Nada humano puede llamarse Causa sin ideales nobles y
virtudes propias; el Carlismo es Causa Santa por sus ideas y porque tiene una
virtud característica: la lealtad. Sin ella los ideales perecen y nuestra Causa
quedaría degradada.
Por eso yo debo preveniros del peligro para los ideales y
para la lealtad, cual es el desaliento.
Ese es el que tienta al abandono de la brecha, persuade al
conformismo y engendra las disensiones. Contra el desaliento yo os recuerdo que
la vocación de carlistas es vocación de luchas y contradicciones, vocación de
espíritus fuertes. Si así no fuera, habrían invadido nuestro campo, atraídos
por el brillo de nuestras glorias, todos los adoradores del dios éxito. Nuestro
Dios murió en la soledad del calvario; nuestros reyes en las tristezas del
destierro. Sin esas grandes amarguras, que llenan nuestra historia política, no
tendríamos derecho a la clara esperanza en la pronta resurrección de España
acabadas las actuales dolorosas tribulaciones.
De corazón os saluda, vuestro
Francisco Javier de Borbón
Pp. Reg.
Roma 8-V-1950.
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