Así se entrenaba para los más grandes sacrificios.
Su piadosa directora y maestra dice de él que era piadoso y tranquilo y entre sus buenas cualidades enumeraba su docilidad y obediencia .

Otro hermoso fruto del corazón de Antonio fue la caridad que se traducía en sentida compasión para con los pobres. Esta compasiva caridad unida a su gran desprendimiento fueron corrientes en el corazón de nuestro joven.

JUVENTUD

 Se había educado en las Escuelas de los HH. de la Doctrina Cristiana.

Su Dios, su España Tradicional y su familia: he ahí los objetivos que llenaron la vida de este joven español. Antonio no descansaba un momento; buscaba ocasiones para lanzar sus "bombas escritas"; iba a la estación, subía al tren y de vagón en vagón entregaba a los viajeros unas hojas conteniendo un llamamiento al Ejército para rebelarse contra aquel desastroso estado de cosas. Y después de repartir sus hojas gritaba: "¡Viva Cristo-Rey!". ¡Pobre A ntonio! Por esos gritos de insubordinación, al día siguiente, los agentes vinieron arrestarle. Todos los días de reclusión los aprovechaba para hacer su ejercicio de las flores, rezar el Santo Rosario y leer algunas páginas del Año Cristiano. Lectura que todos los jóvenes de la cárcel escuchaban.

Después de su salida de la cárcel, se pasó varios días visitando amigos y personas que le agasajaron. Una de las visitas más expresivas fue la que hizo a las R.R. M.M. Agustinas del Convento de Ntra. Sra. De Gracia. La Madre cuenta que Antonio y sus amigos venían muy alegres y dispuestos a luchar. Ella le preguntó: "Pero, Antonio, ¿tú no tienes miedo de que esos hombres te proporcionen la muerte?". Y él contestó: "Madre, ¿Y puede haber mayor gloria que dar la vida por Cristo?"…

También tenía mucho valor en vencer el respeto humano hasta enfrentarse con los hombres blasfemos. Un día en que fue toda la escuela de merienda, oyó a un carretero que blasfemaba. Antonio se enfrentó con el hombre diciéndole: "Señor, este lenguaje no lo entienden sus caballerías, y por eso mismo no pueden con el carro. Como diga usted otra blasfemia, le denunciaré al Señor Juez para que le eche una multa". Bien podemos llamar a nuestro Antonio Molle apóstol contra la blasfemia. ¿Qué fue la vida de este joven? Ordinaria, sencilla, desprovista de grandes obras. Lo más extraordinario en este alma era su extremada simplicidad…
Y cuanto más avanzaba en edad, más se robustecía su espíritu de fe y el amor a la Tradición.
Constante y jovial, en el juego nunca porfiaba tratando de conciliar los diversos pareceres. Pero era un temperamento enérgico e inflexible cuando los supremos ideales de su Religión eran amenazados.

APÓSTOL

 Su primer paso en el terreno público del catolicismo fue entrar en la Juventud Católica que llevaba por norma la piedad, el amor y el sacrificio. Molle sabía que la República de 14 de abril de 1931 quería dar un golpe definitivo a Dios. Y se dio perfectamente cuenta de la responsabilidad que pesaba sobre él, como joven católico y carlista. Un mes después del advenimiento de la odiosa República, las iglesias eran incendiadas, los sacerdotes huían…Antonio se ofrece para defender las Casas de Dios y a sus sagrados ministros. Así, día y noche hace guardia en diversos templos y comunidades. Amenazas, burlas, criminales atentados, todo lo superó. Y aprovechaba todos los medios de que podía disponer para contrarrestar las fuerzas del mal con una actividad intensa y constante en defensa de la verdad y del bien. Llevaba en su corazón la fortaleza de la fe, robustecida por la frecuente comunión y el ejemplo vivo de sus padres. Su grito preferido era: "¡Viva Cristo-Rey!". Cristo-Rey tenía en Antonio un enamorado de su Doctrina y de su Nombre… Todo esto sucedía durante la República masónica y comunista. Los días trágicos se acercaban con celeridad. El ejercitaba su vida cristiana, la Sta. Misa, la Comunión, los actos de piedad.

Una noche, cae en una emboscada en plena calle. Los comunistas gritan:" ¡Vas a morir! ¡Infame!" Uno saca una pistola y busca el pecho de Antonio, pero la bala se le encasquilla y no puede disparar. Los enemigos de Antonio desaparecen avergonzados y él queda sereno. En más de una ocasión, nuestro joven carlista había visto la mano providencial de Dios.

ALZAMIENTO NACIONAL

Tenía 21 años cuando el 18 de Julio de 1936 España se alzaba contra el gobierno marxista comunista. Así, el día 8 de Agosto de 1936 entraba en Lora del Río un grupo de guardias civiles y requetés. Entre estos bravos iba nuestro Antonio.

Y el 10 de este mes la pequeña guarnición oyó la santa Misa. Hacia las 11 de la mañana, un grupo numeroso de rojos empezó a inundar las calles del pueblo. Entonces, empezó un ataque durísimo y algunos se parapetaron en azoteas y la mayor parte de la guarnición se replegó al Ayuntamiento. Toda la atención de Antonio era el salvar a las Hermanitas de la Cruz cuyo Convento estaba muy próximo. Dirigiéndose hacia el convento, una pobre madre de familia pedía socorro en la calle. Antonio acudió en su auxilio y exponiendo su vida logró ponerla a salvo. Llegaron, por fin, al Convento, con otros, y se defendieron heroicamente de los atacantes. Pero los rojos invadieron el convento, y todos se fueron evadiendo. Antonio se rezagó un poco por tener que amparar algunas personas que con apuros iban pasando por tapias y tejados. Los rojos al verlo dispararon contra él y le rompieron el brazo derecho. Él seguía defendiéndose con su pistola. Por fin no pudo más y los rojos se arrojaron sobre él y le cogieron.

MARTIRIO

Una vez hecho prisionero, los rojos sacian su sed de venganza. Sus amenazas eran imponentes. Ebrios de odio y de sangre le dicen: "Grita: ¡Viva Rusia!" y él contesta: "¡Viva España!". Los rojos deciden atormentarle hasta conseguir sus propósitos. "Si no dices...(una horrible blasfemia) te cortamos las orejas", "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!" - exclama fuertemente Antonio. Y el cruel verdugo sin compasión cumple su amenaza y le corta una oreja. Dí: "¡Viva Rusia!" (y añade otra horrenda blasfemia). "¡Jamás! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!"y el bárbaro miliciano le corta la otra oreja. "¡Ay Dios mío!" - exclama el mártir mientras se desangra.

Entonces entre risas y blasfemias, con la bayoneta le cortan la nariz para hacerle claudicar, pero el mártir confiesa una vez más su amor a Cristo Rey y a España.

Vamos a sacarle los ojos. Ya veréis cómo grita "¡Viva el comunismo! ¡Viva Rusia!"y con la punta de la bayoneta le arrancan un ojo y luego el otro. Nuestro héroe se queda inmóvil, la sangre sale a borbotones. Ya no verá más la luz del sol, pero su fortaleza es sobrehumana y grita: "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!".

Por fin le disparan un tiro seco de pistola sobre el pecho. El mártir grita por última vez: "¡Viva Cristo Rey!" y se desploma con los brazos en cruz chorreando sangre. Uno de los rojos quiere rematarlo, pero otro grita: "¡No lo rematéis, dejadlo que sufra!"... Y aquellos desgraciados que se han visto vencidos y humillados por este joven héroe, llenos de rabia diabólica con un cuchillo y sus fusiles le golpean y acuchillan al pobre agonizante que muere completamente destrozado. Los energúmenos, sin embargo, no pueden contener su deseo de venganza y de sangre, y acercándose al mártir agonizante le golpearon y acuchillaron sin piedad…

He aquí la santa y dolorosísima muerte de Antonio Molle Lazo, Requeté del Tercio de Nuestra Señora de la Merced. El martirio de Antonio Molle había durado unas tres horas…

Cuando poco después se encontró su cadáver tenía en su rostro una sonrisa dulce y en su mano izquierda un objeto que apretaba fuertemente: era su pequeño Crucifijo. Dio su vida para que Cristo reinase en España. Era el 10 de Agosto de 1936 fiesta de San Lorenzo, joven mártir como él, que sufrió tormentos de fuego muriendo en un lecho de carbones encendidos y que bajó seguramente del cielo para dar un abrazo a Antonio y llevárselo al Paraíso a gozar eternamente junto a la Virgen y Cristo Rey.

RESUMEN

Si quisiéramos hacer un resumen de su vida diríamos: Tenía 21 años. Sus padres eran fervorosos católicos. Se había educado en las Escuelas de los HH. de la Doctrina Cristiana. Sus ideales: su Dios, su España Tradicional, su Familia. Se distinguió por:

Su amor a la pureza. "Jamás se le oyó palabra menos pura" - decían sus padres. "Nunca, nunca se le vio faltar Dios, hacer cosa menos pura profesar palabra, frase equívoco menos digno de un joven cristiano católico" se expresan sus amigos...

Su amor a los pobres. No podía tolerar que a los pobres les faltase el pan y la limosna. Un día, al ver que su madre, debido a la escasez de aquel tiempo, daba unas pocas moneditas a un pobre exclamó: "¡Mamá, Mamá !, ¿y qué va hacer este pobrecito con estos céntimos?".

Su amor a la Eucaristía. Frecuentemente recibía los Sacramentos y visitaba a Jesús Sacramentado. Jesús le miraba y como diría S. Juan de la Cruz"yéndolo mirando, con sólo su figura, vestido lo dejó de su hermosura".

Su sonrisa. Era alegre y bulliciosa porque nacía de un corazón puro y en paz con Dios. "Era de temperamento alegre jovial, siempre tenía la sonrisa flor de los labios nada parecía arrebatarle su serenidad de ánimo"- declaraba un amigo suyo.

Su amor a María Santísima. A Ella se consagró y como buen cofrade prometió llevar toda la vida el santo escapulario del Carmen, cosa que cumplió hasta su muerte.

Su amor a Cristo Rey. Fue la ilusión de toda su vida. Se alistó como requeté en el Tercio de Ntra. Sra. de la Merced de Jerez de la Frontera. Antonio con unos compañeros fueron a salvar a las monjas. Una bala hizo blanco en su brazo; dejó el fusil y con la otra mano continuó con la pistola haciendo fuego hasta que no pudo más.

Su ardorosa caridad. Por salvar a la Monjitas de las MM. Agustinas fue capturado y atormentado hasta morir.
Muchos se encomiendan a él alcanzando abundantes gracias y favores. Esperamos verlo algún día glorificado en nuestros altares.

¡ANTONIO MOLLE LAZO, mártir de Cristo!
¡¡Ruega por nosotros!!

lunes, 27 de octubre de 2008

Las caras del terror



Esta fotografía, tomada en Caspe el 25 de julio de 1936, nos muestra la imagen de la tristemente célebre “Brigada de la muerte”, un grupo de anarquistas miembros de la “Columna Ortiz” de la CNT-FAI que durante el verano y otoño de 1936 sembró el terror por tierras aragonesas y catalanas, concretamente por las comarcas de Caspe, Bajo Aragón, Ribera d´Ebre, Priorat y Terra Alta. Este grupo fue responsable de la muerte de más de doscientas cincuenta personas, bastantes de ellas carlistas. Entre sus desmanes, como se puede apreciar en la foto, también se incluyen profanaciones y sacrilegios.

Esta siniestra banda estaba dirigida por Pascual Fresquet Llopis (en la foto el que sostiene la cabeza del Sagrado Corazón, con pistolón al cinto), pistolero anarquista antes, durante y después de la Guerra, si bien murió en 1957 recibiendo los auxilios espirituales de un sacerdote francés, de uno de aquellos sacerdotes a los que tanto había odiado hasta llegar al asesinato de muchos de ellos. ´


Su historia y la de esta “Brigada de la muerte” ha sido recogida en un interesante y trepidante libro escrito por el periodista Toni Orensanz que lleva por título “L´òmnibus de la mort: parada Falset”, que se ha convertido en uno de los libros en lengua catalana más vendidos en los últimos meses. El libro nos muestra el proceso de investigación seguido por el autor para llegar al conocimiento de los personajes, desde la perspectiva de un escritor “de izquierdas” con sus particulares conclusiones e intentos de comprensión de los porqués de las acciones violentas de los anarquistas (pero siempre condenándolas firmemente), con los que podremos estar más o menos de acuerdo. Pero al final del libro lanza una serie de interesantes y valientes preguntas “¿Quién controlaba a los incontrolados?”. Todo un campo para trabajar y obtener respuestas de sumo interés.

Volviendo a las víctimas causadas por este grupo de criminales, quisiéramos recuperar del olvido el nombre de 25 carlistas catalanes de los cuales hemos podido comprobar que murieron en manos de Fresquet y sus compinches en sus particulares “rutas de la muerte” por diferentes poblaciones de Tarragona:


En Flix, el 6 de septiembre de 1936 asesinaron a los siguientes carlistas:

- Francisco Estopà Navas, casado, de 54 años, carpintero.
- José Ferré Díez, casado, de 47 años, empleado.
- Ramón Forús la Rosa, viudo, de 59 años, agricultor.
- Jaume Masot Bagés, casado, de 60 años, jornalero.
- Josep Mª Rey Lletja, soltero, de 33 años, herrero.
- Ramón Sánchez Masot, casado, de 40 años, agricultor.

En Gandesa, el día 13 de septiembre, en plenas fiestas mayores fueron fusiladas en las tapias del cementerio veintinueve personas, entre ellas los carlistas:

- Rafael Aubà Meseguer, viudo, de 52 años, agricultor.
- Tomàs Alcoverro Aubà, soltero, de 29 años, agricultor.

En Ascó, el día 14 de septiembre asesinaron, entre otros vecinos de la población, a los hermanos:

- Josep Jordà Masip, casado, de 42 años, propietario, “muerto por ser sospechoso y significado en política”.
- Josep Antoni Jordà Masip, soltero, propietario, que “aunque no figuraba en la lista [junto a su hermano], se les aplico a ambos la justicia que merecían”.

En Falset, el día 14 de septiembre fueron asesinadas veintisiete personas, arrancadas de sus hogares y conducidas a Ca l´Amigò o Casa de Pilatos, desde donde partirían en camión, atados de dos en dos y en diferentes turnos hacia las tapias del cementerio donde serían ametrallados sin piedad. Entre ellas quince carlistas:

- Tomàs Alaix Gassó, soltero, de 24 años, agricultor.
- Pedro Amorós Amigó, casado, de 57 años, agricultor.
- Eusebio Aragonés Sabaté, casado, de 38 años, propietario.
- José Mª Bartolomé Rovira, soltero, de 34 años, cartero.
- Ricardo Bes Aguiló, casado, de 49 años, agricultor.
- José Bové Bous, soltero, de 23 años, peluquero.
- Ramón Cortés Pujol, casado, de 47 años, empleado.
- Jaime Doménech Bes, soltero, de 27 años, agricultor.
- Rafael Doménech Munté, casado, de 47 años, agricultor.
- Basilio Ferré Marco, casado, de 48 años, agricultor.
- José Mallofré Crusat, casado, de 26 años, agricultor.
- José Marqués Batllevell, viudo, de 65 años, agricultor.
- José Martí Valdría, soltero, de 45 años, agricultor.
- Juan Munté Borrás, soltero, de 26 años, aserrador.
- Eugenio Rull Sabaté, casado, de 51 años, agricultor.

Murieron tras rezar juntos el acto de contricción y respondiendo al grito de “VIVA CRISTO REY” que lanzó el joven Tomàs Alaix.

Aquí están sus nombres y sus testimonios, que han de perdurar en nuestra particular memoria histórica.

lunes, 20 de octubre de 2008

La Causa Jacobita de los Estuardo

  Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, Jacobo III, hijo legítimo de Jacobo II Estuardo Rey de Inglaterra



El 5 de noviembre de 1688, al frente de 15000 hombres, Guillermo de Orange desembarcaba en Tor Bay. Casado con una hermana de Jacobo II, el príncipe holandés había aceptado la invitación de dos tories y cinco whigs, con el fin de usurpar la Corona de su cuñado, pues se hizo correr la voz de que si triunfaba el Rey, acabaría con el protestantismo y con la Iglesia de Inglaterra.


Jacobo II intentaba evitar una nueva guerra civil, pues ya había sufrido unos años antes la rebelión de un hijo natural de Carlos II Estuardo, el denominado Duque de Monmouth, instrumentalizado por el capitalismo y la oligarquía protestante que luchaba contra el Rey Jacobo II de Inglaterra. Ante la llegada de Guillermo de Orange, el Rey Jacobo II huyó a Francia, pues si algo había aprendido de la revolución inglesa que había depuesto a su padre, fue precisamente que quedarse en Inglaterra, podría significar que le cortaran la cabeza.


Así, el jacobitismo empieza tras la caída de los Estuardo, cuando el destronado monarca y sus partidarios se lanzan a recuperar lo que tan facilmente se les había usurpado.


A finales de marzo de 1689 Jacobo II, fue apoyado por una flota francesa de la armada de Luís XIV de Francia, de manera que pudo desembarcar en Irlanda. Unos días más tarde entraba en Dublín. Mientras en abril, John Graham of Claverhouse, Vizconde de Dundee, sublevaba a los clanes de Escocia a favor del Rey Jacobo Estuardo, en una breve campaña que culmina en Killiekrankie, el día 27 de julio de 1689 con la muerte del Vizconde. Los escoceses prontamente rendirían sus armas ante la falta de un nuevo lider, pero Irlanda sería el escenario de grandes batallas entre los Jacobitas y las tropas de Guillermo de Orange, que había desembarcado en Irlanda venciendo a Jacobo II en la batalla del Boyne, el 1 de julio de 1690. Jacobo Estuardo se refugiará en en Francia. Sus partidarios resistirían hasta febrero de 1692, quienes posteriormente sufrirían la fuerte y despiadada represión orangista.


El protagonismo de las rebeliones jacobitas será asumido por Escocia, pues los ejercitos jacobitas estaban compuestos por los clanes de las tierras altas de Escocia, principalmente. El sistema tradicional de jurisdicción hereditaria particularista en Escocia permitido por los gubernamentales de Londres, era debido al excesivo coste que significaba el centralismo político que pretendían, pero al no tener suficientes recursos, toleraban la forma peculiar y particular tradicional de autogobierno que tenían los clanes escoceses, pues cada clan estaba sometido a la autoridad de un jefe, al que se debía servir con las armas en tiempos de guerra. Llegado el momento, dicho jefe, los convocaba mediante una cruz de fuego, que llevada por numerosos relevos atravesaba todos sus campos. La jerarquía civil se convertía en militar y los miembros ímportantes ocuparían la parte frontal de los regimientos.


El Jacobitismo en Escocia era una mezcla de convicciones religiosas, nacionalismo y sentimiento anti-Argyll compartido entre los clanes, además los Estuardo eran una dinastía Escocesa.


Los episcopalianos, preponderantes en el noreste de Escocia, defendían los derechos hereditarios e imprescriptibles de los Estuardo como artículo de fe. La Gloriosa Revolución de 1688-1689 había denegado la oficialidad de la Iglesia episcopaliana, así el episcopalianismo aparecería, más aún que el catolicismo, como la religión natural de los jacobitas escoceses, mientras que el presbiterianismo era la religión de los whigs; esta correlación de fuerzas se rompía por la hegemonía de los Campbell, que bajo los Argyll, se habían apuntado al partido liberal o whigs, ya durante la revolución inglesa de 1640. Así pues el alineamiento con los Estuardo era una forma de luchar contra el poder de los Campbell, concretamente del duque de Argyll.


Tras el Acta de Unión de 1707, con todas sus implicaciones, el jacobitismo fue identificado con el tradicionalismo y la nostalgia del pasado de Escocia, incluso algunos republicanos se unieron a los Estuardo con el objetivo de recuperar el autogobierno, soberanía e independencia que había tenido el Reino de Escocia antes del Acta de Unión de 1707, que dejaba a los escoceses con un parlamento manipulado desde Londres, y a los efectos sin parlamento, ni soberanía propia.


Los jacobitas eran los descontentos con el gobierno de Londres y su política, contando con un fuerte y sensible apoyo social y popular. En Irlanda eran los campesinos rebeldes católicos denominados por los whigs como Tories, apelativo para definir a los partidarios de los Estuardo en Inglaterra de manera despectiva. Se trata de un fenomeno popular y cultural que da lugar a una amplia literatura de oposición, a dichos y canciones sediciosas, a motines esporádicos e incluso a una forma de vida. El jacobitismo inglés se identificó durante todo el siglo XVIII con el partido Tory, excluido del gobierno por los Oranges y los Hannover, quienes fueron instrumentos de los liberales o whigs. Encontramos por un lado a los defensores de un mundo rural tradicional, Tories frente a la oligarquía capitalista e industrial, whigs. Campo contra ciudad.


La ideología jacobita se apoyaba en tres elementos fundamentales, la aceptación de la providencia divina, las teorías de la monarquía absoluta de Bossuet, que tenían un amplio apoyo entre el pueblo, no entre  la plutocracia burguesa protestante, y el elemento Country del jacobitismo: oposición a la deuda nacional y a la creación del Banco de Inglaterra, oposición al ejercito permanente, y adhesión a una antigua constitución localizada en una epoca gloriosa del pasado, con separación de poderes, parlamentos anuales.

Carlos Eduardo Estuardo, hijo de Jacobo III
Quizá lo que más pueda impresionar es la extensión temporal de la causa jacobita, y por tanto evidenciamos una clara evolución dentro de los postulados del tradicionalismo en las Islas Británicas. El manifiesto de Jacobo II, diseñado por el Conde de Melfort, prometía el perdón a quienes reconocieran a Jacobo Estuardo. En una segunda fase ganará peso el sector protestante jacobita, partidario de la Iglesia de Inglaterra, y a partir de 1715, la libertad religiosa cobra importancia en los postulados jacobitas. En 1753 un Carlos Eduardo Estuardo convertido al anglicanismo defiende: parlamentos anuales; limitación a un máximo de 50, el número de empleados de la Corona, sustitución del ejercito por una milicia en tiempos de paz, libertad religiosa, libertad de prensa y propuesta de unión de las tres Coronas a un parlamento libre no sujeto a oligarquías que instrumentalizan la monarquía.

martes, 14 de octubre de 2008

"LA SÖNDERBUND: LAS RESISTENCIAS SUIZAS A LAS REVOLUCIONES LIBERALES", POR J.M. QUINTANA



- Rescatamos este interesantísimo artículo de la revista " Arbil ", que incluiremos en nuestros enlaces. Os dejamos un mapa extraído de la wikipedia inglesa y os recordamos la admiración que A. I. Solzhenitsyn sentía por las tradiciones sociopolíticas helvéticas.



http://www.arbil.org/(80)sond.htm



Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin
Revista Arbil nº 80
La Sonderbund: las resistencias suizas a las revoluciones liberales.
por J.M. Quintana
La Revolución Francesa va a abrir un proceso revolucionario que habrá de conmover a toda Europa: El estallido de los ciclos revolucionarios de 1820, 1830 y 1848 nos pueden dar una idea de los cambios y transformaciones que se están operando en el Viejo Continente, si bien, es importante analizar cada uno de los casos, puesto que si atendemos, por ejemplo, al caso griego o al belga, veremos que, aún dándose un componente liberal, tales movimientos responden a motivaciones diversas; así, en la revolución belga de 1830 es el deseo de independencia respecto de Holanda lo que empuja al movimiento revolucionario, un movimiento en el que el concurso y las aportaciones de los católicos son tan fundamentales. Ahora bien, en otros casos, las motivaciones, concepciones y proyectos están claramente imbuidos de las ideas liberales y radicales: tal es el caso de Suiza.
Una aproximación.
Inspirado en las concepciones de Brissot y su “Guerra de propaganda” revolucionaria, y en un contexto de bancarrota económica pero de exultante situación militar, el Directorio, reparando en los recursos suizos y en su magnífica posición geo-estratégica, se lanzó sobre el país alpino en 1797, respondiendo a las llamadas de los revolucionarios de Vaud, cantón dominado en ese momento por el de Berna. Mulhause y Ginebra ya habían sido anexionadas con anterioridad y ahora, el resto de los cantones quedaban sujetos, de grado o por fuerza, a la dominación francesa.
El 12 de abril de 1798, se proclamaba la Constitución de la República Helvética, en la que se aplicaban todos los principios revolucionarios. Sin embargo, la invasión y la aplicación de dichos principios revolucionarios fueron contundentemente contestadas por numerosos y repetidos levantamientos y sublevaciones que respondían, bien a protestas contra las medidas liberalizadoras o la subida de impuestos, bien a la defensa del catolicismo y de las tradiciones cantonales, bien, en fin, a todos estos motivos a la vez. Desbordado por la resistencia de los suizos, - especialmente intensa en los cantones católicos de Schwyz, Uri, etc. -, el mismo Napoleón tuvo que ceder y anular la República Helvética inaugurada en 1798, proclamando la llamada Acta de Mediación, el 19 de febrero de 1803, por la que se restauraba, con adaptaciones, la antigua Confederación. Pero no por devolver la soberanía a los cantones, los suizos dejaron de rebelarse, lo que nos indica que dichas rebeliones no sólo respondían a un sentimiento federalista, sino profundamente antiliberal.
Waterloo supone el definitivo fin de la era napoleónica abriendo el período de la Restauración. Ésta se materializa en Suiza, desde un punto de vista jurídico-constitucional2 con el nombre de Pacto Federal de 1815, cuyo fin es “mantener la paz y el orden en el interior” y garantizar el respeto a la soberanía cantonal y el espíritu de la Confederación tradicional.
Existía un poder central encarnado en una Dieta en la que cada cantón tiene un voto. Si antes de 1798 las decisiones habían de tomarse por unanimidad y sólo vinculaban a los cantones que las habían votado, “pues eran ellos, y no la confederación, los que ostentaban la soberanía y determinaban el contenido y la aplicación de las decisiones de la Dieta conforme a sus intereses individuales”3, ahora sí son vinculantes. No obstante, la Dieta sólo tenía competencia en algunos aspectos de la política exterior y la militar, que compartía con algunos cantones.
El Vorort era el gobierno ejecutivo federal asumido cada dos años por turno, por Zurich, Berna y Lucerna.
Existía en cada uno de los cantones un Consejo cantonal y, en algunos, especialmente los más antiguos, las llamadas Landsgemeinde , asambleas o juntas populares, formadas por hombres libres que se reunían todos los años para discutir y votar sobre los asuntos públicos.
Por su parte, podemos clasificar a los cantones en tres clases:
a) Comarcas confederadas de pleno derecho: Zurich, Berna, Lucerna, Uri, Schwytz, Unterwalden, Zug, Glaris, Basilea, Friburgo, Solenza, Schaffhausen y Appenzell.
b) Bailías o territorios de encomienda administrados de mancomún: Argovia, Turgovia, el país de Sargans y el sur del Gotardo.
c) Territorios aliados o territorios sometidos, generalmente en un plano de desigualdad respecto a los de pleno derecho, si bien, algunos de los aliados participaban regularmente en la Dieta.
Por su parte, en algunos casos, como Basilea, se había producido una división entre ciudad y comarca o campo, basadas en relaciones de desigualdad (por ejemplo, Basilea-campo tenía sólo medio voto).
Es importante señalar que las tensiones entre cantones liberales y cantones conservadores no puede translucirse una lucha entre cantones privilegiados y dominantes y cantones oprimidos y dominados que buscan su liberación: Argovia, el cantón más radical estaba sometido a Berna desde 1415, cuando se separó de Austria, pero es precisamente Berna, cantón de pleno derecho, el que se puso a la cabeza del movimiento liberal radical, al que acompañarían otros cantones de pleno derecho como Zurich, Schaffhausen o Appenzell
Por su parte, aunque la inquina protestante llevó a sus ejecutivos a mostrarse hostiles a las medidas de Lucerna respecto a los jesuitas, cuestión en la que profundizaremos, no debe olvidarse que los protestantes también fueron hostigados por los radicales y que incluso cantones mayoritariamente protestantes como Neuchâtel estuvieron generalmente predispuestos positivamente hacia Lucerna y luego se mostraron neutrales en la Guerra del Sonderbund (e incluso en 1832 habían formado parte de la conservadora Liga de Sarnen, opuesta a los proyectos de revisión constitucional llevados a cabo por los liberales).
Por su parte, tampoco podemos hablar de un enfrentamiento campo/conservadores-ciudad/liberales, puesto que Lucerna y Friburgo constituían centros urbanos con un patriciado similar al que pudiera haber en Berna o Zurich, mientras que entre los cantones liberales tenemos algunos marcadamente rurales.
En definitiva, como señala Patricia Rodríguez-Patrón, en la Suiza del S. XIX “el conservadurismo no se basa en la gran propiedad de bienes raíces o en la oligarquía militar; más bien designa la defensa de las hegemonías locales y de la autonomía cultural contra el poder central de los liberales-radicales” y, por su parte, “no todos los conservadores eran católicos, ni todos los católicos eran conservadores”.
Por tanto, no cabe interpretar, al menos a primera vista, las tensiones suizas de la primera mitad del S. XIX, como una dialéctica entre explotadores y explotados, o un enfrentamiento entre ignorantes y mediatizados campesinos y cultos y comprometidos liberales: existe sencillamente un proyecto liberal auspiciado, como en otros tantos casos, por Inglaterra, y sostenido por aquellos cantones en expansión económica (de hecho, los cantones más radicales eran también los más ricos y poblados) que ven en una Suiza sin aranceles internos, con libertad de mercado y con un poder centralizado, la forma de continuar su expansión y hacerla efectiva. Pero también hay unas profundas motivaciones ideológicas. No hay que interpretar la arbitraria confiscación de bienes hecha a la Iglesia sólo como una medida dirigida a nutrir las arcas de los cantones radicales, sino como una forma de debilitar a uno de los bastiones más sólidos de resistencia a los proyectos revolucionarios. Veremos cómo el punto de fricción fundamental girará en torno a una cuestión religiosa y cómo se pretende el control y neutralización de la Iglesia. De hecho, veremos que los radicales suizos van a recoger en la Constitución de 1874 la idea del control del Estado sobre la Iglesia, e incluso que en la de 1947 se prohíbe en Suiza el establecimiento de la Orden jesuita y sus filiales, la intervención de sus miembros en la Iglesia y en la enseñanza, pudiendo extenderse la prohibición a otras Órdenes. No deja de acertar la Dieta cuando el 16 de agosto de 1874 afirma que “las diferencias que dividen hoy a Suiza no son entre federalistas y unitarios..., sino entre amigos y adversarios de los conventos, partidarios y enemigos de los jesuitas”, entre, al fin, católicos y anticatólicos.

Hacia la Sonderbundkrieg (Guerra de la Liga separada).

Tal y como hemos ya apuntado, cada cantón poseía la soberanía y podía regirse como quisiera, por lo que no debe extrañarnos encontrar cantones con diversos modelos de organización y con distintas formas y concepciones constitucionales: así, coexistirán cantones con régimen liberal con cantones con una organización tradicional. Sin embargo, los cantones liberales, al calor de los acontecimientos parisinos de 1830, iniciaron un movimiento conocido como Regeneración, cuyo fin era revisar las constituciones de cada cantón y el Pacto Federal en orden a introducir reformas liberales. Para forzar tal proyecto revisionista, los cantones liberales crearon una alianza, el Concordato de los Siete (marzo de 1832), que sería respondida por los conservadores con la Liga de Sarnen (noviembre de 1832). Las agitaciones y enfrentamientos entre liberales y conservadores comenzaron a sucederse en Zurich, Valais, Tesino, el Jura bernés o Argovia, enfrentamientos que a veces culminaron con la instauración de gobiernos conservadores (como en Zurich) o liberales (como en Valais).
Los radicales comienzan a organizarse febrilmente y a llevar a cabo diversas iniciativas como la reunión de Baden (Argau) en 1832, en la que se propuso establecer el control de los cantones sobre la Iglesia, pretensión abandonada por la presión franco-austriaca. No obstante, las ofensivas liberales continuaron y, desde 1836, « en plena fiebre exclaustradora española », como señala Mercedes Martínez Mercader, se suceden las secularizaciones y expropiaciones de conventos y abadías: en Turgovia se secularizó el convento de mujeres de «Paradis» y en Lucerna o San Gall las autoridades radicales harían lo propio con conventos franciscanos y abadías.
El siguiente paso fue intentar controlar la educación, como ya se había apuntado en la reunión de Baden, pero los cantones católicos no se dejaron avasallar y en respuesta, abrieron escuelas que habrían de estar regentadas por la Compañía de Jesús (Schwyz en 1836, Friburgo en 1837 y Lucerna en 1844), lo cual encrespó aún más a los radicales.
En Argovia, por su parte, “cantón mixto confesionalmente, se modificó la constitución cantonal en un sentido que disgustó a los católicos”4, produciéndose una sublevación que fue duramente sofocada. El gobierno, radical, acusó a la Iglesia de haber instigado la revuelta y decretó el cierre de ocho monasterios. Los católicos de Suiza, encabezados por Lucerna, pidieron ante la Dieta la restitución de los conventos señalando que se había violado el artículo 12 del Pacto Federal que garantizaba su existencia. Los liberales de Argovia, por su parte, detuvieron a un maestro (Schleuniger) “por haber redactado y publicado una exposición que las parroquias católicas se proponían dirigir al Gran Consejo alegando su derecho sobre los bienes de los conventos suprimidos”. Era éste un derecho, el de petición, tradicional, profundamente arraigado y asumido en Suiza, y ahora, violado por los liberales.
Los liberales de Argovia incurrieron en otra contradicción cuando, a la vez que alegaban su derecho a suprimir los conventos en nombre de la soberanía cantonal, encargaban a sus representantes en el Consejo que solicitaran la supresión y expulsión de Suiza (de los, al fin y al cabo, soberanos cantones católicos que los habían admitido) de la Compañía de Jesús. De hecho, la Guerra de la Sonderbund vendría propiciada por la insistente y avasalladora actitud de los cantones radicales respecto a una decisión tomada por unos cantones soberanos cuyas medidas afectaban a éstos y sólo a éstos.
Por su parte, Lucerna, que encabezaba a los cantones católicos, sólo reivindicaba el respeto al Pacto Federal y que, en caso de no cumplirse, tal y como estaba pasando, que se salvaguardaran las libertades y autonomía de los cantones. El líder del partido católico de Lucerna y portavoz más destacado de los cantones tradicionalistas, Kostantin Siegwart-Müller, no se mostraba como un jefe intransigente o ultramontano. De hecho, el párrafo 63 de la Constitución cantonal, decía que “la dirección e inspección de la enseñanza pública están confiadas a este consejo bajo la superior vigilancia del Consejo de Estado”, es decir, que no ponía en manos de los jesuitas ni de la Iglesia el control de la educación. Además, los religiosos declararon su disposición a cumplir con lo establecido en la Constitución de Lucerna, de manera que “El 24 de octubre de 1844 el Gran Consejo de Lucerna aprobó el convenio ajustado con la Compañía de Jesús”5.
Aún así, Argovia insistía en la expulsión, lo que no era sino un ataque a la libertad de enseñanza, de los católicos y de los cantones. Aunque Argovia no consiguió más votos a su propuesta que el suyo propio y el medio de Basilea-campo, tampoco los conservadores, con sus siete votos y medio, lograron declarar como atentatoria a los derechos de los católicos la propuesta de Argovia, (dado que la hostilidad de los conservadores protestantes a los jesuitas les llevó a votar en contra).
Lucerna y los cantones católicos comenzaron a comprender que el Pacto Federal podía ser infringido en cualquier momento y que sus libertades y derechos estaban, pues, amenazados. Pero si los cantones recelaban de la Dieta, tampoco la Berna protestante estaba dispuesta a cumplir con las decisiones de ésta que pudieran afectar sus intereses, por lo que no podemos afirmar que exista entre los cantones católicos signo de rebeldía o, al menos, no más que en otros cantones. Lo que es cierto es que, “a estas alturas a nadie le extrañaría que los católicos acabaran coaligándose para exigir una completa libertad religiosa, a la que creían tener derecho” 5 .
Los “liberales” sin embargo, no cejaban en sus propósitos. Los radicales lucerneses esperaban que en las elecciones de mayo de 1844 el apoyo popular les diera el poder... Pero no fue así, y como en otras ocasiones, al no conseguirlo, recurrieron a las armas: a finales de año, se inició un movimiento en la pequeña ciudad de Willisan que pretendía extender la revuelta hasta la misma Lucerna para derribar al gobierno de Siegwart-Müller. Se pretendía hacer pasar la rebelión como un movimiento popular interno, pero lo cierto es que al cantón afluyeron revolucionarios de Berna, Argovia y Basilea, encuadrados en los llamados cuerpos francos, los cuales llegaron a tomar posiciones en el vital puente de Emme. Sin embargo, huyeron al paso de una columna de reclutas lucerneses. Por su parte, el gobierno de Lucerna pidió ayuda a las milicias de Uri, Schwyz y Unterwalden, y al protestante de Zurich, a la par que confiaban a los coroneles Maillardoz de Friburgo y Elger de Lucerna, - del ejército federal -, el mando de las milicias lucernesas que se estaban alistando por todo el territorio. Pronto, las bandas de insurgentes radicales huyeron del cantón de Lucerna, incluso antes de que muchas de las unidades aliadas y las propias de Lucerna estuvieran organizadas y en disposición de entrar en combate. Para el embajador español, López de la Torre, “lo que salvó al ejecutivo lucernés fue la lealtad y docilidad del pueblo de Lucerna”.
De nuevo, la esencial fuente de información que constituye la obra de Martínez Mercader, señala que “al tenerse conocimiento de estos hechos, el 5 de diciembre se reunió el Consejo de estado de Berna para tratar sobre el particular. Ordenó que se dirigieran a la frontera con Lucerna tres batallones de infantería, tres compañías de carabineros, dos de artillería y una de caballería. Tan precipitado alarde militar ponía a las claras que todo estaba preparado, es decir, que existía un acuerdo con la oposición antijesuitica de Lucerna” [...] “daba la impresión de que el gobierno de Berna pretendía exaltar a la población en vez de contenerla”6. El 10 de diciembre. Lucerna pidió a Berna que retirara sus tropas de la frontera.
Por su parte, el ejecutivo de Lucerna no estableció tribunales excepcionales y se inclinó a la clemencia y a la moderación con los revolucionarios propios y de otros cantones, si bien, después, se mostró contundente en los castigos con los liberales de Lucerna, acusados de ser los autores intelectuales de la revuelta, y con los jefes de las bandas (cuerpos libres) de otros cantones que penetraran en territorio lucernés. Quizás este cambio se explique por la actitud de los dirigentes radicales de Berna y Argovia que mantenían sus pretensiones revolucionarias y por la actitud abiertamente hostil del gobierno de Argovia, que mantenía en alerta a sus tropas esperando la llamada de un gobierno provisional revolucionario lucernés o cuyo Gran Consejo aprobó explícitamente la conducta del consejero Waller, uno de los jefes de las bandas extranjeras que se enfrentaran a los reclutas lucerneses en el puente de Emme.
Zurich, por su parte, que aunque protestante, se había mostrado dialogante y moderada, vio peligrar su ascendiente sobre la Suiza reformada en favor de la radicalizada Berna, de manera que solicitó a Lucerna la anulación del decreto sobre la introducción de los jesuitas: Lucerna se negó, en nombre de su independencia política, religiosa y cantonal. En previsión de una nueva embestida revolucionaria propuso a los confederados que la Dieta promulgara un decreto prohibiendo la creación de cuerpos francos y sus incursiones sobre cantones vecinos. En caso de que dicha propuesta fuera rechazada y, por tanto, la Dieta permitiera la repetición de hechos tan graves como los anteriormente vistos, el gobierno lucernés, a través de las juntas populares y de emisarios, movilizaría a todas sus milicias y a toda la población de Lucerna, en lo que se conoce como Landsturm, movilización y levantamiento masivo de la población tal y como ocurriera a partir de 1798.
La tensión era cada vez mayor y algunos cantones se organizaban para el que parecía inminente estallido de guerra civil. Berna envió a dos representantes a Zurich para asegurarse su apoyo en caso de que fuera necesario recurrir de nuevo a las armas para conseguir la expulsión de los jesuitas. Zurich, sin embargo, rechazaba el uso de la violencia e intentó llegar al mismo fin, pero mediante la convocatoria de una Dieta extraordinaria. “Ante este estado de cosas a nadie extrañó que el partido radical movilizase a todos sus efectivos para derribar al gobierno de Zurich”. Los consejeros conservadores de Berna acusaron al gobierno de estar más preocupado de subvertir el orden que de gobernar. Los liberales, coherentes con sus verdaderas ideas y actitudes, suspendieron a alguno de los oradores en el uso de la palabra.
En la Dieta extraordinaria que abrió sus sesiones el 24 de febrero de 1845, se puso de nuevo de manifiesto que “las determinaciones sobre la admisión o expulsión de órdenes religiosas reconocidas por la Iglesia católica caían en la jurisdicción de la soberanía cantonal”7. La Ley federal, por su parte, garantizaba a todos los Estados el libre ejercicio de la soberanía cantonal, invocada por Argovia cuando suprimió los conventos, derecho que ahora negaban a los cantones católicos.
Puesto que incluso cantones protestantes como Neufchâtel y el medio cantón de Basilea-ciudad, comenzaban a alinearse con las posiciones defendidas por los católicos, los radicales redoblaron su presión y virulencia, llegando a amenazar (concretamente, el representante del gobierno revolucionario de Vaud) al gobierno de Ginebra con una revolución que acabara con su ejecutivo. “Corrían rumores de entrevistas entre varios coroneles federales pertenecientes al partido radical para determinar el plan de campaña” 8. Como señalara el embajador español, en el campo radical no parecía faltar el dinero, proveniente, entre otras fuentes, de las expropiaciones hechas en Argovia a los conventos. Por su parte, diplomáticos rusos y austriacos alertaron de los preparativos militares hechos por Argovia cerca de las fronteras de Lucerna, en lo que parecía la preparación de una nueva invasión del cantón católico: efectivamente, el 24 de marzo de 1845 se inició la nueva ofensiva.
Aunque Berna prohibió a sus ciudadanos la formación de cuerpos francos, algunos compuestos por argovianos y rebeldes lucerneses penetraron en Lucerna desde su territorio... Pero de nuevo el pueblo de Lucerna y el de Unterwalden, salvaron la situación combatiendo y cercando a las numerosas bandas radicales y haciendo centenares de prisioneros, incluyendo al coronel argoviano, del ejército federal, Rothpletz. El Directorio federal había adoptado, cuando ya no era preciso, una serie de medidas para la defensa de Lucerna, cuyo ejecutivo, por su parte, desconfiaba de los emisarios enviados, - hostiles al gobierno de Lucerna y a la causa que defendía y lideraba -. De nuevo, Lucerna, a pesar de su clamorosa victoria, decidió inclinarse por la clemencia, advirtiendo a la vez de que no toleraría un nuevo ataque a sus libertades y derechos. A pesar de la derrota de los radicales y de la predisposición de los tradicionalistas a la clemencia, a pesar de la violación de leyes federales y de derechos y libertades cantonales hecha por los radicales argovianos, a pesar de todo, los representantes de Argovia pidieron de nuevo a la Asamblea la expulsión de los jesuitas. Por su parte, aunque la Asamblea reprobaba la formación de cuerpos francos, mantenía al frente del ejército federal a los mismos oficiales que los capitanearan... Y además, en la última reunión, celebrada el 22 de abril, el Directorio federal ampliaba sus poderes.
Entre tanto, muchos cantones eran testigos de una virulenta campaña y persecución religiosa, especialmente sufrida por los clérigos católicos, que eran insultados y hostigados, pero también algunos ciudadanos protestantes muy religiosos y rigurosos con la observancia del culto. Los periódicos radicales de Berna se oponían a toda influencia de la Curia romana y de la Nunciatura, lo que demuestra el carácter anticatólico y antirreligioso de la campaña, y no sólo antijesuita. A pesar de todo, el 5 de enero de 1845 entró en vigor en Lucerna el decreto de admisión de éstos en el cantón. Los ataques, entonces, se redoblaron y no sólo entre los militantes radicales, - creación de un Comité Central de la Asociación Suiza contra los jesuitas -, sino desde el mismo ejecutivo de Berna, el cual resolvió declarar inhabilitados para ejercer cualquier función retribuida en el cantón a todos aquellos individuos que cursaran sus estudios en centros educativos regentados por jesuitas, proyecto que hubo de ser retirado ante las protestas de los católicos del Jura bernés muchos de cuyos jóvenes cursaban sus estudios en el colegio que los ignacianos tenían en Friburgo.
Como algunos importantes cantones no se decidieran a tomar resoluciones excesivamente bruscas respecto a la decisión del ejecutivo lucernés, los radicales resolvieron entonces lanzarse a la insurrección armada para derribar a los, para ellos, tibios gobiernos cantonales que así actuaban: El 5 de octubre de 1845 estallaba en Ginebra una revolución que llevaba al radical James Fazy al poder, ayudado por agentes revolucionarios de Berna y Lausana y por bandas radicales del Bajo Valais, Vevey y Nion. También en Vaud el Gran Consejo decidió no atentar contra la soberanía de Lucerna en relación a su decisión de permitir la apertura de centros educativos regentados por jesuitas, ante lo cual, los líderes radicales Druey y Briatte “determinaron derribar al gobierno”9. Cuando el ejecutivo comprobó que las milicias no acudían en su ayuda se disolvió, estableciéndose un gobierno provisional revolucionario. Una de las primeras medidas tomadas por el nuevo Gran Consejo dominado por los revolucionarios fue disponer la suspensión en sus funciones a aquellos sacerdotes y pastores que se mostraran hostiles y no colaboraran con el nuevo gobierno. Estas revoluciones hicieron temer a otros cantones por su estabilidad; las agitaciones se extendieron a Berna y el 6 de enero de 1847, los revolucionarios de Friburgo se sublevaron contra el gobierno cantonal. Sin embargo, las milicias cantonales se pusieron del lado gubernamental: “se podría decir que el espíritu revolucionario radical había sido derrotado por los instintos religiosos del pueblo” 10
Por su parte, en Valais, dividido en un alto-Valais, tradicionalista, y un bajo-Valais, liberal, éstos últimos habían conseguido imponer una Constitución en 1840 inspirada en los principios liberales. Las reivindicaciones católicas dirigidas a recuperar mayor libertad para la Iglesia y el control sobre la educación, provocaron una virulenta respuesta en los liberales, estallando un duro enfrentamiento que culminó con la victoria de los conservadores y la promulgación de una nueva Constitución, el 14 de septiembre de 1844, que recogía algunas de las reivindicaciones hechas por el clero. En Zurich, los radicales asumían el poder, así como en Soleure, mientras que en San Gall el apoyo a una y otra tendencia estaba equilibrada.
La atmósfera era tensa y en cualquier momento se esperaban nuevos movimientos revolucionarios cuyo objetivo principal, como ya había ocurrido, sería Lucerna. Los cantones católicos, temiendo que el siguiente ataque no partiera de bandas revolucionarias sino del mismo ejército federal y de los gobiernos revolucionarios de los cantones radicales, formalizaron una Liga de defensa mutua, “hecha conforme a las antiguas alianzas”: el 11 de diciembre de 1845 nacía, así, la Sonderbund, si bien, su reconocimiento no se hizo público hasta junio de 1846. La Sonderbund estaba formada por los cantones de Lucerna, Uri, Schwyz, Unterwald, Zoug, Friburgo y Valais.
“Basilea y Neufchâtel no consideraban a la Liga como contraria al derecho”, pero la Dieta en la sesión del 9 de agosto de 1847 decretó su disolución. La prensa radical aguijoneaba al gobierno federal exigiendo una actuación drástica, pero “la indiferencia del pueblo en los cantones liberales” retenía a muchos de actuar con mayor dureza, dado que “los jefes radicales sabían que sin el apoyo de la población resultaba imprudente atacar a los cantones coaligados” y que las juntas populares por distritos iban a resistirse al inicio de hostilidades. Por eso los radicales y los liberales, paradójicamente, no fueron partidarios de someter las decisiones a las asambleas generales del pueblo.
A pesar de todo, el 4 de noviembre de 1847 la Dieta ordenó proceder contra la Sonderbund, movilizando al ejército federal, - que sumaba 100.000 hombres -, frente a las milicias católicas del Sonderbund formadas por 30.000. Si tenemos en cuenta que “los radicales tenían en sus filas a los cantones más poblados, ricos y mejor provistos de material bélico”, no debe extrañarnos que para el 30 de noviembre de 1847 la Sonderbund hubiera sido ya vencida.
Con su victoria, los radicales mostraban dramática, pero claramente, su verdadera cara: “A medida que el ejército federal ocupaba un cantón, expulsaba a los jesuitas” y lo que es más significativo, también a los restantes religiosos. Se impusieron a las poblaciones vencidas gobiernos provisionales de corte liberal cuyas primeras medidas consistieron en suprimir órdenes religiosas e instituciones benéficas secularizándolas, siendo habituales los saqueos de sus bienes. Después decidieron que era más adecuado exigirles fuertes sumas de dinero para sufragar los gastos de guerra y mantener las unidades militares que ocupaban los cantones que formaran la Sonderbund. Ante las protestas de Roma, la actitud de la Dieta fue simplemente ignorarlas y sólo las recomendaciones británicas, - cuyo gobierno había sido el principal promotor de la causa liberal, entre otras cosas por cuanto suponía la creación de un marco librecambista -, moderaron un poco a los revolucionarios. Sin embargo, si tras la invasión de Lucerna por bandas revolucionarias, su ejecutivo se mostró más bien clemente, ahora los radicales “trataban sin gran miramiento a los vencidos” y se negaban a conceder la amnistía que el gobierno inglés recomendaba.
“La obra de la revolución se hallaba ya casi concluida”. Las reformas políticas fueron aceptadas sin apenas resistencia, si bien, las reformas religiosas fueron fuertemente contestadas hasta el punto de sumir en la inestabilidad a los ejecutivos revolucionarios. El 12 de septiembre de 1848 se promulgaba una Constitución federal y se establecía la capital, significativamente, en Berna.
Como solía ocurrir, el resultado del triunfo de la revolución fue la centralización, la implantación del liberalismo económico y del sistema de representación liberal... Pero también, un virulento anticatolicismo: Cuando el Concilio Vaticano I proclama el dogma de la infabilidad del Papa, se desencadenan nuevas agitaciones radicales que culminan con la expulsión del nuncio y la ruptura de relaciones con Roma. Con la Constitución de 1874, que se adopta dentro de la atmósfera de la Kulturkampf11 -, esa tendencia se acentúa al articularse medidas contra el Syllabus, prohibirse la fundación de nuevos conventos y amenazar a las órdenes religiosas con ser prohibidas en caso de que fueran declaradas un peligro para el Estado, sin olvidar que la creación de nuevos obispados dependía de la aprobación por las Cámaras.
Sin embargo, los cantones que formaran la Sonderbund “permanecieron fieles a sus tradiciones católicas” 12defendiendo la libertad de la Iglesia.
Conclusión
Tenemos, pues, como ya adelantamos anteriormente, que la Sonderbund es la respuesta, defensiva, a los ataques políticos y militares de los liberales radicales.
Los cantones católicos actúan siempre con arreglo a la ley, defendiendo lo que consideran sus derechos y libertades tradicionales.
No debemos olvidar que, en el caso de las rebeliones de los católicos, el fin no es sino corregir los excesos u ofensas que consideraban habían cometido los ejecutivos liberales, mientras que el fin de las revueltas radicales es derribar gobiernos y establecer ejecutivos revolucionarios cuyos representantes en la Dieta habrían de forzar, a su vez, la intervención contra los cantones conservadores. Dicha intervención violenta se dio en diversas ocasiones constituyendo la Sonderbundkrieg el clímax del intervencionismo federal en los asuntos de los cantones.
Ya vimos que no es una guerra entre ricos y pobres, explotadores y explotados, campesinos ignorantes y cultos ciudadanos, entre separatistas y centralistas: es sencillamente la lucha entre los que quieren conservar sus tradiciones y defender la religión y los que, con la centralización, sólo buscan imponer a todos los suizos los modelos liberales y las concepciones progresistas.
En definitiva, la Sonderbund respondió a motivaciones puramente defensivas de unos católicos y unos cantones que veían peligrar sus libertades a manos de un voraz y virulento liberalismo. Quizás, junto a vandeanos y chouanes, carlistas y cristeros, la Sonderbund, con las necesarias matizaciones, - no olvidemos que el presente artículo no constituye sino una aproximación al tema -, constituye uno de los movimientos populares más importantes en la defensa del catolicismo y la Tradición.
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J.M. Quintana

Notas

[1] Feliciano Páez Camino Bélgica, hoy Cuadernos del mundo actual nº 25 Historia 16
[2] M. García-Pelayo, Pág. 529
[3] García Pelayo, M. y Rodríguez-Patrón, P.
[4] Suiza en la Europa de... Pág. 88
[5] Ibíd. Pág. 105.
[6] Ibíd. Pág. 109.
[7] Ibíd. Pág. 121
[8] Ibíd. Pág. 126
[9] Ibíd. Pág. 144
[10] Ibíd. Pág. 147
[11] El Senado suizo Pág. 6
[12] Suiza en la Europa de...Pág. 191

Bibliografia

García-Pelayo, Manuel Derecho constitucional comparado Alianza Universidad
Gil Pecharromán, Julio La Europa de 1848 Cuadernos de Historia 16, ni 95
Martínez Mercader, Mercedes Suiza en la Europa de los nacionalismos (1840 – 1874) Interlibro
Rodríguez-Patrón, Patricia El Senado suizo en Cuestiones constitucionales núm. 4 enero-junio 2001 (este trabajo forma parte del proyecto de investigación “La reforma del Senado” dirigido por el profesor Juan José Solozábal Echavarría) En Internet

Advertencia:

Toda frase o párrafo entrecomillado está tomado literalmente de la obra de Mercedes Martínez Mercader Suiza en la Europa de los nacionalismos (1840 – 1874)