martes, 23 de diciembre de 2008

Discursos de Morella




PALABRAS PRONUNCIADAS POR JOSÉ MONZONÍS, PRESIDENTE ADJUNTO DE LA CTC DEL REINO DE VALENCIA ANTE EL MONUMENTO A CABRERA EN MORELLA EL 7 DE DICIEMBRE DE 2008


Amigos carlistas:


Gracias a todos por estar aquí, a pesar de la distancia y del clima. Gracias a los Carlistas de Morella por acogernos y a la Junta de la CTC de Castellón por tomar la iniciativa de este acto. Juntos de nuevo recordando nuestras raíces: la defensa de un orden político legítimo. Rindiendo homenaje a los que ofrecieron sus vidas desde 1833 por unas lealtades y unos principios que siguen vigentes. Y proponiendo a la España de hoy una manera de organizar la sociedad más justa, más libre.

Algunos se escandalizarán de nuestra corona de laurel ante la estatua de Cabrera porque los dos últimos años de su vida están fuera de la historia carlista. Nuestro Cabrera es el aquí representado, al frente de sus voluntarios, dedicando su valor y su esfuerzo al servicio del Rey. Entusiasmando a sus seguidores. Llegando a ser el jefe del partido carlista. Ayudando con iniciativas políticas y con recursos económicos cuando ya no podía hacerlo con las armas. Con sus aciertos y errores. Desde 1833 a 1875, Cabrera es un referente carlista. Y esos cincuenta y dos años de servicio merecen nuestra gratitud y nuestra memoria. Como los de tantos otros que han compartido nuestra Causa, aunque antes o después hayan seguido otros compromisos.

Nuestra memoria histórica no es como la que ahora nos imponen. No nos mueve el odio ni la revancha. No pasamos factura de nuestros muertos. Queremos una España en paz y con sitio para todos. Pero con los valores que la hicieron grande. Sin terror en la calle y sin miedo en el poder. Sin tener que pedir perdón por sentirnos españoles, valencianos, catalanes, aragoneses. Sin expulsar a Dios de la esfera pública. Aceptando a quienes vienen buscando trabajo y pan desde la geografía del hambre, en la medida en que esas nuevas aportaciones demográficas y culturales no pongan en peligro la supervivencia y la identidad de España.

Y si ha llegado la hora de apretarnos el cinturón, que la crisis se reparta entre todos. No entre los mismos de siempre. Si España es pobre, vivan pobremente el Rey y sus ministros, decía Carlos VII. Que se acabe la cultura de la subvención y el enchufe. Que se recorte el censo de políticos y burócratas de nómina. Que termine el uso del presupuesto para fomentar el clientelismo. Que la sociedad viva por sí misma. Que la acción del estado sea subsidiaria. Que los partidos y los sindicatos se mantengan por sus afiliados. Que el cine, el teatro, las artes y las publicaciones dependan de sus clientes. Que se atienda a los que menos pueden, empezando por los no nacidos. Que no se corrompa a nuestros hijos por orden del que manda. Que el poder no inyecte en el pueblo sus valores con el dinero de todos. Que las fuerzas armadas dejen de ser una ONG al servicio del mundialismo. Que la monarquía deje de hacer el ridículo y recupere la dignidad que dio gloria a España.

Esas y otras metas se obtendrán cuando Dios, la Patria, los Fueros y el Rey vuelvan a ser relevantes en la política española.

Bienvenidos en nombre de la Comunión Tradicionalista Carlista del Reino de Valencia.

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! ¡Viva el Rey legítimo!




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PALABRAS DE JOSÉ MIGUEL ORTS, PRESIDENTE DE LA CTC DEL REINO DE VALENCIA, EN MORELLA EL 7.XII.2008


Carlistas:

Dios nos ha permitido reunirnos en Morella a los 175 años de la eclosión histórica del carlismo. Por eso esta mañana le hemos dado gracias y hemos rogado por tantos que se han quedado en el camino, unos famosos, la mayoría anónimos. Anónimos menos para Dios. Abatidos unos en los campos de batalla, ante los piquetes de ejecución otros, torturados y asesinados, mutilados, exiliados, arruinados, perseguidos A los ojos de los hombres, fracasados. Y la causa a la que dedicaron sus esfuerzos, uno de tantos proyectos políticos derrotados, que sólo interesan a los que investigan el pasado en los viejos documentos. Sangre vertida para nada.

Sin embargo, en un plano transcendente, profesamos una fe que nos hace creer en el poder redentor del sufrimiento si se une a la pasión de Cristo, solo y abandonado en la cruz, pero después resucitado y glorioso. No es masoquismo estéril. Ni una sola lágrima será en vano. Triunfaremos y reinaremos con Él. Pero en línea con ese Reino, nuestra empresa es contingente, de este mundo. Es fruto de nuestro esfuerzo.

Por ello el carlismo sigue vivo. Y vive porque no es historia cerrada, sino tradición: progreso acumulado, misión que transciende las generaciones. Bandera que hunde sus raíces en la experiencia y en la fe y de ellas saca lecciones que aplica a la política como servicio al bien común, adaptándose a los signos de los tiempos. Unas veces ha sido llama, otras brasa. Pero cuando las necesidades de la Patria lo exigen y las circunstancias lo permiten, de esas cenizas surge de nuevo el Ave Fénix. Con un renacer que asombra a los que sólo analizan el acontecer humano en función de la economía.

En Morella sabéis mucho de las diferentes fases por las que ha pasado el Carlismo. Y del empeño por mantener las lealtades a pesar de la adversidad. Hasta hace poco estaba entre nosotros Ángel Querol Royo, referente carlista, que continúa presente en nuestros corazones y su hueco en el tajo de la labor política, está cubierto por su hijo José, sin cuya colaboración este acto no hubiera sido posible. El coronel Alfredo de la Figuera es otro ejemplo vivo de lealtad. Sin él tampoco estaríamos aquí, en su casa. A él se debe el impulso del monumento a Cabrera, tomando como instrumento legal el Círculo Cultural Aparisi y Guijarro.

Cabrera es el paradigma, desde 1833 en que dejó el seminario por la guerrilla hasta 1875 en que, cansado y decepcionado, reconoció a la usurpación nuevamente entronizada por un golpe de estado. Llegó a ser la máxima figura militar y política de la España carlista y sirvió a tres reyes, con su espada, su consejo y su fortuna. Tuvo a sus órdenes a catalanes, valencianos y aragoneses. Y todos se sentían unidos en torno a la Patria y al Rey. Los que invocan sus dos últimos años de vida para denigrarle, se habían de tentar la ropa antes de emitir juicios. La nuestra es una comunión de hombres libres, con puertas abiertas para entrar y salir. Bienvenidos los que se unen a ella procedentes de otros campos. Despedida sin rencor a quien busca metas que el carlismo no le da. No existe un ADN específico del carlista. Ni somos una secta que impone creencias o servidumbres que no estén al alcance de cualquiera. Es cuestión de prioridades. El que hace más daño es el que, desde dentro aparentemente, desvirtúa y corrompe el sentido de la Causa. El que se inventa una ideología de laboratorio desarraigada de la evolución natural y reescribe nuestra historia desfigurándola. El que paraliza las formas y el contenido del carlismo en fechas y marcos ya pasados y vincula la causa a querellas intraeclesiales ajenas al ámbito político.

Cuando en 1931 la dinastía liberal entregó España a la República, y la República la llevó al caos, el carlismo, muerto y sepultado para muchos, volvió a encarnar el alma de la Patria que se resiste a desaparecer. Resucitó en toda la geografía española. Y volvió a luchar en los mítines, en las calles, en las instituciones. Finalmente no hubo otro remedio, de nuevo, que la guerra. Y a la guerra fue la Comunión Tradicionalista en 1936, sin buscar el poder como partido. En el frente y en las trincheras, lejos de los trapicheos y los ajustes de cuentas de la retaguardia. Por Dios y por España, como reconoció la Iglesia de entonces, víctima de la persecución religiosa y no beligerante. Con un pacto de mínimos, que no se cumplió.


Antes de cesar las hostilidades, los requetés, decisivos en el triunfo militar, fueron integrados en el partido único por decreto. El nuevo régimen se maquilló con el Oriamendi, las boinas rojas y el léxico tradicionalista. Pero los dirigentes carlistas que se resistieron, volvieron a ser perseguidos, las actividades de la Comunión prohibidas, los círculos y periódicos incautados y los militantes que siguieron con sus lealtades, marginados.

Ahora, en nombre de la memoria histórica se nos quiere involucrar en una causa general por crímenes contra la humanidad, que no prescriben ni pueden ser amnistiados. Quieren invertir los resultados de la contienda, ocultando la responsabilidad de los que hicieron imposible la paz y forzaron la salida violenta de los problemas de convivencia. Con la firma del sucesor designado por Franco a título de Rey se afirma la legitimidad de la II República. Se anulan los veredictos judiciales de los vencedores, sin discriminar justos de injustos. Se criminalizan los hechos de guerra junto a los abusos de la represión, pero sólo los de un bando. Se trata de demonizar a los sublevados de 1936 y a los que hicieron posible y duradera la situación política dimanante de su victoria. Globalmente los cómplices que han de pagar la revancha son la derecha y la Iglesia católica.

El PP, curándose en salud, ha condenado el Alzamiento y la Dictadura, en diversas ocasiones. Sus fundadores y sus votantes no tienen nada que ver con el franquismo. Seguramente ni Fraga conoció a Franco ni se enteró del Montejurra del 76.

Por su parte, los obispos más mediáticos se desmarcan de la Pastoral Colectiva de sus antecesores que sobrevivieron a la matanza del 36 y apelan prudentemente al espíritu de la transición. Los martirios que llevaron a las últimas beatificaciones masivas no tuvieron, por lo visto, contexto histórico real. Y el compromiso temporal de buena parte de los nuevos beatos hay que ocultarlo. Por ejemplo su militancia carlista. Eso se llama ser agradecidos.

El nombre de Manuel Fal Conde es borrado del callejero sevillano por franquista. Y los años de exilio, confinamiento y persecución que le valió su dignidad de oponente al Régimen desde el carlismo clandestino no cuentan.

Nuestros correligionarios de Aldaya recuerdan cómo el Ayuntamiento socialista cambió el rótulo de la calle de Antonio Aparisi y Guijarro, muerto en 1870, por ser un hombre del Movimiento. Esa es la cultura de los nuevos demócratas.

Nadie tiene la patente del acierto en las decisiones políticas. El Carlismo, tampoco. Nos hemos equivocado muchas veces. Así nos ha ido. Pero si hemos de responder ante la historia y ante la opinión pública, que sea por nuestras actuaciones reales, no por las que nos atribuyan nuestros enemigos. O los que llamándose carlistas, se pusieron en el otro plato de la balanza al perder en 1969 las esperanzas de ganar las preferencias del entonces Caudillo y hoy Dictador. Ellos se avergüenzan de la gesta de los requetés y les reprochan que se equivocaran de bando. Nosotros nos sentimos solidarios con los que siguieron la orden de Don Javier y Fal Conde. Pero reivindicamos el papel del carlismo como factor político diferenciado. Más como conciencia crítica que como acción de gobierno.

Por representar esa opción fue asesinado hace treinta años José María Arrizabalaga Arcocha, Jefe de las Juventudes Carlistas de Vizcaya. Y su familia tuvo que abandonar su tierra y venirse al Reino de Valencia. Ahora ETA ha matado a Ignacio Uría, un empresario vinculado a las obras del AVE. Nosotros rezamos por él y nos unimos al dolor de su familia y a la indignación del pueblo. Rechazamos los fines y los medios de sus asesinos. Ibarreche se limita a decir que el pueblo vasco no olvidará este crimen. Nosotros tampoco olvidamos ni esta muerte ni tantas que jalonan estos años de Constitución democrática, que ha heredado del franquismo el Monarca y el problema de ETA. Apoyamos al Gobierno en su deber de erradicar el terrorismo del signo que sea. Pero la defensa de España implica creer en ella, no sólo por el cómputo periódico de votos. El credo del régimen se resume en los minutos de silencio que se prodigan tras cada nuevo asesinato. Es la confesionalidad del vacío.

No tiene autoridad moral para enfrentarse con los terroristas el gobernante que permite y alienta la muerte de inocentes antes de nacer sólo porque el embarazo no fue deseado. Que se hace cómplice del negocio criminal de las clínicas abortivas. Que fuerza a los médicos a traicionar su juramento hipocrático. Que no pone los medios para ayudar a las madres gestantes en apuros para que sus hijos puedan venir al mundo dignamente. Que impulsa la promiscuidad sexual como derecho y sin límite moral como uno de los contravalores de la educación oficial. Que permite manipular y destruir embriones humanos en nombre de la ciencia y de la selección genética.

No puede oponerse coherentemente a los que matan a tiros o con bombas el que apoya la eliminación física de las personas humanas no productivas en cualquiera de las fases de la vida.

Esas carencias de la ley son fruto de la expulsión de Dios de la Constitución. Sin Él todo está permitido. A la lucha de clases ha seguido la ideología de género, el enfrentamiento entre hombre y mujer, la elevación a norma de lo contranatural, la conversión de la economía de mercado en salvaje explotación de personas y recursos

Estas son sólo unas pinceladas del trabajo que queda por hacer. De la necesidad que España tiene del carlismo y de otras iniciativas políticas que confluyan con nosotros en los puntos no negociables que subrayaba el Papa.

Respiremos el aire puro de Morella, carguemos baterías y a trabajar.






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PALABRAS DE JAVIER VIVES EN EL ACTO CARLISTA DE MORELLA, 7 DE DICIEMBRE DE 2008.-

Buenas tardes. De los que venimos de Aragón el saludo y el agradecimiento a los carlistas valencianos por la organización de este acto de conmemoración de los 175 años de la aparición del Carlismo en la política y la vida española.
175 años de lealtad y servicio a la Verdad en seguimiento de las enseñanzas evangélicas. La Verdad os hará libres, nos dice Cristo en el evangelio, y los carlistas de hoy, con la herencia recibida de nuestros mayores en estos 175 años, fieles ante todo a Dios, cabeza y fundamento de nuestro DIOS-PATRIA-REY, vamos al encuentro de la Verdad para servirlay alcanzar el discernimiento sobre la mentira para rechazarla.

Frente a aquello, al amparo de lo políticamente correcto, de la tolerancia y respeto hacia todo lo que el hombre pueda idear, imaginar, lucubrar o pergeñar, una pléyade de personajes, o personajillos más propios de aparecer en los diversos programas televisivos que entretienen e instruyen a la audiencia cuales son los conocidos como frikys. Destaca entre ellos, no en vano es el jefe, uno que se ha permitido enmendar la plana al mismo Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios vivo, asegurándonos que la libertad nos hace verdaderos. ¡¡Claro!! Si soy libre soy de verdad, si no debo ser de plástico, cartón piedra, una ilusión o una ficción, como de plástico, cartón piedra, una ilusión o una ficción deben ser los niños no nacidos y no deseados ??? pues carecen de libertad, sobre todo la de vivir que se les niega de entrada.

Genial contribución al pensamiento moderno acompañada por otras, no menos decisivas para la consecución de la felicidad definitiva del pueblo soberano como, por ejemplo, la alianza de civilizaciones (¿contra qué o quién?); la memoria histórica, redundancia comúnmente aceptada como la necesidad de recordar adecuándolos a la corrección política ciertos pasajes de la historia mientras se eliminan otros; educación para la ciudadanía, aquí hay que sustituir educación por adoctrinamiento y para por de; por no hablar de la inclusión de chimpancés, orangutanes, gorilas y bonobos como integrantes de la humanidad.
Para qué seguir. Lo ridículo, lo grotesco, si solo fuese eso, lo más aberrante todo ello instalado en la política que ha dejado de ser el arte de gobernar, o sea, de gobernar bien para ser el logro de lo imaginable e inimaginable
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En 175 años la voz del Carlismo ha venido denunciando el estado de corrupción moral a que inexorablemente van hundiendo los diversos poderes públicos y privados a la población española, pero aunque nuestra voz hoy es débil no hay que desesperar porque la voz del Señor es fuerte, y nuestra voz debe ceñirse a la Suya esperando resuene reclamando su Reinado.

En esta confianza perseveraron nuestros mayores. En esta confianza perseveraremos nosotros.





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PALABRAS DE C.CASTÁN EN MORELLA, 7.XII.08.

Amigos carlistas, buenas tardes a todos:

Un 13 de noviembre de hace 175 años el carlismo se levantaba en Morella, al grito de Viva Carlos V, Rey Legítimo de España, contra los poderes que en aquel tiempo querían arrebatar al pueblo lo que le correspondía: desde sus tierras comunales hasta sus tradiciones, su fe y su rey. Como señalaba el general tortosino Ramón Cabrera, A la muerte de Fernando VII, el fin de la lucha era hasta popular. Queríamos sostener todo aquel mundo de instituciones seculares, de costumbres piadosas y de tradiciones queridas; peleábamos, porque arrebatarnos aquél modo de ser era como expulsarnos de nuestra patria católica, española y monárquica [].

Personajes conocidos y representativos de la Historia como el Barón de Hervés, Cosme Covarsí, Marcoval, Carnicer, fueron los primeros en encabezar y dirigir el levantamiento carlista en estas tierras. Pero junto a ellos, otros muchos, gentes humildes, sencillas y anónimas de de Els Ports y el Maestrat, abrazaron la bandera de la Tradición a lo largo de los siglos XIX y XX, en tiempos de guerra, pero sobre todo de paz, llevando adelante una actividad importantísima a través de los círculos, las juventudes, las margaritas, el requeté y otras entidades carlistas. Y gracias a ellos es porque hoy estamos aquí nosotros celebrando el 175 aniversario del carlismo.

Hoy 175 años después los carlistas, aunque seamos pocos o menos de los que desearíamos, queremos también levantarnos contra un mundo, contra una forma de entender la vida hija de aquellos liberales de antaño, que con diferentes nombres siguen privilegiando y sufragando a los poderosos de la tierra, tapándoles sus múltiples vergüenzas fruto de la especulación y la usura, mientras se olvidan de los más débiles. ¡Bien que han acudido a la llamada de alarma de la banca! Pero que poco han hecho por los trabajadores que están viendo peligrar sus puestos de trabajo, por los jóvenes que no pueden alcanzar el construir un hogar propio, por las familias a las que les cuesta llegar a final de mes, por las mujeres embarazadas y con dificultades, por las gentes de los países del Sur, obligados a emigrar y ser, muchas veces, presa fácil de cualquier explotador sin escrúpulos Ellos no parecen contar, sólo cuando puedan ser fuente de votos cada cuatro años. Y qué decir de otros: a los no nacidos, a los ancianos enfermos y solos, por su presunta improductividad directamente se les lanza a las tinieblas de la sociedad, facilitando y proponiendo su eliminación. Ellos no cuentan para esta sociedad utilitarista e individualista, hija del liberalismo, que cataloga a las personas en función de su productividad. Algún día ese millón largo de niños abortados nos pedirá cuentas a esta sociedad enferma que camina, sin darse cuenta y con alegre indiferencia, hacia una especie de suicidio colectivo.

Hoy como ayer asistimos a la fiesta de la confusión: Se nos quiere hacer pasar la mentira como verdad y la barbarie como progreso en tantos y tantos aspectos de nuestra realidad social: la idea de familia, la educación y su control político, la cultura de la muerte presentada como progreso, el concepto de España, el sectarismo anticatólico, el revanchismo histórico con sus selectivas y sesgadas memorias

Los poderosos de hace 175 años y también los de hoy han pretendido arrebatar, arrancar literalmente- a la sociedad sus raíces, sus valores, sus principios, sus símbolos e instituciones más queridas, todo aquello que, en definitiva, le ha otorgado su identidad. Nos lo cuenta la historia y lo observamos en la realidad actual: el rechazo, burla y persecución manifiesta a todo lo católico; la destrucción del entramado social, de la idea de comunidad, de proyecto común, de familia, de solidaridad, de todo lo que signifique subsidiariedad y libertad; ya que no encaja en los proyectos de aquellos que nos quieren individuos, masa, votantes o consumidores y no personas con raíces, con una proyección social, fieles a un legado, a una Tradición y dispuestas a mejorarla para entregarla a sus hijos. Y ese puede ser, entre muchos otros, un motivo para levantar y seguir -mantenint molt alta i lista, la bandera realista, neta com la llum del sol -, como decía una canción que se cantaba en estas tierras en el siglo XIX.

Estes terres del nord valencià continuen oblidades pels centralismes d´ahir i també dels d´avui. Poc se´n recorden de natros, especialment si encara no estem de campanya electoral. On no hi ha vots per a traure, tampoc arriben les inversions per tirar endavant el futur dels pobles. Des d´ací volem dir ben fort que el CARLISME ESTÀ VIU! 175 ANYS DESPRÉS ENCARA ENS QUEDA MOLT QUE DIR I PEL QUÈ LLUITAR! Per acabar recordar que avui commemorem també el 175 aniversari de l´evacuació carlista de Morella davant de les forces d´Horé i Breton. Si aquell dia va ser una jornada trista per a la nostra història, el dia d´avui pot significar molt pel renàixer del carlisme de Morella, Els Ports i el Maestrat. Així ho esperem!! Gràcies i VISCA PER SEMPRE EL CARLISME! 



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