jueves, 25 de febrero de 2010

Gloria a Fal Conde

http://www.requetes.com/grandes/fal2.jpg

- A la memoria de d. Manuel Fal Conde. Al testigo de su hijo, el siempre joven Domingo, tan amigo como maestro.



Gloria al adalid andaluz,
aquel al que don Javier,
como duque del Quintillo,
bien fue a reconocer,


Gloria al talento político,
gloria al espíritu emprendedor,
gloria al caballero del sur,
con maderamen organizador,


Hijo de Higuera de la Sierra,
héroe de nobleza natural,
Sevilla su gran centro,
por la legitimidad,


Para el Alzamiento se alistaron,
miles de voluntarios entusiastas,
por su genio firme y dulce,
por su encomiable ordenanza,


Contra la hidra roja,
contra raros experimentos,
fidelidad a los principios,
de la Tradición el juramento,


Y con todo y con eso,
conoció en Portugal el exilio,
allí nunca fue un extraño,
el carlista eximio,


Consagración contrarrevolucionaria,
una vida por un ideal,
centinela del Sagrado Corazón,
boina roja de lealtad,


¡Don Manuel Fal Conde,
por siempre presente,
por la Santa Causa,
por el orgullo de su gente!

miércoles, 24 de febrero de 2010

Flores de Lis

http://wpcontent.answers.com/wikipedia/commons/thumb/1/13/Blason_France_moderne.svg/200px-Blason_France_moderne.svg.png

Nunca nos quitarán,
nuestras flores de lis,
pues las defenderemos,
hasta vencer o morir,


Flores de lis,
de monarquías cristianas,
para pueblos fervorosos,
de razones marianas,


Flores de lis,
de vívidas leyendas,
áureos blasones,
de honor y grandeza,


Flores de lis,
para la libertad,
fina vehemencia,
de calor popular,


Nunca nos quitarán,
nuestras flores de lis,
¡Dios, patria y rey,
hasta vencer o morir!

Mártires de la Tradición 2010


Se enumeran fechas de las próximas celebraciones que tendrán lugar con motivo de la Festividad de los Mártires de la Tradición, instituida por S.M.C. Carlos VII el 5- XI- 1895, para recordar y rezar por quienes, fieles a la Tradición y la legitimidad, murieron “en los campos de batalla, en los hospitales, en los calabozos y en el destierro”.

Los datos de lugar, hora, etc., se irán completando a medida que los vayamos recibiendo

Se recuerda que allí donde haya un afiliado, debe encargar al sacerdote de confianza, en su barrio o localidad, que celebre la Santa Misa por esta intención en 10 de marzo, comunicando los datos a continuación a carlistas@carlistas.es o llamando al 91 3994438. El estipendio corre a cargo de la Comunión Tradicionalista Carlista:

Celebración en Oviedo: El día 11 de marzo a las 19:00 h. se celebrará D.m. la Santa Misa en la Iglesia Parroquial de San Tirso el Real, situada en la plaza de Alfonso II el Casto. A continuación, a las 20:00 h., presentación de la revista Ahora Información en el Gran Hotel España, en la calle Jovellanos, 8 de Oviedo.

Celebración en Zaragoza: El próximo día 13 de marzo celebraremos la fiesta de los MÁRTIRES DE LA TRADICIÓN. A LAS 13,00 horas Santa Misa en San Pablo seguido de acto Político y Comida de hermandad, en un céntrico restaurante.

Celebración en Sevilla: El próximo día 6 de marzo, sábado, se celebrará en Sevilla la festividad de los Mártires de la Tradición. A las 10,30 h. se celebrará la Santa Misa en la Capillita de San José y, a continuación tendrá lugar un desayuno de cohocolate con churros en la cercana "Casa de Soria". Invitamos desde aquí a todo aquél que pueda acudir a dicha festividad.

Celebración en Valencia: 7 de marzo, a las 9:30 ofrenda floral y responso en el cementerio. A las 11:00 Misa en Santo Tomás y San Felipe Neri (Pl. S. Vicente Ferrer) y a las 14:00 comida de hermandad en el Círculo San Miguel de Liria y posterior asamblea general.

Celebración en Pamplona: 10 de marzo, Misa a las 20:00 en la Parroquia de San Nicolás y a continuación, cena de trabajo.

Celebración en Galicia: el 14 de marzo Misa en Santiago de Compostela, a las 12.30 en la Iglesia de Pastoriza. Posteriormente, comida de hermandad.

Celebración en Madrid: En Madrid, celebración de la Santa Misa por los Mártires de la Tradición el sábado, 13 de marzo, en en las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Dirección: Calle Lagasca 17, 28001 Madrid, a las 12:30 h. A continuación, comida en un restaurante próximo. Precio aproximado del cubierto: 20 €. Reservas en tfno.: 91 399 44 38 en horario de oficina.

Misa por los Mártires de la Tradición Española en el Barrio del Pilar. Se celabrará Dios mediante el 10 de marzo a las 20:00 horas (ocho de la tarde) en la parroquia de Santa María del Val, Avda. Monforte de Lemos 115, frente a la puerta oeste de La Vaguada.

También tendrá lugar la Santa Misa que se celebra habitualmente en la Iglesia de San Fermín de los Navarros el mismo 10 de marzo, a las 20:30 h.

Y a las 20:00 del 10 de marzo, Capilla Santiago Apóstol (C/. Catalina Suárez, 16; junto al nº 85 de la Avda. Ciudad de Barcelona. Metro Pacífico, salida Dr. Esquerdo, impares. Bus 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141)

Para mantenerte informado de las convocatorias de la Comunión Tradicionalista en Madrid, envía un correo a reinodecastilla@carlistas.es.

Celebración en Bilbao: Celebraremos la Misa de los Mártires el día 9 de marzo, a las 7:30 de la tarde, en la Capilla doméstica de la Residencia de los PP. Jesuitas de la Calle de Ayala.

Celebración en Barcelona: El domingo 21 de marzo a las 11:00 se celebrará la Santa Misa en el cementerio municipal de Montcada i Reixac oficiada por el padre Martínez Cano, de los Misioneros de Cristo Rey. Después de la Misa se rezará el Viacrucis, cuya primera estación se reza en una fosa común en la que descansan los restos de muchos mártires trasladados allí desde una checa, y la última en el Mausoleo en el que están enterrados unos 20 ó 25 carlistas. Posteriormente habrá un almuerzo familiar en un bar de Montcada al que se puede llevar la comida.

lunes, 22 de febrero de 2010

Mensaje del Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista

Estimado amigo:

Recientemente he sido nombrado Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista. Desearía, en semejante tesitura, ponerme a tu disposición para cuanto redunde en beneficio de nuestra causa que, como sabrás, se resume en el lema Dios, Patria, Fueros y Rey. Como esa causa resulta, para muchos, desconocida y, cuando se conoce, es frecuente tener de ella una visión distorsionada, quisiera aprovechar esta ocasión para hacerte unas breves consideraciones.

Pocas doctrinas políticas habrán sido tan denostadas como el carlismo, en los tiempos que corren. Muchos no ven en él más que una supervivencia atávica de recuerdos obsoletos, cuando no lo identifican con meras cuestiones de preferencias dinástica; otros, fieles a los manuales de la historia oficial, lo confunden con una caricatura del absolutismo derrocado por el liberalismo y la democracia. No faltan los que mezclan el carlismo con los orígenes del separatismo, ni quienes lo asimilan a doctrinas fascistas, más o menos pasadas por agua; y los hay -o ha habido- que se dicen carlistas por socialistas autogestionarios o porque confunden el carlismo con cierto clericalismo, de larvadas inclinaciones demócrata-cristianas.

Denostado por tantos y de manera tan contradictoria, ¿no se te ha ocurrido pensar que, precisamente por ello, el carlismo tiene virtudes insoportables para nuestra decadente sociedad? Amañado por tantos otros, y en direcciones tan dispares ¿no te sugiere eso que la doctrina carlista oculta tesoros de sabiduría, de prestigio y arraigo social que merecen ser instrumentalizadas? Y es que el pensamiento carlista no coincide con ninguna de esas doctrinas que vulgarmente se le achacan, aunque de todas tenga un poco.

El carlismo no es fruto de una invención transeúnte de una escuela filosófica, que la haya elaborado para resolver los problemas sociales o políticos de un momento dado. Al contrario, es el resultado de toda la sabiduría política, recogida y depurada por el cristianismo a lo largo de muchos siglos. Sabiduría ya presente en filósofos paganos, como Aristóteles, decantada y perfeccionada por los padres de la Iglesia , como San Agustín, por filósofos, como Santo Tomás y los grandes pensadores de la escolástica española. Decaída y medio olvidada, tras las necedades prerrevolucionarias del s. XVIII y las subsiguientes perversidades revolucionarias, fue lentamente reconstruida y acomodada a las nuevas circunstancias por los pensadores tradicionalistas españoles, en perfecta consonancia con las encíclicas pontificias del s. XIX y principios del s. XX. En otras palabras, el pensamiento carlista no es sino la que se llamaba “doctrina social de la Iglesia ”, hasta los tiempos en que casi ha logrado destruirla el modernismo eclesiástico. Doctrina social universal e imperecedera, de la que el carlismo constituye su aplicación a las costumbres y tradiciones de nuestra patria, y que sólo la dinastía carlista ha mantenido incólume hasta hoy, sin tolerar en sus miembros que la legitimidad de origen prevalezca sobre la de ejercicio.

Esta egregia doctrina -dije antes- algo tiene de cuanto le achacan. ¿Absolutista? Algo, pero bien escaso, porque no admite ni la intromisión del poder real en las prerrogativas eclesiásticas, ni forma alguna de despotismo; pero sí reconoce al REY un ámbito de poder exclusivo, limitado, sin embargo, por el poder de las sociedades inferiores y sometido a los dictados de la ley natural y de la Iglesia. ¿Separatista? No en cuanto proponga secesión alguna, pero sí en cuanto reconoce, frente al uniformismo racionalista, las peculiaridades de los reinos, regiones y municipios, cuyos FUEROS debe jurar el rey legítimo. ¿Socialista? No, desde luego porque defienda forma alguna de totalitarismo, pero sí es lo que Mella llamaba “sociedalista”: más sociedad y menos estado. ¿Fascista? Misma respuesta en lo que al estatismo se refiere, pero además coincide con él en su declarado amor a nuestra PATRIA, sin necesidad de divinizarla o hipostatizarla, como hace algún falangismo. Más aún, el carlismo comulga con los anteriores en el odio al capitalismo, nacido de la destrucción de los estamentos del antiguo régimen y fuente de innumerables males e injusticias, contra el cual propone no una revolución, sino una restauración ¿Demócrata cristiano? Católico, sin duda; demócrata también, pero no a la manera en que estamos acostumbrados, con elecciones de partidos obsequiosos en los programas y tiránicos en el poder, sino a la manera de las cortes, cuyos miembros son elegidos por estamentos, entre personas conocidas que, a modo de compromisarios, defienden los intereses de municipios, gremios, regiones y reinos, y no los del partido.

Algo de cada cosa tiene, pero no es un amasijo ecléctico de todo ello. Al contrario, son esas doctrinas, erradas por parciales y desmesuradas, las que, desgajadas del tronco lleno de savia y vitalidad del pensamiento social clásico, se han convertido en nocivas ramas muertas, sólo de lejos parecidas a las del árbol. El todo de esta doctrina es infinitamente superior a la suma de sus partes, pues cada pieza se unifica con las otras y se vivifica porque todas han de tender al bien común de la sociedad y, en última instancia, al bien común del hombre que sólo en DIOS reside.

De suyo esta doctrina es imperecedera, porque hunde sus raíces en la naturaleza social del hombre y ha sido refrendada por el magisterio eclesiástico, que no puede cambiar ni corromperse. Pero sí puede desdibujarse en la conciencia humana y desaparecer por completo en una sociedad. El carlismo, derrotado en tres guerras mantuvo, sin embargo, una admirable vitalidad. Paradójicamente, tras su victoria en la Cruzada del 36, su situación ha terminado por serle mucho más desfavorable, en parte por el maltrato que sufrió durante el régimen franquista, pero, sobre todo, por la defección de los eclesiásticos progresistas que, desde la década de los sesenta, han desautorizado sistemáticamente la concepción del estado confesional, han propugnado la libertad de cultos y han tergiversado la doctrina de la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo. Ante este desconcertante hecho, que atenta contra el principio fundamental en que confluye todo el pensamiento social de la Iglesia y del tradicionalismo, cada carlista tiró hacia donde se le ocurrió y surgieron así esos absurdos “carlismos” socialistas, separatistas o demócrata-cristianos de que antes hablé.

Hoy, sólo la Comunión Tradicionalista , con su Abanderado, D. Sixto Enrique de Borbón, al frente, mantiene en su integridad la doctrina carlista; sólo desde sus filas se estudia y se propaga, sin rehuir la acción política. De unos años a esta parte, su reduplicada actividad se ha plasmado en innumerables actuaciones de las que hallarás un elenco en la hoja adjunta. También podrás informarte de nuestras próximas convocatorias, empezando por la misa que se celebrará el próximo 10 de marzo, en la festividad de los Mártires de la Tradición.

Te ofrezco estas simples consideraciones para invitarte a que te unas a nosotros. La Comunión Tradicionalista necesita apoyo, trabajo y todo tipo de ayudas. Y la necesita tanto como a ella la necesitas tú, católico que asqueado tiras al suelo el periódico y estragado apagas el televisor cuando dan las noticias. Porque somos naturalmente sociables y no podemos mantenernos en la verdadera doctrina ni a solas, ni con el solo apoyo del entorno familiar.
Atentamente:

José Miguel Gambra
Jefe de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón

sábado, 20 de febrero de 2010

El Carlismo como movimiento político interestamental de los "pequeños de España" frente al clasismo capitalista de la revolución liberal burguesa

  Imagen que representa los Tres Estados, Estamentos o Cuerpos Sociales existentes durante el Antiguo Régimen. Las ilustraciones, en la mayoría de los casos ponen en evidencia el pensamiento de la burguesía cuando ésta, trata de criticar el sistema de Antiguo Régimen. Existe una historia negra sobre el mismo modelo, escrita por la propia burguesía capitalista. Las cosas eran mucho más complejas, incluso en los mismos estamentos sociales, reducidos por aquel entonces a tres, se encontraban inscritos "Grandes" y "Pequeños". Acostumbrados al absorvente papel del Estado y sobretodo del Mercado Neoliberal Capitalista, las redes sociales vuelven a la palestra gracias a Internet y a otras formas de entender la sociedad. La sociedad busca verse reflejada de otra manera alternativa incluso a la de los partidos políticos de cuadros convencionales del partidocratismo plutocrático burgués. El Carlismo, surgió también como una alianza interestamental de los "Pequeños" de España que se vieron amenazados y empobrecidos por las medidas desamortizadoras, liberalizadoras y privatizadoras del sistema liberal capitalista que impuso la burguesía capitalista a partir del año 1833. Hoy busca al mismo tiempo el desarrollo de los Cuerpos Sociales Intermedios Autogestionarios .


Durante el Antiguo Régimen, la sociedad medieval, feudal y moderna estaba organizada a través de lo que podríamos considerar como redes sociales representadas en los diversos estamentos: Clero, Nobleza y Brazo Real o Tercer Estado. La evolución natural de dicho sistema fue roto por la revolución liberal burguesa, por la limitada promoción de los individuos, por el afán burgués de la privatización y control de los recursos y los medios de producción mediante el capital. La burguesía capitalista representaba el poder del dinero, un poder abstracto, pero realmente efectivo, que llevaría a la burguesía capitalista a tomar el control del Estado, eliminando el resto de Estamentos, y convirtiendo el Estamento burgués en el monopolio nacional denominado: PATRIA, en la cual desarrollarían un mercado nacional, con los capitales recien traídos de las Américas independizadas. La burguesía capitalista, había pasado de ser complice y promotora del absolutismo despótico de los reyes, a ser la causa del hundimiento de la Corona. La Corona era el símbolo de poder arbitral, administrador de Justicia, representado en la persona del Rey, cuyos poderes estaban limitados por los propios Estamentos, denominados también Estados, o Cuerpos Sociales.

La revolución liberal burguesa, patrocinada por la Oligarquía Financiera y Capitalista, dirigió el golpe de "Estado" contra el sistema de Antiguo Régimen, utilizando a la otra parte del Estado o Estamento que conformaba el Brazo Real, es decir, el campesinado, el pueblo llano, el pequeño artesanado, los jornaleros. La burguesía capitalista utilizó al pueblo llano como ariete para aplastar el modelo político-económico y social de Antiguo Régimen, una vez habían abusado del mismo y utilizado la institución de la Corona, para llegar a ese extremo.

El Antiguo Régimen era un sistema injusto, clientelar y arbitrario, pero el nuevo régimen liberal burgués capitalista sería mucho más injusto, ultraclientelar, y sobretodo individualista e impersonal. El hecho de la existencia de la arbitrariedad probaba, por ejemplo la existencia de una justicia efectiva y real personalizada en el Rey, por ejemplo. Sin embargo, nuestra justicia impersonal nacida del sistema liberal burgués no es más que la traición del hecho de la irretroactividad de la aplicación de la justicia. Fue la burguesía liberal capitalista, la que no quiso responsabilizarse de los sucesos revolucionarios, y por ello aplicarían el principio de la no retroactividad, la prescripción de las leyes y los delitos. Así abolirían todo el pasado histórico de un plumazo, haciendonos ver que lo que somos hoy se lo debemos a ellos, a la burguesía y sus derechos egoistas y plutocráticos.

Varias razones llevarían a la burguesía capitalista a acabar con el Antiguo Régimen, y para proyectar su destrucción llevarían al imaginario colectivo la crueldad y la arbitrariedad y los malos usos de la aplicación del sistema antiguo. Existían unas instituciones Gremiales, redes cerradas de trabajadores que se ponían de acuerdo para pactar el precio de los bienes que fabricaban con sacrificio. Gremios, considerados como el monopolio sindical de los trabajadores, que tanto para aprender, como para desempeñar sus oficios debían pasar por el mismo y eran garantía de un salario digno. Los Gremios eran los Sindicatos del Antiguo Régimen, que molestaban profundamente a la Burguesía Capitalista, porque los primeros se reunían y pactaban los precios de venta de los productos que habían fabricado, mientras que los segundos afirmaban que el precio de los bienes debía venir dado a través del equilibrio capitalista de las fuerzas de la oferta y la demanda. Otra de las cuestiones que molestaba a la burguesía capitalista era no solo la inflexibilidad de los precios y los salarios de los trabajadores, sino la imposibilidad que encontraban en el Antiguo Régimen de hacerse con el control de los medios de producción y los recursos naturales. Era una imposibilidad relativa, pues lejos de la Corona, practicaban sus desafueros, a los que mas tarde nos acostumbrarían, sin embargo en los Reinos peninsulares la Tierra estaba ligada y vinculada a los apellidos de las familias de la aristocracia, ya fueran pobres, ya fueran ricas, o empobrecidas, la tierra no se podía comprar ni vender porque la propiedad de la tierra estaba considerada amortizada, eran bienes que servían para testar, para heredar. El recurso natural de la tierra, era un elemento transgeneracional e intergeneracional. Los representantes de un determinado eslabón de la cadena, dentro de la genealogía familiar, no podían hacer lo que les diera la gana con la propiedad de la tierra, porque les correspondía exclusivamente su uso, pero no su desvinculación de la tierra.

Pero la burguesía capitalista, dueña del poder abstracto del dinero conspiraba para desvincular a la aristocracia y a las familias campesinas de la propiedad de la tierra.

La revolución liberal burguesa alcanzaría con el tiempo eses proyecto: la desvinculación del ser humano con respecto a la tierra y a la naturaleza, atrayendolos con el poder del dinero, estableciendo el capitalismo.

Para ello, la burguesía capitalista establecida en el poder, hace valer una vinculación monetaria de la propiedad de la tierra. Y es en este caso la diferencia fundamental que existe entre el Antiguo Régimen y nuevo régiemen liberal burgués: la concepción de la propiedad de la tierra. La concepción de la propiedad de la tierra por parte de la aristocracia de antiguo régimen, es feudal porque la tierra está vinculada a las familias y no es posible desamortizarla, porque se trata de un bien intergeneracional. Sin embargo, la burguesía romperá con esta concepción, desamortizando la tierra, y poniendo entre la misma y el hombre, el sucio dinero de la falsa vinculación. La tierra pasará a estar desamortizada, mercantilizada, y sujeta al mejor postor. Sin embargo en la sociedad de Antiguo Régimen, la tierra no era propiedad exclusiva de la aristocracia terrateniente, porque de alguna manera, a través del derecho consuetudinario, estaba compartida entre la aristocracia y el campesinado, entre la Iglesia y el campesinado. Las familias campesinas vivían del derecho de usufructo de la tierra, y una parte de los frutos extraidos de la misma iban a parar a la aristocracia que les garantizaba su protección, a través de las relaciones feudo-vasallaticas.

El liberalismo burgués capitalista se estableció rompiendo esta vinculación feudal del hombre y la tierra, para pasar a una vinculación monetaria entre el hombre y la tierra. Así, la burguesía para atraerse a la nobleza lleva a cabo una reforma gubernamental intrduciendo la desamortización de la tierra y la privatización de la misma. El resultado de ello fue, junto con la crisis agraria, la expulsión de las familias campesinas de las propiedades de los "nuevos" terratenientes que parcelaban sus propiedades, con lo cual dichas familias campesinas se vieron obligadas a abandonar el mundo rural para trabajar en las ciudades y en las industrias y fabricas de la burguesía capitalista. Así el campesinado y el pequeño artesanado, pasaban de ser dueños de los medios de producción, a ser meros instrumentos alienados de la producción en cadena que suponía el propio funcionamiento de un sistema capitalista, que les sobrexplotaba y los trataba como una mercancía más, una fuerza de trabajo concentrada y humillada ante el poder del capital.

Surgiría entonces, la respuesta, al abuso de la burguesía capitalista, desde el mismo comienzo de su revolución liberal, muy contestada por el CARLISMO y los Carlistas, críticos con el proceso desamortizador, señalaban el fuerte empobrecimiento de las familias campesinas, del pequeño campesinado, artesanado manufacturero, de la aristocracia hidalga y del clero rural y bajo clero de las ciudades. El Carlismo aparecía como la armonía interestamental de los estamentos que conformaban el antiguo régimen, con la característica extraordinaria de ser símbolo de la agrupación de los "Pequeños de España" frente a los "Grandes de España", ya que la burguesía capitalista, a través de sus medidadas económicas liberalizadoras, capitalizadoras, individualistas, mercantilistas, egoistas, y lucrativas, había conseguido atraerse, con la fuerza del poder del dinero, permitiendo que la alta aristocracia se dedicara al comercio, a las finazas, a través de las firmas de realez Cédulas que firmaría su Majestad, adulada por la burguesía antes de la revolución, permitiendo el ejercicio del comercio y las finanzas, actividades tradicionalmente innobles, a los miembros de la alta aristocracia, que se podrían casar al mismo tiempo con las hijas de los burgueses proveyendo a éstos de títulos nobiliarios, ennobleciendo a la burguesía. Así, lo que antes eran cuerpos sociales representados por los Estamentos: Clero, Nobleza, y Brazo Real o Tercer Estado, quedarían divididos entre si, entre "Grandes" y "Pequeños", entre "Altos" y Bajos", siendo los grandes los representates del moderantismo político del partido moderado y transaccionista, representantes de la ilustración y el liberalismo economicista burgués de las enseñanzas del capitalismo protestante y anglosajón. Éstos "Grandes", representaban el LIBERALISMO, frente al CARLISMO de los "Pequeños". Esos "Pequeños de España" representarían la armonía interestamental del Carlismo, que les llevaría a confluir el comun denominador de su progresivo empobrecimiento, que significaba la instauración por los "Grandes de España" del régimen liberal burgués capitalista.

Todo fue facil cuando el liberalismo burgués dispuso la disolución hipotética de los Estamentos, bajo el principio de "Un hombre, un voto", pero la verdad fue que el único Estamento que sobreviría sería el Estamento o Estado Burgués, con la proyección de la destrucción de los otros Estamentos o Estados o Cuerpos Sociales, ya que todo quedaría establecido por la única capa del liberalismo burgués capitalista.

El Campesinado y el pequeño artesanado, engañados por las falsas promesas revolucionarias liberales, quedarían inscritas al Carlismo Sociológico, porque las desamortizaciones de las tierras Comunales de los Municipios, las privatizaciones de las tierras del campesinado, quedaban en manos de los nuevos ricos y la oligarquía burguesa terrateniente que las podía comprar, entregando dinero al Estado, dinero que éste Estado Liberal Burgués, utilizaría para formar un ejercito de 130.000 soldados nacionales para aplastar a los Carlistas, que en su mayoría eran campesinos con bieldos, vinculados al Foralismo, leales a la institución de la Corona Legitimista representada por el Infante Don Carlos María Isidro de Borbón, S.M.C. Don Carlos V de Borbón, gentes del mundo rural de profundas costumbres y creencias enraizadas en un cristianismo católico, que significaba un elemento de su religiosidad popular, donde destacaba la solidaridad cristiana, la vida campesina colectiva de usos comunitarios, y un fuerte sentimiento por la representación política que significaba el Pacto Foralista de la democracia popular antigua existente en los antiguos Reinos Cristianos y que estaba aun vigente en el Reino de Navarra y los Señoríos Vascos. Fueros que todavía se recordaban en Catalunya y en València, como constituciones históricas propias y que serían reclamadas por el Carlismo y sobre todo por la Legitimidad Monárquica representada en los Reyes de la Dinastía Carlista.

Tres Guerras Civiles señalarían la España del siglo XIX, las denominadas Guerras Carlistas, que no significaron unicamente la defensa de una obción dinástica considerada, como lo era la legítima, al conculcar los liberales burgueses las leyes históricas y monarquicas de sucesión a la Corona, con la intención de hacer recaer la Corona en una niña, Isabel "II", que significaría el triunfo y apogeo del liberalismo capitalista en el control de los resortes del poder, llevando a cabo la revolución liberal burguesa, estableciendo los intereses mercaderes, financieros, comerciales, materialistas, individualistas lucrativos y capitalistas.

El Carlismo denunció el establecimiento de la usurpación del Trono, de las instituciones populares de Antiguo Régimen, denunció la aniquilación de parte de las mismas, combatió al liberalismo burgués capitalista en el campo de batalla, representando la lucha del campesinado, de las masas empobrecidas, de los "pequeños de España" frente a los grandes propietarios de la Oligarquía Capitalista y Financiera.

Surgiría también el movimiento obrero contestatario contra el capitalismo liberal burgués individualista del siglo XIX. La burguesía capitalista había establecido un sistema parlamentario en el cual dominaba la partidocracia burguesa. Eran partidos de cuadros, de notables, que buscaban el lucro individualista, defensores del orden idustrial, financiero y capitalista, despreciaban el mundo rural que defendía el carlismo. La burgesía capitalista aplastó el modelo de antiguo régimen estamental, para imponer un nuevo orden clasista inspirado en el poder del dinero: "Quien tiene el dinero, hace las reglas". Una falsa democracia, el censitarismo político.

El empuje de las corrientes políticas que constituían el movimiento obrero hicieron que se llegara al sufragio universal, pero los intentos de poner límite al poder del dinero fueron altamente complicados. Los socialistas, comunistas y anarquistas reivindicarían la plusvalía, denunciando la explotación laboral por parte del empresariado capitalista, y la voluntad de ser responsables y dueños de los recursos y medios de producción. En la lucha económica, entre la izquierda y la derecha, la izquierda representada por el movimiento obrero reivindicara ser los dueños de los recursos y los medios de producción de una manera colectivista y comunitaria, frente a una derecha económica capitalista egoísta e individualista. Pero mientras que los anarquistas en general se vinculaban a las formas agrarias comunitarias y colectivistas de producción, los socialistas se vinculaban a la industrialización de las fábricas de las ciudades, practicando la autogestión.

La derecha fue enemiga de siempre del Carlismo, una enemiga histórica del movimiento carlista, porque la derecha representaba el establecimiento del sistema económico capitalista, amparado en la industria, las finanzas y el comercio, representando a los grandes propietarios, a la oligarquía plutocrática de los Reinos Peninsulares, que habían dejado de ser Reinos, debido a la abolición Foral, por parte del Liberalismo Burgués Centralista, y se había convertido en Reino de España, desde 1833, con la nueva instauración y vertebración provincial, antihistórica y antinatural, para el modo de ser de los pueblos de las Españas y los españoles.

Para la izquierda fue muy complicado entender que hacían numerosos campesinos y jornaleros en las filas del Rey Legítimo y las creencias populares que representaba la religiosidad social del Cristianismo Católico en aquellas buenas masas carlistas. El Carlismo aparecía como un partido político con sensibilidad "izquierdista" por un lado, al representar las reivindicaciones sociales de los "pequeños de España", que se empobrecían con el nuevo régimen liberal burgués, y ya venían haciendolo con el anterior, debido a las medidas desamortizadoras y privatizadoras, que ponían la propiedad de la tierra en pocas manos. No obstante durante la tercera Guerra Carlista, las proclamas de los jefes carlistas, no sólo por restablecer los Fueros, sino por atender a las necesidades de llevar acabo una reforma agraria que pusiera la tierra al servicio de quienes la trabajaban, llevaron a numerosos campesinos y jornaleros a apoyar la Causa del Rey Don Carlos VII de las Españas, frente a una Republica Burguesa Centralista o Federal, y frente a una Monarquía Burguesa, la de Alfonso el "XII" restablecedora de la Oligarquía Burguesa y Financiera.

La derecha fue enemiga del carlismo, porque éste se opuso al desarrollo y al establecimiento de un sistema económico antinatural, que negaba la propia forma de ser de la naturaleza, al considerar al capitalismo como el fruto de los falsos rendimientos crecientes de escala que tienen lugar en los procesos económicos capitalistas basados en la concentración localizada de recursos a gran escala, para destinarlos a su fabricación y proceder a la misma venta a gran escala de los mismos, favoreciendo la aniquilación de los recursos escasos, convirtiendo a la economía mundial en un cancer planetario, al planterase desde el mismo sistema un crecimiento económico ilimitado e insostenible, por muy sostenible que se autocalifique, no lo es. Un sistema económico que fomenta la alteración exagerada de la naturaleza, forzando a la misma crecer al mismo ritmo del capitalismo, cuestión imposible, para satisfacer a una demanda cada vez más creciente.

El Carlismo representaba fidedignamente el mundo rural, aunque las Españas del siglo XIX fueran en su conjunto muy rurales, y la propia Oligarquía viviera en parte de los rendimientos del campo; la derecha capitalista ya despreciaba ese mundo rural, porque estaba concentrado en unas pocas manos, y todavía más aun, después de las desamortizaciones.

miércoles, 3 de febrero de 2010

El liberalismo es pecado

 Padre Félix Sardá y Salvany, un santo varón de la estirpe apologética.


Comentaremos esta entrada en su momento. No podemos aguantar por más tiempo las componendas y los parches, la complicidad y la traición de quienes se dicen católicos y están con el Enemigo.

VI.- DEL LLAMADO LIBERALISMO CATÓLICO O CATOLICISMO LIBERAL.
De todas las inconsecuencias y antinomias que se encuentran en las gradaciones medias del Liberalismo, la más repugnante de todas y la más odiosa es la que pretende nada menos que la unión del Liberalismo con el Catolicismo, para formar lo que se conoce en la historia de los modernos desvaríos con el nombre de Liberalismo católico o Catolicismo liberal. Y no obstante han pagado tributo a este absurdo preclaras inteligencias y honradísimos corazones, que no podemos menos de creer bien intencionados. Ha tenido su época de moda y prestigio, que, gracias al cielo, va pasando o ha pasado ya.

Nació este funesto error de un deseo exagerado de poner conciliación y paz entre doctrinas que forzosamente y por su propia esencia son inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la independencia absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo es el dogma de la sujeción absoluta de la razón individual y social a la ley de Dios. ¿Cómo conciliar el sí y el no de tan opuestas doctrinas? A los fundadores del Liberalismo católico pareció cosa fácil. Discurrieron una razón individual ligada a la ley del Evangelio, pero coexistiendo con ella una razón pública o social libre de toda traba en este particular. Dijeron: "EI Estado como tal Estado no debe tener Religión, o debe tenerla solamente hasta cierto punto que no moleste a los demás que no quieran tenerla. Así, pues, el ciudadano particular debe sujetarse a la revelación de Jesucristo; pero el hombre público puede portarse como tal, de la misma manera que si para él no existiese dicha revelación. De esta suerte compaginaron la fórmula célebre de: La Iglesia libre en el Estado libre, fórmula para cuya propagación y defensa se juramentaron en Francia varios católicos insignes, y entre ellos un ilustre Prelado; fórmula que debía ser sospechosa desde que la tomó Cavour para hacerla bandera de la revolución italiana contra el poder temporal de la Santa Sede; fórmula de la cual, a pesar de su evidente fracaso, no nos consta que ninguno de sus autores se haya retractado aún.

No echaron de ver estos esclarecidos sofistas, que si la razón individual venía obligada a someterse a la ley de Dios, no podía declararse exenta de ella la razón pública o social sin caer en un dualismo extravagante, que somete al hombre a la ley de dos criterios opuestos y de dos opuestas conciencias. Así que la distinción del hombre en particular y en ciudadano, obligándole a ser cristiano en el primer concepto, y permitiéndole ser ateo en el segundo, cayó inmediatamente por el suelo bajo la contundente maza de la lógica íntegramente católica. El Syllabus, del cual hablaremos luego, acabó de hundirla sin remisión. Queda todavía de esta brillante pero funestísima escuela, alguno que otro discípulo rezagado, que ya no se atreve a sustentar paladinamente la teoría católico-liberal, de la que fue en otros tiempos fervoroso panegirista, pero a la que sigue obedeciendo aún en la práctica; tal vez sin darse cuenta a sí propio de que se propone pescar con redes que, por viejas y conocidas, el diablo ha mandado ya recoger.

VII.- EN QUÉ CONSISTE PROBABLEMENTE LA ESENCIA O INTRÍNSECA RAZÓN DEL LLAMADO CATOLICISMO LIBERAL.
Si bien se considera, la íntima esencia del Liberalismo llamado católico, por otro nombre llamado comúnmente Catolicismo liberal consiste probablemente, tan sólo en un falso concepto del acto de fe. Parece, según dan razón de la suya los católico liberales, que hacen estribar todo el motivo de su fe, no en la autoridad de Dios infinitamente veraz e infalible, que se ha dignado revelarnos el camino único que nos ha de conducir a la bienaventuranza sobrenatural sino en la libre apreciación de su juicio individual que le dicta al hombre ser mejor esta creencia que otra cualquiera. No quieren reconocer el magisterio de la Iglesia, como único autorizado por Dios para proponer a los fieles la doctrina revelada y determinar su sentido genuino sino que, haciéndose ellos jueces de la doctrina, admiten de ella lo que bien les parece, reservándose el derecho de creer la contraria, siempre que aparentes razones parezcan probables ser hay falsa lo que ayer creyeron como verdadero.
Para refutación de lo cual baste conocer la doctrina fundamental De Fide, expuesta sobre esta materia por el santo Concilio Vaticano.
Por lo demás se llaman católicos, porque creen firmemente que el Catolicismo es la única verdadera revelación del Hijo de Dios; pero se llaman católicos liberales o católicos libres, porque juzgan que esta creencia suya no les debe ser impuesta a ellos ni a nadie por otro motivo superior que el de su libre apreciación. De suerte que, sin sentirlo ellos mismos, encuéntranse los tales con que el diablo les ha sustituido arteramente el principio sobrenatural de la fe por el principio naturalista del libre examen. Con lo cual, aunque juzgan tener fe de las verdades cristianas, no tiene tal fe de ellas, sino simple humana convicción, lo cual es esencialmente distinto.
Síguese de ahí que juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer, y juzgan asimismo libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues, no ven un vicio, o enfermedad, o ceguera voluntaria del entendimiento, y más aún del corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de cada uno, tan dueño en eso de creer, como en lo de no admitir creencia alguna. Por lo cual es muy ajustado a este principio el horror a toda presión moral o física que venga por fuera a castigar o prevenir la herejía, y de ahí su horror a las legislaciones civiles francamente católicas. De ahí el respeto sumo con que entienden deben ser tratadas siempre las convicciones ajenas, aun las más opuestas a la verdad revelada; pues para ellos son tan sagradas cuando son erróneas como cuando son verdaderas, ya que todas nacen de un mismo sagrado principio de libertad intelectual. Con lo cual se erige en dogma lo que se llama tolerancia, y se dicta para la polémica católica contra los herejes un nuevo código de leyes, que nunca conocieron en la antigüedad los grandes polemistas del Catolicismo.
Siendo esencialmente naturalista el concepto primario de la fe, síguese de eso que ha de ser naturalista todo el desarrollo de ella en el individuo y en la sociedad. De ahí el apreciar primaria, y a veces casi exclusivamente, a la Iglesia por las ventajas de cultura y de civilización que proporciona a los pueblos; olvidando y casi nunca citando para nada su fin primario sobrenatural, que es la glorificación de Dios y salvación de las almas. Del cual falsa concepto aparecen enfermas varias de las apologías católicas que se escriben en la época presente. De suerte que, para los tales, si el Catolicismo por desdicha hubiese sido causa en algún punto de retraso material para los pueblos, ya no sería verdadera ni laudable en buena lógica tal Religión. Y cuenta que así podría ser, como indudablemente para algunos individuos y familias ha sido ocasión de verdadera material ruina el ser fieles a su Religión, sin que por eso dejase de ser ella cosa muy excelente y divina.
Este criterio es el que dirige la pluma de la mayor parte de los periódicos liberales, que si lamentan la demolición de un templo, sólo saben hacer notar en eso la profanación del arte, si abogan por las ordenes religiosas, no hacen más que ponderar los beneficios que prestaron a las letras; si ensalzan a la Hermana de la Caridad, no es sino en consideración a los humanitarios servicios con que suaviza los horrores de la guerra; si admiran el culto, no es sino en atención a su brillo exterior y poesía; si en la literatura católica respetan las Sagradas Escrituras, es fijándose tan sólo en su majestuosa sublimidad. De este modo de encarecer las cosas católicas únicamente por su grandeza, belleza, utilidad o material excelencia, síguese en recta lógica que merece iguales encarecimientos el error cuando tales condiciones reuniere, como sin duda las reúne aparentemente en más de una ocasión alguno de los falsos cultos.
Hasta a la piedad llega la maléfica acción de este principio naturalista, y la convierte en verdadero pietismo, es decir, en falsificación de la piedad verdadera. Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las prácticas devotas más que la emoción, lo cual es puro sensualismo del alma y nada más. Así aparece hoy día en muchas almas enteramente desvirtuado el ascetismo cristiano, que es la purificación del corazón por medio del enfrentamiento de los apetitos. y desconocido el misticismo cristiano, que no es la emoción, ni el interior consuelo, ni otra alguna de esas humanas golosinas, sino la unión con Dios por medio de la sujeción a su voluntad santísima Y por medio del amor sobrenatural.

Por eso es Catolicismo liberal, o mejor, Catolicismo falso, gran parte del Catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo, es mero Naturalismo, es Racionalismo puro, es Paganismo con lenguaje y formas católicas, si se nos permite la expresión .

O con Dios o con el diablo.

Juan María Acebal, carlista asturiano, el «Príncipe de los poetas bables»

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- En este blog ya habíamos publicado algo sobre él, os recordamos los enlaces:

Juan María Acebal


En recuerdo del príncipe de los poetas bables

Juan María Acebal, el «Príncipe de los poetas asturianos», nació en Oviedo en 1815. En esta ciudad cursó sus estudios de latín con los Padres Benedictinos y de Humanidades y Filosofía en el Colegio San Isidro de Madrid, perteneciente a la Compañía de Jesús. La estancia de Acebal en Madrid fue muy corta, unos dos años, debido a la matanza de dieciséis religiosos de su colegio en julio de 1834 y el posterior exilio de la Compañía de Jesús, lejos de España. De vuelta en Asturias, junto a su hermano Francisco, se dedica a hacer trabajos de mecánica, así como de hierro, cobre y latón, casi todos ellos de carácter artístico. Se cuentan entre otros, el reloj de la Universidad de Oviedo y la verja de bronce que cierra la capilla mayor de la Catedral de esta misma ciudad. Los dos hermanos también fundarían la panadería El Molinón, con una maquinaria bastante moderna para su época. Se sabe que Acebal se sentía atraído por la pintura y la escultura, y que en ocasiones había modelado bustos de sus amigos, aunque nunca se ha encontrado ninguno de ellos.


Se casa el poeta a finales de los cuarenta con Juana López-Cuervo Guisasola, descendiente de un comerciante de la calle San Francisco, y tiene una hija a la que habrían de llamar Marcelina, que se casaría muy joven con Guillermo Estrada y Villaverde, gran amigo de Acebal y jefe político del carlismo en Asturias.



Pese a su carácter artístico, Acebal no llevó una vida pública notoria. Se sabe, por contra, que tenía un profundo sentimiento religioso, lo que le va a llevar a militar del lado de los carlistas en los conflictos de la época. Este hecho le traerá como consecuencia su exilio a Francia debido a la revuelta organizada por los carlistas entre 1872 y 1876. De vuelta a Asturias tras el exilio en Bayona (País Vasco francés) tiene que dedicarse a los negocios familiares. En estos últimos años de su vida sigue manteniendo sus creencias religiosas, siendo miembro destacado de las Conferencias de San Vicente de Paul. Al cuidado de la familia muere en Oviedo el 16 de febrero de 1895.


Acebal fue un poeta de producción mucho más pequeña que la de su contemporáneo Teodoro Cuesta, y publicada, sólo en parte, en la prensa asturiana. De todas formas, por su rigor lingüístico y altura literaria, fue considerado «Príncipe de los poetas asturianos», aunque su obra no se recogió en libro hasta 1925, cuando Enrique García Rendueles incluye en Los nuevos bablistas seis poemas y dos traducciones de Horacio. El que Juan María Acebal hubiese sido llamado «Príncipe de los poetas asturianos» en su tiempo es un hecho bien relevante que demuestra el buen hacer del autor y la buena consideración que ya entonces tenía. Se puede afirmar que fue el primer autor en lengua asturiana que rompió el tópico del campesino que narra hechos vistos por él. Por otro lado, desde Antón de Marirreguera (s. XVII) la poesía era de carácter descriptivo o narrativo y va ser Acebal el primero que la hará totalmente lírica. Lo que le dio fama a este autor fue su labor poética, a pesar de no ser un escritor que hubiese dejado una obra muy amplia. Hasta la fecha lo que se ha catalogado son once poemas asturianos, tres traducciones de Horacio, cuatro poemas en español y uno en italiano. La edición definitiva de la obra de Acebal la realizó en 1995 Antón García, con motivo del centenario del poeta, cuando se le dedica la Selmana de les Lletres Asturianes. Se recogen en ella todos los poemas de Acebal de los que se tiene noticia. El primer poema conocido es de 1858, A so Maxestá la reina doña Sabel segunda, donde comienza haciendo una descripción del viaje por Oviedo de la reina en el verano de 1858, acompañada de su marido, el Príncipe de Asís, y del Príncipe de Asturias, más tarde Alfonso XII. En la última parte de este largo poema, el personaje que habla es Pelayo, el rey asturiano, que se queja del abandono en el que lo tienen los asturianos y que aconseja al príncipe Alfonso desde el punto de vista del que comienza una línea sucesoria que va a terminar en ese niño. Enlaza con una larga y curiosa tradición de literatura escrita en asturiano que festeja diversos acontecimientos relacionados con la familia real española (bodas, bautizos, viajes a Asturias, etc.). En 1872 gana el premio para trabajos en bable en el certamen organizado por la Juventud Obrera Católica, con el poema titulado A María Inmaculada, uno de los primeros poemas religiosos asturianos, junto con otros escritos por Cuesta y por Fernández de Castro. Este poema supone un cambio importante en la perspectiva autor-receptor de la literatura asturiana.


En la mayor parte de los poemas escritos hasta entonces el autor no suele expresar su sentimiento más íntimo, a no ser que se trate de elogiar la vida de la aldea. Lo que solemos encontrar es la diferencia autor/personaje, poniendo aquél en boca de éste una serie de tópicos que se repetían de unos escritores a otros, formando una verdadera tradición, en la que pocas veces apuntaba la expresión sincera del sentimiento del poeta. En este caso el poema entero está construido desde la fe y desde el dolor del autor.


Pero la mayor parte de la obra de Acebal, la más importante, la escribe tras su vuelta del exilio, en 1878. En junio hace la primera traducción de Horacio, Vitae rusticae laudes, en julio fecha Cantar y más cantar, en octubre El amor del hogar y ¡Probe madre!, en diciembre La Fonte de Fascura y Arreglu de cuentes. En enero de 1881 publica la segunda traducción de Horacio, Maecenas atavis. No vuelve a editar en asturiano hasta finales de 1894, en que publica Refugium peccatorum. Su obra en asturiano se completa con un poema publicado en una hoja volante sin fecha, A María, y con una traducción más de Horacio, A Llidia. Cantar y más cantar es un largo poema en el que se describe, en una primera parte, desde el centro de Asturias y a pinceladas, el país asturiano. Después el poeta desciende a cantar la riqueza natural, para centrarse más tarde en la vida de los hombres y mujeres. El poema termina bruscamente con el cantar del cura en los entierros, cerrando así el ciclo de la vida. Esta composición ha sido el poema impreso más veces de la historia de la literatura asturiana, lo que contradice sobradamente la idea generalizada de que Acebal era un poeta culto y difícil que no entiende el pueblo. El amor del hogar y ¡Probe madre! tratan el problema de la emigración. En el primero, de quien se habla es del propio emigrante y de lo mucho que echa de menos su casa y familia. En el segundo, es una madre que se queda sola la que cuenta las penas de su soledad. La Fonte de Fascura, en contraposición a Cantar y más cantar, es el poema de lo local. La fuente de la que habla el poeta existe, y es una fuente natural al pie del Antayu, en el concejo de Parres. Arreglu de cuentes es el único poema humorístico del poeta ovetense, y su humor se diferencia bien del que se suele difundir en la literatura asturiana. Los otros dos poemas de Acebal, A María y Refugium peccatorum, inciden en la temática religiosa. El primero es de nuevo un canto a la Virgen, escrito antes de 1887 y, aunque impreso en una hoja suelta sin que conste lugar ni año, no se reimprimió hasta hace unos pocos años. El segundo es posiblemente el último poema de Acebal, impreso a finales de 1894, ya en vísperas de la muerte del poeta. Al niñín Jesús y Venite ad me et ego reficiam vos, escritos para la obra del catecismo, han aparecido recientemente en un cuaderno manuscrito. Sobre el primero de ellos hay una cierta polémica alrededor de su autoría. Si para Xurde Blanco se trataría de un poema de Manuel Fernández de Castro, amigo personal de Juan María Acebal, para Antón García el autor es el propio Acebal. A todos estos hay que añadir cuatro en castellano, Trébole, A Enrique Tamberlick, ¡Qué despacio el tiempo pasa y Charada, y uno en italiano, Ricordasti, mia cara. A los que habría que sumar las traducciones de Horacio al asturiano: Vitae Rusticae Laudes, Maecenas atavis edite regibus y A Llidia.


POESÍAS

Cantar y más cantar Impresiones de Asturias 


Si el cantar, si el poner cara de risa
De qu' unu ye dichosu fos la seña,
Quiciás la dicha tóa 'n isti mundu
Tendrinla los paisanos pel 'aldea.
Y el que diz pel' aldea diz n' Asturies,
Rinconcín del mió amor, de xanes tierra;
Tanto más encantada y petecible
Cuando i debe á Dios solu so guapeza.
Anduvi pe la tierra en que cuntaben
Que los Campos Elísios Dios punxera,
Y en pruno á lo cimero fui del monte,
Qu' entarró con un gómitu á Pompeya.
Ví enllazase los álamos crecíos
Co'la parra que d' un en otru cuelga;
Y palacios y estates, vilo tóo,
Pos sentada en na mar miré á Venecia:
Y faciendo al mió modu comparances,
Co' la idea p' Asturies siempre güelta,
Non topab daqué qu' asemeyara
Lo que 'nella entamó la Onipotencia.
Ya antes d' eso y allá en miós mocedáes
Pe los montes anduvi á mió faena,
Y al véme na más alta cuguruta,
AbaXo el mundu, el cielu na cabeza,
¡Qué nonada tan grande paecía
Lo que facen los homes! ¡qué miseria!
¡Qué grandeza, Señor, yera la tuya!
¡Qué grande vía entóncies to grandeza!
Del Armu que tién la primer ñeve,
Qu' espolvoriaste Tú enriba la tierra
Faciendo espayaderes de los aires,
Y de les nubes fiendo la peñera,
Tempranino miraba pa 'l saliente
Y llonXe, medio engüeltos co' la ñebla
Finina, traslluciente y sonrosada,
Conque 'l alba se viste ansí qu' espierta,
Y pasando p' ente ellos los rellumos
Tristes, que entós da '1 sol con so llinterna
Vía alzase d'Europa los xigantes,
Faciendo á Covadonga centinela;
Y allargando la sombra hasta mirase
En el llagu d' Enol: vía l' Auseba
Al que fura d'Orandi á so la Virgen,
El rabión qu' á sos plantes se despeña.
Casi al frente, del llau de Colunga,
Llevanta el puertu Sueve la cabeza,
Que i dió á Roma les potres asturcones
Que subín de rodíes una cuesta.
Allí baxo 'ta el monte Naranco.
El que tién engarzá aquella perla,
Que á la Virgen llabrói el Rey Ramiru,
Desque llimpió d' Asturies la vergüenza.
Y al par d'ella aquel utru blincu d' oro
Del Santu San Miguel, del que con pena
Güelvo tristes, muy tristes, los miós güeyos
Al ver que de sí mesmu ye güesera.
Y mirando pa 'ntrambos 'ta 'illí Uvieo
Nel que punXo quiciabes Don Fruela
So gobiernu non más, pos ya Santiago
'N elli el primer discípulo escoyera,
Según que nel Pilar de Zaragoza
Un vieyu pergamín hay que lo reza.
Y á miós piés 'ta el Monsagru con so ermita
Que nos siglos sirvió d'escondidiella
A les Santes Reliquies que en Uvieo
Todu 'l mundu cristianu reverencia.
Pel Poniente hay les sierres de Bedures,
Que el Feniciu furó la vez primera,
Y tras elli el Romanu, que sacaba
Co les venes de sangre d' oru vena.
Entovía se atopen les migayes
Per un llau y per utru, y per Navelgas;
Y baXando pel río á Cornellana
Cuéyenles los paisanos ente arena,
Que mezclen con el zógue y dempués lleven
Regolviéndolo xunto 'nunca duerna.
Qué tó decir de Cangues, nin de Pravia,
De les Luiñes, Caranga y de Teberga;
De Grao, de Quirós nin de Proaza,
O sitios qu' endayuri el güeyu viera?
Yo non tengo palabres pa esplicallo,
Y déxolo p'algunu que más sépia.
A lo llargo mirando pa Castía,
Está la enrevesada y alta sierra,
Que allega desde el mar de meudía,
Espurriendo los piés, á Finisterra.
Y pel mar! Dexarélo pa utru día,
Que sinón va llevame muncha xera,
Pos falta por falar lo que Dios sabe,
O quiciás se me acabe la pacencia.
Ente montes y montes, tantu valle
Tantu ríu s'atopa y arboleda,
Tan hermosu cad' unu pel so estilu,
Que si dan á escueyer náide escueyerá.
¿Quién ye el que pintar puede el Paraisu
Que dende Sobrescobiu á San Esteban
Quier decir, desque naz fasta que muerre,
Per ú pasa el Nalón con so agua riega?
Aquí mansiquín cuerre per un valle;
Allí furó una bóbada na peña,
Acá fierven y gufen sos rabiones,
Alla, si un peñadal el sitiu estrencha,
O encuéyese y apierta pocu el pasu,
O chando golfaraes salta juera,
Más abaxo y abriéndose en dos brazos,
Una isla encantada entre ellos dexa,
Mientres d' aquí y d' allí más ríos baxen
A xuntase con él á la carrera..
Nun llau da les truches regales,
En utru les anguiles y llamprea,
Acá cría á montón esguinos rales,
Les traínes allá de salmón llena.
Y todo ello ente un agua cristalina,
Que cuanto hay fasta el suelu trasparienta,
Y arrodiau de praos, montes, cases,
De espesura y verdor per cada vera.
Aquí yera el cantar, aquí reíse,
Si el reíse y cantar, de dicha é seña,
Pos aquí tóo canta y rise tóo,
Flores, páxaros, aire, cielu y tierra.
Les fontes están siempre marmullando
Al gorgolar el agua de la peña,
Y los páXaros van de rama en rama
Cantando sos amores en so llengua.
El regatu paéz que canta y llora
De guixarru en guixarru y piedra en piedra,
Y les rames abáxense á abrazallu
Falagándoles él á la carrera,
Y dándoyos un besu en cada pómpara,
Que al Xuntáse con elles arrevienta.
Enriedáu con unes y con otres,
Paéz qu' apara un poco y arrepresa,
Pero esmuzse enseguida callandino,
Pos otres más abaXo 'tan 'n espera
Y á toes elles quédenyos pingando
Goteres como llágrimes que is dexa.
El aire suaviquín y gasayosu,
Agua arriba, agua abaXo les Ximielga.
Y á poneles pingando y á secalles
Celosos un del otru van á tema.
Ri que ri, sin parase á tomar fuelgu,
Tan los grillos cantando na praera,
Galana co les flores á millares,
Que non más que la mano de Dios sema.
Per escayos y sebes ropiellaos
Campanines, villortos, mariselva,
Entre piñes d' amores negres, roxes,
Que á miel saben coídes pe la fresca;
Del cenoyu '1 oriéganu, ortelana,
De todo ello faciéndose una mezcla,
Arreciende un golor que non se sabe,
Pero 'l alma adormez y el pechu enllena.
A la vera del río en qu' una nasa
Del' cañal al remate truches piesca,
Remangau el calzón á los cadriles
Un rapaz corta un ramu de salguera;
Y sacándoi con maña, en sin quebrase,
El cañutu que sal de la corteya,
Igua arteru un xiblatu con que toca
Al compás del sonsón de la reguera.
Disti sen á la sombra de carbayos
Apeluquen les vaques herba fresca :
Si echa el mozu que llindia una tonada,
ArruXídeni d' otra carbayera,
Y apórfien á quien más y meyor canta,
Sonsañándose el son y la cuarteta,
D'utru sen, p' ente espesos castañales,
Que cad' un tién un bálagu de fueya,
Sonen gaitas, tambor y volaóres
Que fan en sin querer alzar la pierna.
Ye que van con un ramu de seguío,
Nin sé si pa Llugás ó pa la Cueva,
Non fechu de rosquíes y panoyes,
Sinón que ye d' un añu una nuviella
Galana, roXa, llúcia y encintada
Y en tá ye poco, pa quien ye la ofierta.
Cuesta arriba blincandu van les cabres
Tosquilando llambiones la mortera;
Ansí qu'oye el mozacu que les curia
Nutru escobiu ruXir dalguna llueca,
Desataca el zurrón que trái na 'spalda,
Saca d'elli torcía turullera
Da un toquidu qu' enllena les cañaes
Y atendi si dalgún i da rempuesta.
Per encantu, ó non sé qué tién el cuernu,
De sos coses sin vése dánse cuenta
Con tal arte, que ye una maravía
Que naide, á non oíllo,lo creyera.
Ello ye que pel llanu, pe los altos,
Per el ríu, pel monte y per u quiera;
Fáiga el llabor que fáiga 'l aldeanu,
Que trabaye pa sí, qu' este d' andecha,
Tempranino, de nuechi, al meudía,
Qu' el mundu 'sté regüeltu ó quietu 'stea,
Atentu al so llabor él siempre canta,
O satisfechu ó pa 'scuerrer la pena,
Si detrás de les vaques perezoses
Regolvi co 'I llaviegu fonda secha;
Nel sallu, cuando rinquen el morgazu,
O arralando el maíz cuando s' arrienda 
Al siegar el narbasu y facer cuques,
O panoyes llevar na 'squirpia enllena;
Cuando texe les riestres na 'sfoyaza,
O, esbillando, el tarucu llimpiu dexa,
Atentu al so llabor él siempre canta
O sastifechu ó pa 'scuerrer la pena.
Canta cuando pel sol del meudía
Co les mesóries les espigues piesca,
O na era á dos files con manales
Máyales al compás y suelten la erga;
Y cuando la rabila y les muyeres
Bañen la escanda qu' en sin poxa queda.
Y canta al cabruñar el so gadañu,
Con que braciando los marallos siega;
Y al montonar la herba nos varales,
Y enllenar la tenada desque seca.
Y canta al xurrascar los castañales,
Que tienen los oricios boca abierta;
Y dempués de demelos, al xuntalós
Pa que ablanden los pinchos ena cuerra.
Y canta cuando 'ta mayando Ilino ;
Y canta si lo 'spoda y lo rastiella;
Y canten les mozaques en la fila
Cuando 'stán esmesando pe la rueca.
Y al coyer la mazana y al pisalla,
Y al dar güeltes al fusu que la apierta,
Y al enllenar les pipes co la sidra,
Mezclándoi torcipié pa dai más juerza...
Entós ye 'l ijujú y son los cantares,
Pos anda la zapica muy lixera.
Cuando fai un magüestu también canta;
Y na danza que s' arma na foguera
La víspera de un Santu, ó de la Virgen,
O de la so Parroquia al ser la fiesta.
Allí ye 'l repicar de les campanes,
Y el tambor y la gaita dir á tema.
Allí ye 'l quemar árgomes á carros
Y d' un llau y del utru co la trienta
De fierru regolver los fogarales
Qu' a la rodiada allumbren media llegua.
EI fumu, les Ilapiaes, les povises,
Que cad' una paéz que ye una estrella,
Retórniense pel aire, y hasta el cielu
Pon roXu el incendariu que llí quema.
Y dempués, al danzar na romería,
Pel moñín engancháos, flendo rueda;
Cad' un co'l atadoñu puestu al brazu
Y xingándose á un tiempu con fachenda,
Pasu a'tras, pasu alantre caminando
Al compás, regolviendo á la derecha,
Y dalgún farfantón arruxidando,
Canten unos delantre la cuarteta,
Y arrespuende el xentíu de la danza
Cantando la Bendita Madalena.
Por cantar ha cantar también el carru,
Que hasta tién en 'a exe cantaera;
Y sin non canta bien, non ye de pasu,
Nin arranquen los gües, pos tienen pena;
Y más qu' ellos á naide lo cuntaron,
Tiénlo el home chantao na mollera.
A la postre el cantar tamién se acaba,
Qu' en 'l mundu non hay cosa que non muerra;
Pero el que canta entóncenes ye 'l cura
Por el alma del muertu. En gloria estea.


A MARIA INMACULADA


¡Ay Maríal

Quixe facer, ¡oh Virgen soberana
De los cielos ! un día to pintura,
Dióme so lluz la lluz de la mañana,
El cantar de los páxaros dolzura,
Perles y flores, y cuanto engalana
Isti mundu, colores y hermosura:
Y, por más q’ alliñalo todo quixe,
Un borrón fói non más lo que yo fixe.
Borrón ye todo lo q’ el home miente,
Si quier escaciplar lo que Dios ígüa,
¿Qué ye isti fuebu, que ´nel seno un siente,
Que cuéz la sangre y no nos fai enxigüa?
Y el telégrafu q` hay na nuestra frente…
Y el llibru en sin ringlones?… ¿quién verigüa
Como… tris… ta un del mundu á la otra vera,
O llée de pe á pa so vida entera?.
Milagros, que dengunu los algama,
Nin teniendo la cencia más erguta:
Entiéndelo Dios solu que lo entama,
Que i diz al mar que calle, y non gurguta,
Como al tronidu que pé ¨I aire brama;
Que arroxa al sol y señalói so ruta:
¡ Y tanta admiración, por Dios criada,
Borrón ye en sin María; non ye nada !
¿Viésteis un ricu, que si en casa `spera
Una presona de la que ye `mante,
Lo de dientro revólvilo pa fueru
Y lo que `stá pa trás ponlo pa ` lante;
Y fáise lo que él quier y como él quiera
O non hay un nacíu que lu aguante,
Hasta q` aquella vien, y entonces queda
Más suave y falagosu q` una seda ?
Ansí Dios, q` al facer el firmamentu
Pensatible non más `taba en Mariá;
En María non más cuando `l cimientu
Del mundu enriba `l aire lu ponía;
Y cuando, con non más tomái el tentu,
Féxoi rodar com` una carretfa;
Y cuando allumó `l sol, lluna y estrelles,
Los rellumos, los rayos y centelles.
Y tantu Serafin, y Anxele tantu,
(Q` á elli, pa ser Dios, no i facin falta),
Que si canten á un coru ,
<> el utru salta,
Pa ella los crió; prestói so mantu,
Y la siella, so Sí, púnxo-i tan alta,
Que si en so esencia non está mecía,
Han estalo na sangre dalgún día.
¡Ay del que tan siquiera dé un barruntu
Que á la Virgen María i tien coícia !
Encontinenti, sin pasa-i un puntu,
Echase-i con apremiu la xosticia.
¿Ye `I primer salibón en isti asuntu
El mandón de la anxélica melicia?
¿Cayó? Pos non hay duelu: ¡ cebellada !
Como María, fuera Dios, no e nada.
Allá vás, ¡ condergau ! á los infiernos.
¡Asina t` afrellás esa zapada !
¡Ansí se desmocaren los tós cuernos
Al dar nel calabión la tuñonada !
¡Y al rinchar les portielles en `os pernos,
Y al gomitar de fuebu la llapada,
En carbón y ceniza te golvieres
Pa que á María llazos no i punxeres !
Pero ¡ quiá ! Si del árbole na fruta,
Qua va comer Adan, él se sofita…
Más que del tueru hasta la coguruta
Lu `smagaye con so baba maldita:
Pos Dios, que bien conoz so cencia astuta,
D` una caspia sacó ya la pevita,
Que semada `nun güertu muy ciarrau,
A so tiempu ha dar frutu sazonau.
Si cuida q` apestando ‘l mundu enteru,
Y de so obra represu, Dios lu afuega,
Non ha haber quien i tríe ya `l gargüeru,
So rabia endegoriada bien lu ciega,
Que non vé del rabión pe `l espumeru
Nalar un arca, que ya `l puertu llega,
Y é que há trer, desque asitie `n una llomba;
De la pevita el güañu una palomba.
Si en Farón, mar, desiertu, fame y sede
Se enfota, como si él no se enfotara;
Enriedos son, que Dios i dexa arrede
Y desígüa-i Moisés có la so vara.
Arca y pueblu de Dios va pa onde debe;
La tierra prometía ya arrepara,
Y trái d’ ella recimos, flor bendita
Del ramu que güañó de la pevita.
¡Ansí fái burla Dios del que altaneru
Contra el so poderíu se !levanta !
¿ Qué ye l` ánxel? ¿ qué el honre? un formigueru
Que desfái, si Ellí quier, có la so planta.
Pero á aquel que ye humilde, pe `I senderu
De sí mesmu lu lleva á dicha tanta
Como á María, que nin home sabe
Nin ánxel cuanta gloria en ella cabe.
Porque igüó-i cielu y tierra pa morada,
Pa llámpares el sol y les estrelles,
Y pa q` en sos palacios faltás nada,
Los ánxeles pa paxes y doncelles:
Y más que Adan non chase la llambiada,
Q` al Verbu i fexo sangre nes costielles,
Barrunto q` el Verbu home se faría,
Non más que por llama-i madre á María.
¿Qué muncho, entós, ye vélu enfurecíu,
Si co `I bien de so Madre un s` avenena,
Y si el utru, que `staba ya advertíu,
A llorar por so gustu la condena !
Abaxo Satanás co `I so partíu !
Pa la envidia el infiernu é poca pena;
Adan y Eva allá foren xustamente
Si á so Ma non tuviera Dios presente.
Agora Adan non ye el que á los lleones
Yos peña, como oveyes, el pelámen;
Lleón ye Dios, q’ encrespa los mechones
Y hasta el gargüeru ensiña-i el dentamen.
¿A ú tás? díz-i, hinchando los polmones:
Y al ruxidu atapando, porque i bramen,
Les oreyes, con Eva sal corríu,
Miedosu, triste, llocu y sin sentiu.
¡Ay ! Non abriamos, non, los llibros santos
D’ aquel tiempu, en que Dios, enllenu d’ ira,
Señaló pe les vegues y los cantos
La tirria del lleón, q’ Elli respira.
Acá sangre, allá fuebu, acullá llantos
Ye lo q’ unu non más tiemblando mira;
Y hasta pa dar al mundu so lley santa
Truenos y rayos, con q’ al mundu ’spanta.
Abriámos unes fueyes más alante;
Ainde, onde ‘l lleón se fái corderu,
Desque cuayó la flor, de q’ un istante
Non dexó de ser Dios hortelaneru:
Ya dúnvia á visitalla por delante,
Pa dir El enseguida, un mandaderu.
Un ánxel, y el recau que i envía
Non más q’ estes palabres, ¡ Ay María !
Cantái, fios d’ Adan, cantái cantares,
La señaldá dexando y la tristeza,
A la que vieno ver los nuestros llares,
Pa frañi-i al degorio la cabeza.
Cantái, fios d` Adan, cantái cantares
A la que ye en sin par e na pureza
Y pa Madre de Dios foi escota:
Cantái co nel arcánxel, ¡ Ay María !
Cuando de l` alba el fresquilIín se siente,
Q’ ella avienta, al correr la so cortina
Aprisa, porq` al sol nunca i consiente
Mirá-i la cara, más que cuerre aina,
Peñera per el llanu y la pendiente
Mil perles, q` arregaza en `a borrina:
Buscái pel campo cuando allegue el día,
Vereis que bordó d` elles, ¡ Ay Maria !
Callenta el sol los brotos de les flores,
Mirándoles con güeyos amorosos,
Y sácayos al rostru los colores
Que siempre la vergüenza fai hermosos;
Per el prao recienden los golores,
Que yos furten los aires enredosos,
Y unes y otres, en bona compañía,
Texen lletres que dicen: ¡ Ay María !
Y si, cansadu ya, `tapez el cielu,
Porqu` elli s` arrecuesta allá pa `lante,
Entóncenes la noche, echando un vuelu,
Sele y llixera sal en un istante,
Tendiendo el so mantón de terciopelu,
Cuayau del rubín y del diamante;
Mirái so relluciente piedrería,
Y lleéi nos engarces, ¡ Ay María !
La fonte, que burbuyes avervena,
El páxaru, que canta con dolzura,
El aire, que `nes rames s` encadena
Y có les fueyes sin parar marmura;
El vientu, el mar, el rayu, y cuando truena
La chispa del rellumu q` apavura…
Todo, á la postre, cuanto el Señor cría
Sin parar apelliden ¡ Ay María !
¡ Oh María, mió amor y mió dolzura !
Nuestru consuelu y esperanza nuestra !
Que te asientes de Dios xunta l` altura
Y de Xexós, tó Fíu, á la so diestra;
Si al ánxele, pa alzate á tal ventura,
De lo que había falar se i punxo muestra…
Non puéo en to alabanza ¡ oh Madre mía !
Dicíte más q’ el ánxel, ¡ Ay María !




¡ POBRE MADRE !

Currucada en portal n’ el santu suelu,
Co’ les manes á Dios en el regazu,
Los güeyos ‘tristayaos y mirando
Ententes pa ‘l aleru del sobrau;
Sueltándosei dalguna que otra llágrima,
Gorda como les perles del rosariu,
Está una probe madre, que da pena,
Pos d’ una Dolorosa ye el retratu:
Dengunu al vella ansina non dixera
Que noi ‘charen los polvos d’ un encantu.
Ya dís que, en allegando la tardina,
Los llabores que fay dexa pa un llau,
Y escalzando los pies, pa non fer ruidu,
Y con tentu y cudiáo ‘echando el paso,
Vien de puntes, igual que si ún dormiera
Y tarreciés la probe despertallu.
Ye pa non escuerrer una andarina
Que, ente el múriu y ‘la aleru, allí apiegau
Tien el ñeru, y paéz que á la so cría
Reláta el óra, óra con so cánticu,
Aposada ‘n ‘a güelta d’ un gabitu,
Que metanes xunto élli ’stá ’spetáu.
Non sabe lo que ye, si son hechizos,
Lo que i fay dir pa allí casi que al rastru,
Y en sin apístañar y en sin allendu,
Oyer d’ aquella páxara el verbariu.
¡ Qué coses se i acuerden á la probe
D’ un tiempo que se fói como un relámparu !
Qué llagues non se i abren dolories
Col ñeru que ’stá enriba y con el páxaru !
Oyéi lo que i relata á la andarina,
Igual que si falás con un cristianu :
«¡ Páxarina ! tú que vienes
Cuando en campu la flor sal,
Y en llegando la Seronda
Ella vien y tu te vas;
>Tú non sabes ¡ paxarina!
Cuanta ye mió señarda
Al oyite tan alegre,
Xunta ‘I ñeru tó cantar.
>Tú la culpa non la tienes
De la pena que me dá,
Porque mal non me fexisti
Nin te fexi yo á ti mal,
> Al revés, en esta casa
Yes como un de los demás,
Y non hay quien non te quiera
Y no i guste ver to ñal.
> ¡ Paxarina ! tamién tuvi
Yo fiínos que criar;
Diyos sangre de miós venes,
¡Quién pudiera dayos más !
>Tamién yo canté al par d’ ellos
Como tú cantando ’stás,
Y salía callandino
Désque, añando, dormín ya.
> AI tú dite ¡ paxarina !
Van tos fios ú tú vás,
Y, á non ser aquesi ñeru,
Per aquí non dexes náa.
»Los miós fíos ¡¡ jueron solos !!
¿ Quién á vellos golverá ?
Tu has vinir cuando les flores
Y los miúyos ¿ non viendrán ?
> Como queda solu el cielu
N’ á Seronda, que vos vais,
Y enmudéz des que ya i falta
Vuestru alegre esgargayar.
»Quedó ansina la mió casa
Desque foeron pa acullá
Los miós fíos, ¡ andarines
Que non sé si golverán !
»Si non güelven ¿ pa qué sirven
Esta casa, isti fogar ?
En to ñeru habrá alegría,
En el miúyu pena habrá.
»Tú, que dás la güelta al mundu
Más ína que ‘l sol la da,
Anda ver si los atopes
Cuerri aquí, cuerri acullá.
> Ellos han de conocete
Ansí que oyan to piar,
Y tú á ellos, que los visti
Munches veces nel portal.
»Vaxa, vaxa ¡ paxarina !
En miós güeyos á chupar
De les llágrimes que vierten
Una güena vocaráa.
> Has de dáyosla á miós fíos,
Si los llegues á topar,
Y cuntayos les que lloro
En mió triste soledá.
«Anda, cuerri ¡ paxarina !,
Que si quiés, güelves y vas
En un verbu, ¿ quién supiera,
Como sabes, esnalar !
> Cuerri, cuerri ¡ paxarina !,
Ven cuntame como ’stán;
Si, suañando yo con ellos,
Piensen ellos en so má.
Ven á tréme’n el to picu,
Nel que miós llágrimes ván,
Carta d’ ellos, que sea el pañu
Pa miós güeyos ensugar.
»Anda, cuerri; aquí t’ aspero
Nisti sitiu acurrucáa;
Si, al golver, sin nada güelves
Muérome de señardá. >
Igual que si entendiés lo que i falaba
La páxara ’scolgose d’ aquel palu;
Dió güeltes pe ‘l portal de despedía,
Como si fués facer aquel mandau,
Y, ‘echando un esnalón, sal com’ un cuete
Chillando muy llixera per el campu.






El amor del hogar

Tirai el sitiu á fin de so nacencia,
Ansí fós una vega, ansí fós braña;
Dispónxolo EL QUE PUEDE, pa quel mundu
De xente senllenás á la rodiada.
Sinón ¿cómo acullá peronde el xelu
Cuáya ‘la llende como ñeve blanca,
Ol sol todo lo pon fecho un tormentu,
Alma nacía hubiés que satopára ?
Baxa un rapaz dun altu, nelque dexa
So casa nuna peña encolingada,
( Con más necesidáes que vayura,
Que sinón non saliera ellí la casa ),
Pa dir ver si cuerriendo llueñes tierres,
Lo que llamen fortuna lu afalaga:
Y al dexar á la postre aquelles muries,
Que el mundu son pa elli y pa so casta,
Pos de padres á fíos ya fay siglos
Que vien dunos enotros so llevancia;
Al ver la vez postrera aquelles teyes,
Co la pena que tien ríncasei lalma,
Y el corazón estrúmai pa los güeyos
Llágrimes, que i escalden pe la cara.
¡ Dexa lo quen dayuri non satopa
Nin se viende nin mierca co la plata !
Allí dió el primer sírpiu cuando al mundu
So madre ente quexidos lu emburriára;
Allí de mayorucu andevo á ñeros
Y piescó calandrinos nuna carba,
Iguándoi so pá muy curiosina,
Pa criallos, de blimes una xáula.
Dempués que adeprendió les cuatro regles,
Quel Cura nel cabildu i ensiñara,
Llixeru al cordal diba ver les vaques
Tos los dís, al riscar de la mañana,
En viniendo el bon tiempu, tras linviernu,
Que el ganao cadún pal puertu afala,
Llibrándose él del sol y algún chubascu,
Nos vellares que fan pe la collada.
Magar que yos muxía nel vallicu
La llechi, que metá tienlo de nata,
Otra güelta baxaba común corzu,
Al sonar el fumeru na quintana;
Y, sientándose en llar al mor del fuevu,
Golpe aquí, golpe allá al follicu daba
Enriba les rodíes, estremando
La debura, quempués so madre escáncia,
De la nidia mantega, que al mercau
Pa fer dalgunos cuartos ella baxa.
Allí non hay un sucu nin un foyu.
Allí non hay peñedu nin cañada;
Allí non hay monte nin campera;
Allí nin camín Ilanu nin de cabra,
Más que sea nel picu, que nes nubes
Se escuende y nelque pon so ñeru láguila,
Que non tengan triáo sos coricies,
De robecos al dir con so pá á casa.
Con aquestes idées imprentaes,
Que non quita del tiempu la cenrada,
Y ente besos, conseyos, bendiciones
De so má, de so pá y de la so hermana,
Allá foy navegando pa les Indies;
Y, fechu á trabayar, trabayó d’ alma,
Dunviándoyos, desqué topó acomodu,
Les premicies que tevo de soldada.
Corrió les dos metaes disti mundu.
Qu’ el non viés al encruz non dexó nada;
Pero siempre amurniáu y pensatible,
Pos tién el pensamientu ú tien la llaga.
Mentái per detrás delli,el picu Isoba,
El Sellón, la Marea ó á Llozana,
Y veréislu espertar como si oyera
Dun ánxele la música encantada,
Que ‘l aire i la truxés en pelondina
Coyéndola al pasar per so quintana.
Entóncenes, igual que ‘nun espeyu
So pá séi representa y la so hermana,
Y so má, que había dar porque i lu güelban,
Tudu ‘l oro molío duna ayalga,
Pos ya lloró más llágrimes por élli,
Qun copín apinau tien de grana.
¡ Ansí cuando furtó los calandrinos
Detrás delli piando foy la páxara;
Que en querer á los fíos son lo mesmo
Los homes y animales juera ‘l alma !
Non puede arrepresar más nel so pechu
L’ amor que en munchos años axuntára,
Y, enllenu el corazón, per el salibu
De los güeyos en llágrimes españa.
Tresaléz por golver pa la casina,
Que ta enriba la peña encolingada,
Y yé, como quien diz, el so caxellu,
Faciendo nel ensamu bona falta
La abeya, que chupó en llexanes tierres
El zúmen de la flor quiciás amarga,
Y de gustu y golor á cual más ricu
Pacá de cera y miel güelve cargada.
Quixera esnalar más quna andarina;
Quixera cuerrer más que ‘l aire ’snala;
Quixera poder ‘char dallá un rebalgu,
Posando lutru pié na so corrada;
Pos prúyei allegar cuanto más ina,
A pagar el desquite, con ganancia,
De los besos, conseyos, bendiciones
De so pá, de so má y de la so hermana.


Oviedo, 10 de Octubre de 1878






Refugium peccatorum


Ora pro nobis
Dexa, Señora, Madre y Reina minya
Que bébia pa cantar tos alabances,
Na clara fonte de la gracia Tuya
Una pinta ná más, una burbuya,
Que supla lo que is falta á miós alcances.
Dexa allegar mió boca á la corriente
Y en sos gorgotos que la sede mate:
Déxame saborgallos amplamente,
Pa ‘l pechu enardecer, y que mió frente
A suaños d´amor tuyu se arrebate.
Nisi fornu d´amor, siempre arrooxau,
Pos ye´l ardor divino el que lu tiza,
Al mió corazón triste y engurriau,
Calléntalu, qu’ está per axelau;
Morriói el fuebu ya, quedói ceniza.
Y estando po los años arreciu
¿Qué sirve de que i pruya á un probe vieyu
Féte el postrer cantar, si al pechu fríu
Noi allega ferviendo el to soplíu,
Que lu abure en to amor y i de conseyu ?
Quixés remocicar, non pa entovía
De vivir allargar la caminada,
Sinón pa festexate ¡ Má quería !
Ganáte el corazón y á¨l alma mía
Tenella antes del xuiciu perdonada.
Qué va a ser de mi probe, si Dios me echa
La pena, que merezco por miós culpes,
De qu’ El tíen ce por be la llista fecha,
Y si al dái cuenta d’ elles muy estrecha,
¡ Má del alma ! á isti fío non disculpes.
De que tu yes mió Má y yo ‘l to fíu
Bien te lo encamentó el Señor clavau
Na Cruz, cuando soltó el tercer clamíu
Y, en xusticia, el que tíen que ser cumplíu
El primeru, ye l’ últimu mandau.
En isti enfotu gárrome al to mantu
Y clavo nel Señor los gueyos míos;
Vellu en Cruz por miós culpes dame espantu,
Desapéname Tú por to amor santu,
Pos yes corazón toa pa tos fíos.
Y Tú, Señor, sin vida y qu’ al velume
Ente el cielu y la tierra la Cruz puesta,
Quiés que, tiemblando el mundo, el sol sin llume
La llanza al corazón To sangre estrume,
Allárgame el perdón que tal te cuesta:
Que si debe el trabayu de les obres
Ser la regla del costu á qu’ élles salen
Y si á isi tenor les tuyes cobres,
Yo del bien todu faltes, del mal sobres,
¿Con qué voy á pagate lo que valen ?
Sal por mi la To Madre, á quien i asisti
Bon por qué pa esa gracia merecella;
Si del senu del Padre acá viniste
Fo al To senu, y la sangre que vertiste
Nel mesmu te foy dada, y era d’ Ella.
Sin mancha de pecau concebía,
Pa triar la culiebra engañaora;
De toes les muyeres la escoyía,
Pa que fués la Má tuya, redimía
Si foy, Ella ye corredentora.
Muy lluego por mió vez vo á la presencia
D’ un xuez que non se tuerce á ser llamau.
¿ A quién no lu pizcaña la concencia?
¿Y cuálu, pa que afloxen la sentencia,
Non tíen bon menester d’ un abogau?
¿Y lu hay como yes tú? Quién poderíu
Lu tien igual al to? Si non yes Diosa
Del Padre Eternu yes el meyor Críu;
Y el Fíu de Dios vivo ye To Fíu
Y yes del Santu Espíritu la Esposa.
Y siendo Tú la Má, la Esposa y Fía
D’ Cristo, del Paráclitu y del Padre,
¿Qué ha negar isi Pá á la To porfía ?
¿ Fóite al contra el Esposu dalgún día ?
¿Y el Fíu no ha `star súditu á so Madre?
Manda Tú, pos que tienes en sin tasa
De la tierra y del cielu los poderes:
Tú yes la dispensera de la casa;
Per to mano los dones Dios mos pasa
Y fránquia á sos tesoros les peslleres.
Y pos dióte el Señor tal poderíu
Pa amparar desgraciaos pecadores,
Atendi compasiva al ruego miu,
Y duelte d’ isti probe desvalíu
Que tien bon menester de tos favores.
Aina va salir el mió procesu
Y si el xuez por mios culpes ye contrariu,
Pos fui ¡Ay de mi probe ! muy aviesu,
Poneivos Tú y to Fíu en contrapesu
Pa enclinallu al conciertu del Calvariu.
Del infame maderu á recostines
Fixeron sollivialu al Cirineu:
Sin sangre y derrangau á deciplines;
Sin fuelgu y coronau con espines
Que is morriés pel camin tuvieron mieu.
Pero entá allegó al Golgota arrastrau:
Ena Cruz se enclavó al Divinu frutu
Y ente inxuries y afrentes fo emprúnau,
Y al vese por so Padre abandonau,
Entrugandoi por qué, dió un gran sollutu.
Non por eso sintió vese humanau
Pal home de Dios home ser valíu
Qu’ acabantes de ser atormentau
A so Padre escusómos de pecau
Y el perdón de la pena y fo pidíu.
M´s pa Tí el Consumau foy muy triste
Llamándote mujer, entamó el trueco,
El mesmu qu’ en to seno concebiste,
De cambiáte en mió Má y Te aveniste
A que fués fíu tuyu isti provecu.
Y pos debo de Cristo á les bondaes
El que seas mío Má y la mío Tutora,
Ten les puertes de mió alma bien guardaes,
Les del cielo de par en par franquiaes
Pa alabáte allá siempre i A Dios Señora !