viernes, 23 de septiembre de 2011

Hacia un Orden Social Cristiano: el marqués de La Tour du Pin

 Las tres escuelas de economía, según el clásico de la contra-revolución, marqués de La Tour du Pin:

1) el que considera al hombre como una cosa - el liberalismo
2) el que considera al hombre como una bestia - el socialismo
3) el que considera al hombre como a un hermano - el corporativismo
La Tour du Pin, René . 
"Hacia un Orden Social Cristiano"
Después de haber reconocido en el régimen corporativo el único sistema capaz de vencer la decadencia económica y moral, es preciso considerarlo también como eficaz remedio al objeto de sobrepujar la decadencia política entre la que se debate el mundo, pues ofrece una base novísima de reorganización social cuyo vértice es la posesión de estado obligatoria para todos los elementos de la producción, fundamento básico de una cabal representación de los intereses.

Es postulado elemental que para hacer conservador al pueblo precisa darle algo a conservar. Ahora bien, es exactamente lo contrario de lo que hizo el liberalismo al suprimir las organizaciones sociales donde cada uno tenía algún derecho propio y un porvenir asegurado. Desde ese tiempo, el descontento es permanente y las revoluciones crónicas, pues no cabe sustentar un Estado político durable sobre un Estado social inestable, tanto más cuanto el primero no es sino la cúpula del edificio formado por la sociedad dentro de los límites de la nación. En otro lugar de estas notas hemos insistido sobre la diferencia fundamental entre Estado y sociedad; ahora es preciso considerar la conexión existente entre dichos dos organismos. El Estado existe únicamente para garantizar la conservación de la sociedad, pero si esta sociedad se halla perturbada, si sus miembros, lejos de tender a perpetuarla, trafican para destruirla, la misión del Estado se hace de imposible cumplimiento, y el pueblo que tiene su vista puesta en él, por ser como la forma externa de la sociedad, le toma odio, y confundiéndole con este no tiene otro afán sino su destrucción total.

Este es el resultado obtenido por la práctica del liberalismo desde que hace un siglo empezó a gobernar los antiguos Estados de la cristiandad. El descontento popular crece en sentido inverso a las promesas y en directa relación de los progresos anunciados. Todas las bellas frases y ditirámbicos conceptos no pueden impedir la constatación de este hecho histórico, ni retardar la evolución social, que pasar del mundo de la anarquía liberal al despotismo socialista, porque estos son dos períodos de una misma enfermedad que avanza entre crisis alternativas y oleadas intermitentes. El liberalismo ha engendrado al socialismo como consecuencia ineludible de sus doctrinas y reacción obligada de sus prácticas. La evolución se halla en período mucho allá adelantado de lo que se cree y no se trata ya de detenerla en su primera fase, sino en un período álgido de la segunda.

El régimen corporativo tornado como base de la reorganización social, no ocupa, ni mucho menos, una posición intermedia entre ambas doctrinas, como se ha dicho con notoria ligereza, porque nada tiene del uno o del otro, ni en los principios ni en sus formas. Tampoco representa un socialismo cristiano, porque el ensamblaje de estas dos palabras es un contrasentido manifiesto, sino un cristianismo social y, dicho sin pleonasmo, el verdadero cristianismo. Por encarnar, en lugar de los principios de la revolución, los del cristianismo, contiene en germen la salvación social, pudiendo decir que, únicamente, por deducción de las doctrinas de la Iglesia, hemos llegado a reconocer las excelencias del sistema. Mas para que este germen adquiera su pleno desenvolvimiento, es preciso que su aplicación sea lo más completa posible, haciéndole fructificar, no sólo en los variados campos del trabajo manual sino en todos los ámbitos de la actividad económica, porque contiene el único elemento verdaderamente conservador de un orden popular en su base, y aristocrático en la cumbre: es decir, el orden natural.

jueves, 22 de septiembre de 2011

O Dios o el Partido

Hace unos días, el Parlamento polaco decidió por una estrecha mayoría de 191 contra 186, no prohibir totalmente el aborto en Polonia. El rechazo fue conseguido gracias a que el Partido el primer ministro, la Plataforma Cívica, impuso la disciplina de voto a sus diputados.
El problema moral que origina la obligación de votar conforme a las instrucciones del Partido cuando se ve afectada la conciencia personal del diputado, es éste: ¿un diputado puede votar, cuando así se lo demanda su Partido, contra su propia conciencia? La respuesta es muy sencilla: No.

El Concilio Vaticano II, nos describe así la conciencia:
"En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad” (GS 16). Esto supone, como nos dice el mismo Concilio al hablar de la libertad religiosa, que  “la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa”, “y esto de tal manera, que en materia religiosa ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos” (DH 2).
La conciencia es la voz interior del hombre, que le exige hacer el bien y evitar el mal. Es, a la vez, la capacidad de poder diferenciar el uno del otro. Ahora bien, tenemos el deber de formar la propia conciencia para que sea un instrumento, cada vez más sensible, de la actuación justa. La primera escuela de la conciencia es la autocrítica a la luz de la Verdad sinceramente buscada, que nos evite la tentación de la inclinación que todos tenemos de juzgar a favor nuestro. La segunda escuela de la conciencia es la orientación al buen obrar de los otros. La formación correcta de la conciencia conduce al hombre a la libertad de hacer el bien conocido rectamente. Pertenece a la misión de la Iglesia enseñar a las personas y darles también sus directrices.

Los políticos son personas y por tanto tienen responsabilidades morales. Todo lo que se hace contra la conciencia, nos dice Santo Tomás, es pecado. Cuando nos presentemos ante Dios, cada uno tendrá que responder de sus actos, siendo muchos a lo largo de la Historia los que por fidelidad a su conciencia han ido a la cárcel e incluso han sido ejecutados. El aborto para la Iglesia Católica es un crimen, no siendo lícito para un católico favorecerlo con su voto. Es una ley intrínsecamente injusta, que hace que quien la apoya no deba acercarse a la Sagrada Comunión, mientras no se arrepienta y pida perdón también por el escándalo público que ha ocasionado.

Ahora bien, si peca un simple diputado que obedece a las directrices de su Partido, ¿qué decir de los dirigentes que imponen esta disciplina en cuestiones de conciencia  a sus diputados? El Catecismo Joven de la Iglesia Católica, del que estoy siguiendo la doctrina que da en sus números 295-298, nos dice: “Quien pasa por alto la conciencia de un hombre, la ignora y la presiona, atenta contra su dignidad”. “Hacer violencia a la conciencia de una persona es herirla gravemente, dar el golpe más doloroso a su dignidad. En cierto sentido es más grave que matarla (Beato Juan XXIII)”. Además las palabras de Jesús en este tema son tajantes: “A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos” (Mt 10,32-33).

Reflexionemos sobre lo que nos dice Jesús y oremos para que el Señor abra los ojos a quienes han tomado la decisión equivocada.

P. Pedro Trevijano, sacerdote.

martes, 20 de septiembre de 2011

Audiencia con el Sr. Arzobispo de Sevilla

En la mañana del pasado Jueves, día 15 del presente mes de Septiembre, varios miembros de la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista Carlista andaluza fueron recibidos en Audiencia privada por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de la Archidiócesis de Sevilla.

            La Audiencia, que extraordinariamente se prolongó por espacio de una hora y veinte minutos, fue de lo más fructífera e ilustrativa para ambas partes. Lo que en un principio parecía que sólo iba a ser una puesta a disposición de la Comunión al servicio incondicional del Pastor de la Archidiócesis, derivó en una amena y distendida conversación sobre temas políticos, históricos y religiosos dado el interés mostrado por el Sr. Arzobispo por conocer el ideario carlista y la situación actual de la Comunión.

            Profundo conocedor de la doctrina de reconocidos intelectuales carlistas, nos hizo mención al extraordinario valor que mostraron los requetés que liberaron su localidad natal, (Sigüenza) y se mostró muy interesado en saber el número de carlistas existentes en Sevilla y en Andalucía, así como en saber si la Comunión tenía en nuestra Capital algún tipo de “sede” estable desde donde desarrollar nuestras actividades y en qué consisten las actividades que desarrollamos.

            Todas sus preguntas fueron consecuentemente respondidas por los miembros de la Junta, detallándole la ubicación de nuestro Círculo Carlista Virgen de los Reyes, las actividades previstas a desarrollar durante el presente ejercicio ó la existencia de los Campamentos de Verano para los jóvenes en Hoyos del Espino. Es importante hacer mención del interés mostrado por el Sr. Arzobispo sobre el modelo de política que defiende la Comunión y la importancia de los llamados cuerpos sociales, (familias, colegios profesionales, asociaciones, etc…) frente al intervencionismo del Estado.

            Por parte de la Junta se le informó de los actos fundamentales que celebra la Comunión andaluza a lo largo del año, (acto de Quintillo, Misa de Mártires, etc…) haciendo hincapié en que todos nuestros actos fundamentales son precedidos por la celebración de la Eucaristía. Llegados a este punto, el Sr. Arzobispo se preocupó especialmente por saber si la Comunión tenía algún sacerdote que hiciese las veces de Director Espiritual, a lo que se le contestó que oficialmente no, pero que había varios sacerdotes de la Archidiócesis que habitualmente participaban de nuestras celebraciones religiosas y que, en gran medida, eran afines a la Causa. También es digno de mención el interés que mostró el Sr. Arzobispo por saber si existían carlistas en puestos de relevancia en foros universitarios, periodísticos ó de cualquier otra esfera social, para lo cual le hicimos mención de varios nombres que, por discreción y privacidad omitimos en esta crónica si bien, esos nombres eran conocidos por Su Excelencia.

           Durante el transcurso de la Audiencia, la Junta regaló al Sr. Arzobispo un cuadro con un pergamino dedicado como recordatorio de la visita, un ejemplar de un libro sobre la vida, martirio y muerte de nuestro venerado Antonio Molle, un ejemplar del programa político actualizado de la C.T.C. y un ejemplar del Devocionario del Requeté; regalos que el Sr. Arzobispo agradeció profundamente, quedando gratamente impresionado por la aprobación del citado Devocionario por el Obispo de Burgos como Autoridad Eclesiástica. 

            Antes de finalizar la Audiencia, los asistentes nos hicimos una fotografía conmemorativa de la visita con Su Excelencia, si bien por expreso deseo del Sr. Arzobispo no la reproducimos en estas páginas por una mala experiencia sufrida anteriormente con otras organizaciones políticas mayoritarias que hicieron mal uso de ellas. Evidentemente, para la Junta, lo realmente importante era la Audiencia y no la fotografía, por lo que atendiendo el ruego del Sr. Arzobispo, omitimos la publicación del recordatorio.

             Las últimas palabras del Sr. Arzobispo versaron sobre la necesidad por parte de la Iglesia de nuevas vocaciones sacerdotales, la apertura del nuevo Seminario Menor en Sevilla, la conveniencia de la implicación de todas las organizaciones seglares en la Pastoral Juvenil, la disposición de los padres para con los hijos a la hora de animarles en su incipiente vocación sacerdotal y la obligatoriedad de todos los católicos (laicos y clero incluidos) de, no sólo profundizar en el fondo de nuestra Fe, sino en guardar las necesarias y oportunas formas en la manera de exteriorizarlas en sociedad.

            La Audiencia tuvo final con el rezo de la Salve por parte de los asistentes, que recibimos la bendición de Su Excelencia y su puesta a disposición de nuestra Comunión para cuanto pudiésemos necesitar de su Pontificado. Ni que decir tiene que todos los carlistas andaluces agradecemos profundamente el conocimiento de nuestra Causa y la cercanía de la Iglesia en estos momentos difíciles para España, elevamos oraciones a Dios Nuestro Señor para que colme de bendiciones a Monseñor Asenjo y reciba del Altísimo la ayuda necesaria para hacer de Sevilla la referencia espiritual de nuestra Patria como Tierra de María Santísima.

Junta Regional de la C.T.C. en Andalucía.

jueves, 15 de septiembre de 2011

LO QUE NOS SEPARA, MÁS ALLÁ DE LOS RECUERDOS

OPINIÓN

"LO QUE NOS SEPARA DE LOS LIBERAL-CONSERVADORES". 


 
Joaquin Beúnza Redín (1872-1936)
Político y diputado carlista a Cortes.
Asesinado en Fuenterrabía.
 EL TEMA NO ES NUEVO, sino muy antiguo. Es anterior a 1833. Lo contaba Vicente Pou en su libro La España en la presente crisis(Montpelier, 1842). Actual eso de la crisis política, ¿no? Avanzado el siglo XX se titulaba "Lo que nos separa", un artículo escrito por "Arrano Beltza" en "El Pensamiento Navarro" (EPN, 16-III-1980). Tanto ayer como hoy, temas delicados estos para momentos delicados también. 

Hablemos de lo que nos separa de la mal llamada derechaconservadora, que o es originariamente liberal, o cae en el liberalismo haciendo tesis (para todos los casos y circunstancias) de la hipótesis circunstancial, ya por un mal llamado "espíritu práctico", ya por unas tácticas equivocadas, ya por una falta de principios cuando -al comienzo o bien al final del caso que se trate- defiende los principios que no quiere, ni en cualquier caso debe. 

Si hablamos de Joaquín Beúnza y de Víctor Pradera, ambos nacieron en 1872. Ambos fueron navarros, carlistas de pro y no sólo tradicionalistas, e insignes políticos, oradores y diputados. Ambos fueron asesinados por los rojo-separatistas, como entonces se les llamaba. 

El 4 de septiembre de 1936 moría asesinado don Joaquín Beúnza Redín en Fuenterrabía, después de ser torturado según Enrique Esperabe de Arteaga (García-Sanz). No fue asesinado "por incontrolados". También dos días más tarde, el día 6 y en Polloe, San Sebastián, moría asesinado mediante fusilamiento don Víctor Pradera y Larumbe. Tampoco lo fue por incontrolados. A éste le detuvieron los nacionalistasde ELA el 2 de agosto aunque gozaba de inmunidad por su cargo de Vocal del Tribunal de Garantías Constitucionales, y le invitaron a suicidarse a lo que él se negó. Sus últimas palabras fueron:"Los que vais a matarme, oídme: Jesús crucificado es la cumbre moral; vosotros ardéis en odio, y Jesús es la llama del amor. Muerto, como Cristo, perdonando, os perdono. Yo la única pena que tengo al morir es no ver a mi España salvada. ¡Viva Cristo! ¡Viva España!" Al día siguiente también asesinaron a su hijo mayor, Javier. Entre los requetés que a los pocos días tomaron San Sebastián, iba otro hijo de Pradera. 

Ambos políticos carlistas nacieron el mismo año, y murieron  el mismo año y mes. A la misma edad. Descansen en paz junto con todos los mártires. 

Pradera escribió un prólogo al libro del religioso agustino P. Vélez, titulado "El fracaso de una táctica y el camino de la restauración". Autor y libro desaparecieron. El autor, asesinado en 1936. El libro, destruido hasta en linotipia. Este libro era una implacable crítica a la llamada "táctica" cedista o de la CEDA, al ideario demócrata-cristiano que se decía inspiraba a dicha CEDA. Luego, será necesaria la Cruzada. Ya dijo Gil Robles: "No fue posible la paz". 

Pues bien, Víctor Pradera, figura bien estudiada por el dr. José Luis Orella, decía:

 
Víctor Pradera Larumbe (1872-1936)
Político y diputado carlista a Cortes
Asesinado en San Sebastián
"Elevar a norma las excepciones (que la prudencia circunstancial puede aconsejar) es subvertir los fundamentos de la moral. El mal menor no es apetecido por la voluntad, porque ningún mal puede serlo. El mal menor, como todos los males, se soporta. Sólo por aberración puede ser proclamado como fin de una política, como algo que ha de ser querido y alcanzado. Y el bien posible quedó reducido a aquél que la buena voluntad del enemigo nos permitiera alcanzar. Tal doctrina se redujo a esto: siendo los católicos incapaces de alcanzar el bien por sus esfuerzos, finalidad de ellos ha de ser un mal menos grave, o el bien, en su caso, que el enemigo quiera tolerarles. Una política inspirada en tal subversión de valores -concluía Pradera- no podía dar otros resultados que los que nos punzan en nuestra carne y en nuetro espíritu".

Considero estas palabras clarividentes. Muchísimos autores trataron el tema del mal menor en los s. XIX y XX. Lo que ahora ocurre es que no se les conoce, ni se les estudia. Cuando se recuerda cómo acabaron Beúnza y Pradera, asesinados en 1936, ¿por qué no se recuerda lo que decían y defendían, y la crítica que hacían al mal llamado "mal menor"? Por otra parte, añadamos que hoy no se trata de "males menores", sino de males mayores, cada vez más horrendos. O se reconstruye esto políticamente, con entereza y sin subordinarse a instituciones de supuesta intelligetsia, o nadie sabe hasta donde vamos a llegar. Por ejemplo, ¿somos conscientes que delante de nosotros se quiere construir un matadero de niños y niñas antes de su nacimiento? ¿Seguirá éste si el PP gana las elecciones? Lo que ocurre es que, en muchos casos, nos encontramos que el problema está, por una razón o por otra, en los principios mantenidos.

Por eso los carlistas mantenemos hoy día los principios de derecho natural y el derecho público cristiano (que interpreta aquel con seguridad y reconoce la elevación de lo natural a lo sobrenatural en el ámbito individual, social e incluso político), y ofrecen a la sociedad una línea política de entereza en favor de unas necesidades que no pueden negociarse. El mal no se frena si no se reconstruye la sociedad y la política a la vez,  siendo así que las malas leyes -por acción o por omisión- destruyen siempre y sistemáticamente. Sobre todo en España, el mal en la sociedad muchas veces se produce “desde arriba” de las instituciones políticas; por eso la buena política es muy importante.

Por último, creo que desorienta a la sociedad la cita por extenso de Víctor Pradera Larumbe y de Joaquín Beúnza Redín, ambos diputados carlistas a Cortes, por parte de algún cargo público del Partido Popular. Y no creo que a Pradera ni a Beúnza les agradase cuando a la vez se calla su profunda crítica al liberalismo y al falso “mal menor”.


Desde hace unos años los carlistas trabajan por una coalición electoral y puntual de mínimos (pero sin caer en el "malminorismo" ni en un desenfocado "posibilismo"), conservando cada grupo nacional su propia personalidad, a la que pueden unirse los sectores políticos regionales de suficiente entidad. 

Está más que comprobado que los grandes partidos como UPN, PP etc. perjudican gravemente las grandes cuestiones éticas y morales, políticas, de descentralización y Fueros, y las grandes líneas directrices de la alta política. Nosotros defendemos sin concesiones los grandes principios vertebrales de la vida humana, la familia, la libertad de los padres a la educación de sus hijos, el bien común. No somos ni de derechas ni de izquierdas porque ambas se necesitan mutuamente, por lo mismo que el ojo derecho reclama el izquierdo. Defendemos también un poder civil confesional católico como garantía del reconocimiento explícito a N.S. Jesucristo en España, y única garantía también de la ley y derecho naturales: "Nada sin Dios, todo con Dios", Dios como única garantía del más débil y del que nada puede, "Más sociedad y menos Estado", es decir, comunidad y no estatismo, subsidiariedad y Fueros, para preparar una sociedad merecedora así mismo de un rey. 

José Fermín Garralda Arizcun


 
Nota: además de las investigaciones de García-Sanz sobre Beúnza, Ricart Torrens y José Luis Orella sobre Víctor Pradera (Madrid, BAC, 2000), etc, véase recientemente, GARRALDA ARIZCUN, José Fermín, "páginas de Historia: 1936-1939. Heroísmo en Navarra y España", en la web del "Boletín Carlista de Madrid", Anuario 2009, IIº Cuatrimestre 2009, nº 100, pág. 4-15. Sobre Pradera se escribió un reportaje en "Diario de Navarra" (martes, 26-IV-2005, p. 50-51). 

jueves, 8 de septiembre de 2011

Guerra sin cuartel


 


Un desaire, una ofensa, el orgullo herido, el honor perjudicado, un duelo a muerte y, por supuesto, una mujer, son los principios motores de esta apasionante novela. Fernando y Luis, ambos oficiales del ejército, verán sus vidas enfrentadas desde el momento en el que este último, nada más llegar a la capital, se ve obligado a defender a su madre de las burlas de un grupo de soldados cristinos. A partir de aquí, con un juramento de por medio y la acción ya trasladada al frente de la guerra, lo que comenzó como una broma pesada ha de continuar en un inevitable cruce de espadas.

Una novela carlista envuelta en la polémica

Suárez Bravo escribió esta novela y la presentó a un certamen convocado por la Real Academia de la Lengua en 1885. La Academia le concedió el premio y fue ferozmente criticada por los periódicos liberales de la época, con Leopoldo Alas Clarín a la cabeza. Las publicaciones carlistas, por su parte, ensalzaron la novela, y el autor salió al paso y defendió su obra -que no compartía el naturalismo de otros libros del momento- explicando: «No busqué los materiales en el lodazal de las pasiones humanas, que tanto beneficia la moderna novela. Mi libro puede entrar en todas partes sin que haya que alejar a los niños y a las doncellas(...). Lo que es moralmente feo nunca llegará a ser artísticamente bello».

Combinando «un cuento que pudo suceder con hechos que sucedieron», Suárez Bravo redactó la obra sobre la primera guerra carlista «con el deseo de divertir miserias nerviosas, habituales en mi mal asentado temperamento, y reposar de áspera y larga campaña de periódico, después de haber pasado mucho tiempo entumecido en una prisión», explica en el prólogo del libro.