martes, 29 de enero de 2008

Petición de “descongelación” del tema dinástico

9 de noviembre de 2007. Círculo Cultural Aparisi y Guijarro. Conmemoraciones. Celebración del día de san Carlos Borromeo. Discurso de don José Miguel Orts Timoner
EN EL DÍA DE LA DINASTÍA LEGÍTIMA

Los carlistas valencianos solemos dedicar al recuerdo de nuestros Reyes nuestra particular fiesta de la Epifanía del Señor: el Día de la Monarquía Tradicional, que va unida a la connotación de la legitimidad de origen y de ejercicio. Este año iniciamos la celebración del patrono onomástico de casi todos los titulares de la Corona de la rama carlista: San Carlos Borromeo, aunque para poder reunirnos más cómodamente en nuestro flamante Círculo nuevo, hayamos esperado al viernes, 9 de noviembre.

Aún perduran en la memoria las imágenes de la Plaza de San Pedro del Vaticano llena de españoles para agradecer a Dios y al Papa la beatificación de los Mártires de la persecución religiosa. Banderas rojigualdas y blancas con la cruz de San Andrés, boinas rojas, pancartas con lemas santos… Emociones inolvidables para los que estuvisteis allí y para quienes tuvimos que conformarnos con la televisión, aunque fuera la polaca…

Las autoridades españolas limitaron su representación a la ineludible del Ministro de Asuntos Exteriores. La Zarzuela, brilló por su ausencia. Ni siquiera enviaron a un pariente de segunda. En cambio, en la tribuna de autoridades, entre monseñores y príncipes pontificios, pero sin la relevancia mediática que merecía, estaba alguien querido y respetado, cuya proximidad a los peregrinos de a pie echaba de menos hace unos días en “Avant” Jesús Blasco, nuestro candidato por Valencia en las últimas elecciones.

Las palabras de Blasco ponían de manifiesto un sentimiento muy evidente en el pueblo carlista: el de orfandad dinástica. Simplemente ese hecho justifica en parte las dos jornadas dedicadas a la memoria de Don Javier de Borbón por la CTC de Valencia, con destacada participación de correligionarios de otras partes de España.

Por ello en el XXX aniversario del fallecimiento de quien fue el último Rey de casi todos los carlistas,desde Valencia se pidió la “descongelación” del tema dinástico por parte de la CTC, variando así el consenso de 1986. En ello nos va el futuro. La excepcionalidad de una comunión de leales a una Familia Real muerta no se puede prolongar más. Los carlistas no queremos ser “carlistólogos”, ni que nuestras cosas sean asunto de archivos y museos. Tenemos vocación de política viva.

Solicitamos, pues, de la Junta de Gobierno que se den los pasos oportunos para tomar los contactos pertinentes con la Familia Real para intentar seriamente recomponer el pacto Dinastía-Pueblo, que dé sentido a nuestro esfuerzo para que “venga el Rey de España a la Corte de Madrid”, como reza nuestro Himno.

Esta petición, reiterada ya, no es de ejecución fácil, ni por la voluntad política de todos los sectores de la CTC ni por la disponibilidad e idoneidad de los Príncipes potencialmente aptos y teóricamente interesados. Pero al menos que no quede sin efecto la empresa por falta del empuje necesario de los representantes y dirigentes del pueblo carlista.

Roguemos a San Carlos Borromeo y a los beatos carlistas que bendigan nuestros afanes y remuevan obstáculos para que el Carlismo tenga futuro como Comunión de hombres libres encabezados por la Dinastía Legítima.

José Miguel Orts Timoner

Valencia, 9 de noviembre de 2007

Manifiesto de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón (17-VII-2001)

En esta fecha en que mi padre, en nombre de mi tío abuelo el Rey Don Alfonso Carlos, dio la orden al Requeté de sumarse al Alzamiento Nacional, cumplo con mi deber de dirigirme a vosotros de nuevo para llamaros a cerrar filas en torno a nuestra Comunión Tradicionalista, medio providencial que ha garantizado y ha de asegurar la continuidad y restauración de Las Españas.

En mi Manifiesto del día de Santiago Apóstol de mil novecientos ochenta y uno os decía: «El destino ha puesto en mis manos la Bandera limpia e inmaculada de nuestra Tradición. Fiel a esta Bandera he de vivir en el cumplimiento de la alta misión de la que la Providencia me ha hecho depositario y con la firme promesa de que ningún interés o inclinación personal jamás me apartarán de esa entrega que a España y al Carlismo debo como representante y Abanderado de la Comunión Tradicionalista». Mucho ha sido lo acontecido desde entonces, y no con mi indiferencia, aunque en ocasiones me haya parecido más adecuado guardar silencio e intervenir por el consejo personal o por el consentimiento tácito.

Tras la defección de mi hermano Carlos Hugo, durante años he esperado con vosotros que mis sobrinos, sus hijos Don Carlos Javier y Don Jaime, enarbolasen la Bandera de la que yo he sido depositario tras la muerte de mi padre, nuestro llorado Rey Don Javier. No he perdido la esperanza. Pero esta situación de Regencia no puede ni debe perpetuarse. A ellos y a vosotros recuerdo los fundamentos de la Legitimidad española, tal como los definió mi tío abuelo el Rey don Alfonso Carlos en el Decreto en que instituyó la Regencia en la persona de mi padre:

«I. La Religión Católica, Apostólica Romana, con la unidad y consecuencias jurídicas con que fue amada y servida tradicionalmente en nuestros Reinos;

II. La constitución natural y orgánica de los estados y cuerpos de la sociedad tradicional;

III. La federación histórica de las distintas regiones y sus Fueros y libertades, integrante de la unidad de la Patria española.

IV. La auténtica Monarquía tradicional, legítima de origen y ejercicio;

V. Los principios y espíritu y, en cuanto sea prácticamente posible, el mismo estado de derecho y legislativo anterior al mal llamado derecho nuevo».

Para mejor servir estos principios y reorganizar eficazmente nuestra Causa, he decidido nombrar unaSecretaría Política que actuará bajo la dirección de don Rafael Gambra. Espero de los carlistas que, deponiendo toda diferencia, le presten la más leal colaboración.

Parece haberse adueñado de los españoles una indiferencia teñida a veces de falso optimismo que les impide ver la gravedad de los males que afligen actualmente a España. La entrega de la confesionalidad católica del Estado ha acelerado y agravado el proceso de secularización que le sirvió de excusa más que de fundamento, pues éste –y falso– no es otro que la ideología liberal y su secuencia desvinculadora. De ahí no han cesado de manar toda suerte de males, sin que se haya acertado a atajarlos en su fuente. La nueva “organización política” –que en puridad se acerca más a la ausencia de orden político, esto es, al desgobierno– combina letalmente capitalismo liberal, estatismo socialista e indiferentismo moral en un proceso que resume el signo de lo que se ha dado en llamar “globalización” y que viene acompañado de la disolución de las Patrias, en particular de la española, atenazada por los dos brazos del pseudo-regionalismo y el europeísmo, en una dialéctica falsa, pues lo propio de la Hispanidad fue siempre el “Fuero”, expresión de autonomía e instrumento de integración al tiempo, encarnación de la libertad cristiana, a través del vehículo de la denominada por ello con toda justicia monarquía federativa y misionera.

En Las Españas, la Hispanidad repartida por todos los continentes, que ha sido la más alta expresión de la Cristiandad en la historia, radica nuestra principal fuerza. A la reconstrucción de su constitución histórica y a la restauración de un gobierno según su modo de ser debemos dedicar todos nuestros empeños. Desde que una parte creciente de los españoles los olvidara, a partir de los días de la invasión napoleónica, sólo hemos tenido decadencia e inestabilidad. La actuación del Carlismo impidió que la decadencia se consumase en agotamiento, quizá fatal. Porque, aunque nuestros antecesores no llegaran a triunfar, su resistencia, aquel “gobernar desde fuera” que practicaron, impidió la muerte de nuestro ser. No puede ser otro el papel de nuestra Comunión, baluarte desde el que confiamos conservar los restos que –si Dios lo quiere– nos permitan el triunfo, el ciento por uno de nuestros desvelos, además de la vida eterna que es –por encima de todo– lo que deseamos alcanzar. Como escribió mi padre en su Manifiestode tres de abril de mil novecientos cincuenta y cuatro: «Aun con nuestra limitada visión humana, tenemos que entender que obedece a un plan providencial la conservación sorprendente de esta selección de hombres que a lo largo de un siglo ha mantenido la pureza de sus ideales frente a la persecución, la derrota y el hastío». De esta pureza de ideales, y no de la cesión a cualesquiera de las tentaciones de adaptación que por doquier nos acechan, ha de nacer la victoria que necesitamos. Que este siglo que comienza sea el de nuestras Españas.

En el exilio, a diez y siete de julio del año dos mil uno.

Sixto Enrique de Borbón



lunes, 28 de enero de 2008

División territorial de Las Españas


El mapa histórico de España [Fuente: hispanismo.org > Tierra Foral > Castilla > La supuesta hegemonía castellana]
Bajo el reinado de Felipe II y por su matrimonio con María de Portugal, estuvo España, por primera vez desde la monarquía visigoda, unida políticamente, aunque todos y cada uno de sus reinos, entonces también llamados naciones, disfrutaban íntegramente de sus fueros tradicionales, de su propio Derecho Civil y Penal, de sus lenguas vernáculas, de sus instituciones y costumbres ancestrales y de su Comercio e Industria, incluso las coronas de Castilla y Aragón tenían distinta moneda, siendo sin embargo comunes el monarca, la religión, el ejército y la política exterior, es decir, la cosa más parecida a un estado federal moderno ¡y este siglo fue el Siglo de Oro español!

Felipe II y sus sucesores Felipe III y Felipe IV, se titularon, pues, reyes de las Españas, de las Indias Orientales y Occidentales y de las Islas y Tierra Firme de la Mar Oceana, además de otros títulos patrimoniales fuera de España: condes de Flandes y del Tirol, duques de Borgoña y Brabante y reyes de Jerusalén.

Como monarcas de las Españas, estos citados soberanos se titularon así: Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de Navarra, de Galicia, de Valencia, de las Mallorcas (sic), de Murcia, de Toledo, de los Algarbes, de Sevilla, de Jaén, de Córdoba, de Granada, de Algecira (sic), de las Islas de Canaria (sic), de Portugal, condes de Barcelona y señores de Vizcaya y Molina.

El heredero de la corona ostentaba los títulos de Príncipe de Asturias, de Viana y de Gerona.

Con esto se indica muy claramente la conciencia plural hispana en los siglos XVI y XVII, que ya venía de siglos y que no se pierde, como vemos hoy, porque alguien lo dicte por decreto.

Paso ahora a describir los territorios que abarcaban cada uno de estos reinos, usando aquí la base de las posteriores provincias para mayor claridad del lector, acostumbrado a esta última división. Las delimitaciones entre los reinos (o naciones, porque, repetimos que así se llamaban también en la Edad Media y los siglos XVI y XVII por lo que no es ningún invento moderno llamar nación a Cataluña o a Castilla) las delimitaciones digo, no se llamaban fronteras, reservada esta palabra sólo ante los musulmanes, sino “rayas”. Y estas “rayas” estaban fundamentadas en la tradición histórica de la Reconquista que contemplaba tanto las distintas características institucionales, lingüísticas y étnicas, como la voluntad de los pueblos. La división de España en Reinos o Naciones correspondía, pues, tanto a la Historia como a la voluntad popular y ensamblaba armónicamente a todos sin problemas de centralismo o separatismo, efecto este último de lo primero. Dejados a su albur, los pueblos de España, diferentes entre sí, conviven sin embargo fraternalmente. Cuando se trata de nivelarlos a todos por la fuerza, se producen entonces los levantamientos y separaciones, tal como hizo Portugal frente a la torpe política centralista y tiránica del Conde Duque de Olivares y tal como también estuvo a punto de conseguir Cataluña. Como nos demuestra la Historia, la libertad une, la violencia separa.

Reino de Galicia
Comprendía las actuales provincias de Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra, aunque en el siglo XII Galicia llegaba hasta la raya del Duero, donde comenzaba el condado de Portugal, antes de sacudirse la autoridad del Imperio Leonés.

Reino de Portugal
El actual estado con las islas de Azores y Madeira.

Reino de Los Algarbes
La región de este nombre es el extremo sur de Portugal.

Principado de Asturias
Comprendía la actual Asturias (sin la Liébana, que era leonesa) más la franja costera de la provincia de Santander. Asturias se subdividía entonces en dos partes y por eso se llama Asturias, en plural, y no Asturia como sería lo lógico: la de Oviedo y la de Sant Anderio (Santander). El sur de la actual provincia de Santander pertenecía a Castilla con el nombre de Montaña de Burgos.

Reino de León
Comprendía las tierras de las actuales provincias de León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia. Éstas últimas fueron incluidas con las del resto de León y de Castilla en una entidad artificial llamada Capitanía General de Castilla la Vieja, en el siglo XVIII, suprimiendo de un plumazo al antiquísimo Reino de León. De ahí derivó luego la confusión de considerar “castellanos” a los palentinos y vallisoletanos, que no lo fueron nunca. Luego, a principios del siglo XX la burguesía agraria de Valladolid se inventó eso del “Norte de Castilla”, en el que los leoneses aparecían como castellanos. Este embrollo dura hasta a hoy. Pero desde el siglo XIII hasta el XIX, Valladolid y Palencia pertenecían al Reino de León y fue el idioma leonés el que se habló en estas tierras hasta por lo menos el siglo XIV.

Reino de Castilla
Comprendía las actuales provincias de Burgos y sur de Santander, Rioja, Soria, Segovia, Ávila, Madrid, Guadalajara y la parte serrana de Cuenca, más los Señoríos de Álava y Guipúzcoa, voluntariamente incorporados a la Corona. Hay que hacer notar que Álava estuvo unida a Castilla en la persona de los condes soberanos, desde por lo menos el siglo X y por voluntad expresa de los alaveses. (Fernán González y sus sucesores se titulaban condes de Castilla y Álava y sus tropas estaban compuestas de vascos y castellanos indistintamente, además de que los alaveses eran ya bilingües entonces y sin problemas). Por otra parte también hay que observar que las tierras de las actuales provincias de Madrid y Guadalajara junto con la parte serrana de Cuenca, que desde su reconquista en el siglo XI eran totalmente castellanas por su raíz étnica, sus repobladores y sus instituciones, fueron “regaladas” al arzobispado de Toledo por la reina Isabel I, contra toda razón y tradición y contra la voluntad de sus habitantes. Por tal razón, en mapas posteriores al siglo XV, Madrid, Guadalajara y Cuenca figuran incluidas en el Reino de Toledo (luego llamado Castilla la Nueva). En el presente mapa, se incluyen estas tierras, como es de razón, de tradición y de derecho en el Reino de Castilla al que pertenecen.

Señorío de Vizcaya
Comprendía la actual provincia del mismo nombre que conservaba sus fueros y derecho consuetudinario, además del vascuence como lengua oficial.

Reino de Navarra
La actual Comunidad Foral de Navarra, haciendo notar que existe una Alta Navarra (Benafarroa) que retuvieron los reyes franceses cuando Fernando V de Aragón incorporó aquel reino a sus dominios por fuerza de armas y que continúa en poder del estado francés.

Señorío de Molina
Uno de los más viejos “estados” de la España medieval, comprendía el Este de la actual provincia de Guadalajara. Hoy tiene también reconocido un estatuto jurídico peculiar dentro de la provincia y de la Comunidad Autónoma.

Reino de Aragón
Comprendía, con ligeras variantes respecto a la configuración actual en su raya con Cataluña, las actuales provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel.

Condado de Barcelona
La actual Cataluña, que recibía el titulo de Condado de Barcelona por ser este el mayor y principal de todos los condados catalanes y cabeza de los mismos, para abreviar la larga lista de éstos. También se denomina Principado de Cataluña, en atención a que el príncipe heredero de las Españas se titulaba Príncipe de Gerona Es de notar que hoy el estado francés ocupa los condados catalanes del Rosellón y la Cerdaña, absolutamente catalanes por historia, tradición y lengua.

Reino de Valencia
Las actuales provincias de Castellón, Valencia y Alicante excepto las comarcas de Utiel y Requena que eran de Castilla, por tradición, lengua e instituciones.

Reino de las Mallorcas
Las islas de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera

Reino de Toledo
Las actuales provincias de Toledo (que incluía Aranjuez) y Ciudad Real más la parte manchega de Cuenca y toda la región extremeña. Ya dijimos que a finales del siglo XV se le añadieron arbitrariamente las tierras de Madrid, Guadalajara y el resto de Cuenca y en el siglo XIX Madrid se comió a Aranjuez, que es toledano.

Reino de Murcia
Toda la actual provincia de Murcia y gran parte del sureste de Albacete, incluida esta ciudad.

Reino de Sevilla
Las actuales provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva.

Reino de Jaén y Reino de Córdoba
Las actuales provincias del mismo nombre respectivamente con ligeras variantes.

Reino de Algecira
El Campo de Gibraltar con su Peñón, la propia Algeciras y Tarifa.

Reino de Granada
Las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería.

Es de notar que la palabra Andalucía, que comprende hoy a esos cuatro reinos, se usó muy poco en la España cristiana medieval, incluso hasta el siglo XVII, refiriéndose a ella solamente como identificación geográfica muy general y utilizándose mucho más el término de “Reinos del Andaluzia” (sic) o también Castilla Novísima. El uso (y abuso) de la palabra Andalucía con todo el caudal de tópicos erróneos que arrastra consigo, es de muy reciente utilización (a partir del siglo XVIII). Hay que señalar también el escaso “sentimiento andaluz” que se nota y que se manifiesta en las tierras de Almería.

Reino de las Islas de Canaria
Las siete islas atlánticas de Palma, Tenerife, Gomera, Hierro, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote.

NOTA.- Las ciudades de Ceuta y Melilla eran entonces, exclusivamente, plazas fuertes militares.

Ordenamiento político y administrativo de Las Españas, unidas bajo el cetro del rey D. Felipe II. De hecho, este ordenamiento existía ya desde el siglo XIII y estuvo vigente hasta 1833, fecha en la que el ministro Javier de Burgos aniquiló Las Españas suprimiendo los antiguos reinos y desintegrándolos en “provincias”, copiando el modelo centralista francés (liberal y masónico) al servicio del absolutismo borbónico. La estructuración de España en reinos o naciones cuenta, pues, con una historia de más de 600 años (lo mejor de nuestra historia) mientras que la división en provincias tiene poco más de siglo y medio de existencia (lo peor de nuestra historia).

Carlos VII, el Rey Político



Se me ha antojado escribir un poco y, tal vez sin demasiada rigurosidad, de uno de los hombres que es clave en la Historia de la lucha por las Españas Tradicionales. Esa raza de hombres, como decía Vázquez de Mella....Carlos de Borbón y Austria. Carlos VII. Si nos preguntan " ¿ alto, quién vive ? ", responderemos en alta voz: " Los voluntarios del Rey Don Carlos, vivan sus fueros y Religión..."


Carlos VII fue un hombre crucial en nuestra Historia, en nuestra pelea. Abanderado de la Tradición, supo recoger el testigo de su abuela, nuestra querida Princesa de Beira, aunando en su genio la católica realeza de Borbones, Austrias y Braganzas.

Carlos VII cabalgó desde el tradicionalismo primigenio, " tradicionalismo intuitivo " hasta la forja quizá definitiva con toda una maquinaria sociopolítica natural. Y sí, decimos " intuitivo " porque eso fue al principio el corazón de muchos nobles españoles ( Y recordemos que también hubo españoles americanos ) que ya contra Napoleón, en fervor popular, declararon la Santa Causa de la Religión, el Rey y la Patria. Decimos " intuitivo " luego en formas que se vieron en la Hispania Americana con Rosas o Yturbide, por poner ejemplos. Decimos " intuitivo " porque todavía había una viva sociedad católica cuyo combate era próximo y no había demasiado lugar para la " teorización ". Como decía nuestro entrañable Frederick Wilhelmsen, los carlistas, cuando no pelean, estudian....Por eso quizá a día de hoy nos podemos encontrar con tantos buenos estudios de carlismo, hechos por nuestros propios correligionarios, a pesar de seguir soportando tanta ignorante y barata propaganda.


Después de dos levantamientos más que legítimos, aínos de libertad hispánica frente a la tiranía impuesta de la minoría revolucionaria, Don Carlos recogió el testigo tras su atormentado padre. Todavía representaba el carlismo la viveza de un pueblo que resistíase a ser aniquilado, a pesar de los intentos de los oligarcas liberales y la falsa monarquía. Era el carlismo el sentir vivo del pueblo católico, de la España de siempre. Como lo sigue siendo, por más que fastidie a propios y extraños. D. Carlos, emulando al César de Habsburgo en Mülhberg, cumplió al deber y se puso al frente de unos soldados que lo reclamaban con entusiasmo como Rey Legítimo de las Españas. Resurgió Teruel como una de las cunas del carlismo; como resurgió todo Aragón para la Santa Causa. Y Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, Cataluña, Valencia, Castilla...Y tantas tierras de la Piel de Toro....Lo cual aleja ese " mito vasco-navarro folklórico " que tanto gustaba quizá en el franquismo. Fue D. Carlos el que como Señor de Vizcaya juró los fueros frente al árbol de Guernica cantado por Iparraguirre; como fue el que restableció los fueros para los pueblos de la Corona de Aragón.

El levantamiento fracasó, mas la Santa Causa se mantuvo viva. Fue D. Carlos el primer rey español en pisar tierras americanas. Fue él el que propuso una política real para Cuba, Puerto Rico y las Filipinas; proponiendo restaurar la tradición virreinal de lo que nos quedaba en el Ultramar y dar una autonomía real y responsable, y no se le hizo caso. Asimismo, también D. Carlos dejóse contaminar por el lenguaje de su época, hablando de la falsa " latinidad " que se inventaron los bonapartistas, o a nuestra América como " colonias ". ¿ Dejó quizá descuidado D. Carlos a su hijo, el futuro Jaime III ? Yo pienso que sí. A D. Jaime se le hizo la vida imposible y no sólo desde instancias revolucionarias ( Vetándole todos los matrimonios posibles ), por lo cual tuvo que desarrollar su vocación militar en la Rusia zarista, tras ser repudiado en Austria-Hungría. ¿ Hizo buen matrimonio D. Carlos con María Berta de Rohan ? Pues yo pienso que no. ¿ Podría haber trabajado más por la Causa después de la triste derrota ? Pues yo pienso que sí. ¿ Tuvo ciertas amistades peligrosas ? También pienso que sí; aunque uno muchas veces debería mirar eso también en lo suyo. Y como digo esto, reivindico el sentido profundo de D. Carlos al recordarnos la Hermandad Hispanoamericana, la hermandad con Portugal y nuestra Misión en la antigua Tingitana. Todas estas consideraciones, que igual huelen a cotilleos, no pretendo que sean tales; sino evitar quizá ese " endiosamiento " del que, sin embargo, reconocemos como uno de los Monarcas más representativos. D. Carlos se merece el título de Rey Político. Porque fue el que terminó de " modelar ", en unos tiempos más que difíciles, la política tradicionalista española desde la más arraigada base popular.


En este 175º Aniversario del Carlismo, que conjuntamente celebramos con la Guerra de la Independencia ( ¡ La misma Causa ! Agustina de Aragón, Zumalacárregui, Gómez, el Cura Merino....) nos conviene seguir estudiando y reivindicar nuestras raíces; sin que por ello nos quedemos sólo en eso, sino que como Carlos VII, nos pongamos al frente de las tropas, porque esto no ha hecho más que empezar y ahora más que nunca se nos necesita.

sábado, 26 de enero de 2008

HISPANIA ARCANA: LA VIRGEN ESTÁ EN LA CUEVA



De nuestros amigos de " Libro de Horas y Hora de Libros "

http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/

LA VIRGEN MARÍA, PERSEGUIDA POR SUS ENEMIGOS
Y OCULTADA POR SU PUEBLO EN LO IGNOTO.

Hubo un tiempo en que las tallas de la Virgen María aparecían en dólmenes y en cuevas. Isidro Juan Palacios, en su precioso libro Apariciones de la Virgen. Leyenda y realidad del misterio mariano nos dice, sobre la relación entre la Virgen María y Cueva, las palabras que siguen:

“La gruta, así representada, se encuentra en el interior de la montaña del mismo modo que el corazón está en el interior del hombre. Cuántas imágenes de la Virgen han sido llevadas y allí protegidas y veneradas, en el lugar que la propia aparición ha llegado a elegir y preferir para su primera manifestación y su posterior culto”.

Y Juan Isidro Palacios cita Covadonga, Guadalupe, Tre Fontane, Lourdes… “La cueva es por eso –continúa diciendo- el santuario primordial, el templo por antonomasia. De siempre, los héroes dejaban allí sus armas sacralizadas o sus tesoros; en los más hondo de sus loberas, los cazadores paleolíticos pintaban los iconos de sus animales totémicos, sus proyecciones de poder, o tenían lugar sus iniciaciones de “muerte en vida”, por las que el joven se hacía hombre, y el hombre, dios, a la vez que asumía en propia carne, alma y espíritu, sucesivas mortandades simbólicas hasta que terminaba la obra de sí mismo, hasta completarse.”

En Covadonga renació la España de los Godos, corridos a sangre y fuego por los invasores africanos, refugiados en el país de los irreductibles Astures. Nos dice D. José Ignacio Gracia Noriega, en su Don Pelayo, que allí, en Covadonga, “en aquel lugar umbrío se percibe la presencia del misterio.” El que ha estado en grutas similares sabe -yo lo puedo corroborar con mi testimonio- que sí, que esos lugares en los que María Santísima quiso aparecerse, esas cavernas están impregnadas todavía de bendiciones y lo "numinoso" allí habita. El autor de Don Pelayo nos recuerda que Pérez de Ayala y Ambrosio de Morales percibieron esa sensación: “Numen hic est” (Aquí está lo numinoso) –dijo Pérez de Ayala; “La extrañeza de este Santo Lugar no se puede dar a entender bien del todo con palabras” -escribió Morales. Sea alabada Nuestra Señora de Covadonga, Reina de las Españas, la muy grandiosa Santina.

La Reconquista avanzaba triunfalmente. San Fernando, Rey de León y Castilla, recobró el Santo Reino de Jaén ayudado por los brazos fuertes de sus infanzones, apareció en 1227 la Virgen de la Cabeza en Sierra Morena. Y se le apareció a un pastorcico. Y nos cuenta su cronista D. Manuel de Salcedo Olid (Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición de Andujar que escribe en 1677) que este pastor que con su rebaño se hallaba a campo raso, avisado por fenómenos sobrenaturales –luces y sonidos célicos- marchó en la noche hacia el foco de aquellos prodigios y halló a la Sacratísima Imagen de Nuestra Señora de la Cabeza “en la concavidad de dos peñas, las quales servían de Tabernáculo”. Un dolmen. Juan Eduardo Cirlot, en su Diccionario de Símbolos nos dice que el dolmen “se considera símbolo de la Gran Madre”, y la Madre de Dios es María Santísima, ni Gea ni cuentos descabellados de la Nueva Era.

La Virgen de la Cabeza, como tantas otras tallas de Nuestra Señora, tuvo que ser ocultada por los cristianos para preservarla de la destrucción más que asegurada en manos de los musulmanes más fanáticos e iconoclastas. Pero mi Mentor, el Maestro D. Juan Montijano Chica, llevaba mucha razón cuando apuntaba que lo que admiraba del hallazgo de la sagrada talla de la Virgen de la Cabeza es la oportunidad, el momento cabal en que la Virgen quiso aparecer. A saber: cuando los reinos de la Andalucía caminaban, acaudillados por el Rey Santo, a su liberación.

La originaria talla de la Virgen de la Cabeza estuvo con nosotros hasta que estalló la guerra civil. Como todo el mundo sabe (o debiera saber), su Santuario se convirtió en bastión de nuevos refugiados -hombres, mujeres y niños- que huían del “terror rojo” y que liderados por el Capitán D. Salvador Cortés González resistieron heroicamente hasta ser aplastados por el ejército republicano muy superior. Los devotos fieles todavía mantienen la esperanza de que el Capitán Cortés puso a salvo la talla de la Virgen de la Cabeza, como otrora hicieran los cristianos, librándola nuevamente de la destrucción a manos de iconoclastas tan fanáticos como sus antiguos enemigos.

La relación entre Virgen María y la Cueva (o su trasunto, el dolmen) –lo que es decir: España encubierta y preservada en lo profundo- está más que estudiada. Pero, muy pronto, ofreceré en esta Hispania Arcana datos mucho más recónditos –e inéditos- que abundarán en todo esto.

jueves, 24 de enero de 2008

Un papiro “contrarrevolucionario”: 7Q5


Entrevista al p. José O’Callaghan, S.J. por Germán McKenzie González. Lima, Mayo - Agosto 1995
• 
Los hallazgos de las 11 cuevas de Qumrán cerca del Mar Muerto, en Palestina, ocurridos de 1947 a 1956, han representado ciertamente un acontecimiento de la mayor importancia para la mejor comprensión de la Sagrada Escritura y del ámbito histórico en el que se desarrolló la Iglesia de la primera hora.

• Se trata del más grande descubrimiento de manuscritos antiguos. Son textos de la biblioteca de la comunidad de Qumrán, una suerte de monasterio en el que, en opinión de los más destacados especialistas, un sector del grupo de los esenios llevaba una vida dedicada al trabajo y la oración. Sus habitantes pertenecían a uno de los principales grupos religiosos en que se dividía el judaísmo anterior a la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70 d.C.

• La casi totalidad de los textos y fragmentos contenidos en las 11 cuevas del complejo qumránico está redactada en hebreo y arameo y son pergaminos (es decir, pieles tratadas utilizadas para escribir). Sólo la cueva 7 –descubierta en 1955– presenta la particularidad de contener en su totalidad papiros (una suerte de papel confeccionado en base a la planta cyperus papyrus), y además escritos en griego.

• Es precisamente esta cueva la que llamó la atención del experto papirólogo José O’Callaghan, sacerdote jesuita español que inició su investigación en ella cuando elaboraba un catálogo de los papiros que contienen secciones de la llamada Versión de los Setenta, una traducción del Antiguo Testamento al griego preparada en Alejandría por los judíos en el siglo III a.C., para su utilización entre sus hermanos de religión más familiarizados con el griego que con el hebreo o arameo.

• Apasionado por la investigación papirológica, el p. O’Callaghan se sumergió de lleno en la cueva 7, familiarizándose con los fragmentos allí contenidos. Un día comenzó a aprovechar sus ratos libres para –como él mismo lo dice– “entretenerse” ensayando una identificación del papiro inventariado con el número 5, es decir, determinar de qué libro del Antiguo Testamento formaba parte ese trocito de papiro. Éste estaba datado a más tardar como del año 50 d.C. y mide 3.9 cm. en su parte más alta y 2.7 cm. de ancho. El punto de partida para el estudioso fue la combinación de letras “nnes”, que aparecía claramente legible en la cuarta línea.

• Tras sucesivos intentos fallidos en los lugares que consideraba más probables, tuvo la idea de buscar entre la literatura del Nuevo Testamento. Al principio no encontró nada, pues su clave de búsqueda se orientaba hacia las genealogías, pero luego vino la sorpresa. En un primer momento el resultado lo mantuvo entre el asombro y la incredulidad: el 7Q5 correspondía a Mc 6,52-53.

Mc 6:
52 non enim intellexerant de panibus, sed erat cor illorum obcaecatum.
53 Et cum transfretassent in terram, pervenerunt Gennesaret et applicuerunt.

52 pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.

• Tras nuevas y más rigurosas investigaciones, y reiteradas interconsultas con otros expertos, en 1972 publicó un artículo en el que explicaba los resultados de su trabajo. Éste se extendió al intento de hallar otros fragmentos neotestamentarios, por consejo de académicos con los que iba consultando. Al lado de la clara identificación del 7Q5, buena parte de los otros intentos de identificación de los papiros griegos de la cueva 7 quedaban algo inseguros. Se inició así una intensa polémica, sorprendente por la aspereza y la abundancia de argumentos ad hominem más que científicos utilizados por algunos de sus opositores. Posteriormente se hicieron mayores estudios. Hoy, luego de más de 20 años, las rigurosas investigaciones de O’Callaghan vienen siendo respaldadas por más y más papirólogos de renombre. A pesar de ello todavía ofrecen resistencia numerosos biblistas, qumranólogos y críticos textuales. Las conclusiones definitivas del p. O’Callaghan, a publicarse hacia el mes de setiembre de este año, no han hecho sino confirmar aquella identificación inicial del 7Q5 como correspondiente a Mc 6,52-53.

• Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid, Doctor en Filología Clásica por la Universidad de Milán, el p. O’Callaghan ha enseñado en importantes centros de estudio europeos. Es profesor emérito delPontificio Instituto Bíblico de Roma, donde enseñó Papirología y Paleografía Griega, y Crítica textual. Allí fue también Decano de la Facultad Bíblica. Actualmente se desempeña como Director del Seminario de Papirología del Instituto de Teología Fundamental de Sant Cugat del Vallès, en Barcelona.

• ¿Cuál es la razón de tanto revuelo? ¿Cómo se fue madurando la identificación del 7Q5 hasta las conclusiones definitivas? ¿Qué implicancias tiene para la ciencia bíblica el hallazgo de un fragmento de un texto del Evangelio según San Marcos datado a más tardar como del año 50 de nuestra era? Éstas y otras interrogantes fueron abordadas en la entrevista que amablemente concedió el p. O’Callaghan a “Vida y Espiritualidad”.

¿Cómo sintetizaría usted el significado de haber identificado el fragmento 7Q5 con Mc 6,52-53?
El aporte al haber identificado el 7Q5 es la aproximación al Jesús histórico que éste nos permite. Según algunos estudiosos estaba cortada la línea de unión con el Cristo histórico, porque no sabríamos nada de Él. Pero resulta que si ahora tenemos un papiro del año 50 d.C. del Evangelio de San Marcos, como dice muy bien la destacada papiróloga Orsolina Montevecchi, que a lo más está datado unos 20 años después de la muerte del Señor, y si éste también nos habla de tres milagros del Señor, entonces tocamos ya, con el testimonio de un papiro, al Cristo histórico.

¿Podría contarnos algo del camino que ha recorrido desde 1972 y que culmina con la confirmación científica de esta identificación?
Me pasó aquí lo que me ha pasado otras veces, más aún antes, cuando en mi ciencia se trabajaba sin ayuda de la informática y las cosas eran más difíciles. A veces en los momentos de dificultad científica, cuando no se ve clara la salida a un problema y asoma el desánimo, viene una intuición particular que esclarece la situación, que ilumina el camino y halla algo nuevo. Algunos me han preguntado si ha sido una gracia especial de Dios. Y yo respondo: gracia de Dios, sí, porque todo lo que tengo y realizo es en el fondo gracia de Dios, pero no inspiración divina particular. Yo honradamente creo que no. Ha sido una intuición científica, evidentemente, por la cual doy gracias a Dios.

La primera recepción de mi artículo aparecido en la revista Biblica¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?, del año 1972, fue muy polémica. Entonces personas de mucha autoridad científica me dijeron textualmente: “Ni usted ni yo veremos el final de la polémica internacional, porque es fortísima. Va usted contra la opinión internacional”. Opinión internacional, por lo demás, ubicada entre la mayor parte de los estudiosos de la Biblia en el campo protestante y en el campo católico.

¿Estamos hablando de la perspectiva de R. Bultmann, que establece una separación entre el Jesús histórico, que sería absolutamente inaccesible, y el Cristo de la fe, que sería para él elaboración de la primera comunidad cristiana y que es aquel que ha llegado a nosotros consignado en el Nuevo Testamento?
Pues, sí. Y entonces, claro, esto es fortísimo. En realidad el papiro es pequeño y ofrecía ciertamente dificultades. Por aquel entonces todo no se acababa de ver totalmente claro.

Al comienzo no contesté los ataques de estudiosos famosos como el profesor Kurt Aland especialmente, los de los especialistas de la Escuela Bíblica de Jerusalén, etc. Ellos me atacaban fuertemente, pero más que argumentos científicos de peso eran ataques personales de gran resonancia internacional. Yo veía, por los argumentos que me permite la ciencia de la papirología, de la que conozco, que no tocaban el meollo de la cuestión. Eran ataques de poco contenido científico papirológico.

Entonces empecé a responder con rigurosidad atendiendo a los argumentos y no a las personas, hasta que me cansé de contestar. Pensaba que perdía tiempo y energías en un debate que planteado en esos términos no valía la pena. En la revista Studia Papyrologica contesté bastante; también en la revistaBiblica.

Luego el asunto se durmió porque no recibí respuesta a mis artículos de esclarecimiento. Ya no publicaban nada y se hizo un silencio sobre el tema. Sin interlocutores yo ya no respondía a nadie. El asunto quedó dormido hasta que el papirólogo anglicano Carsten Peter Thiede, profesor alemán, se presentó a mi despacho con su señora cuando yo era Decano de la Facultad Bíblica del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, y me dijo que había seguido la polémica y que estaba convencido de que los ataques que había recibido mi hipótesis eran inconsistentes. Él quería elaborar un libro sobre mi identificación.

Después de investigar por su parte, publicó un libro en Alemania del cual se ha hecho, me parece, la quinta edición. En castellano se titula: ¿El manuscrito más antiguo de los Evangelios? El fragmento de Marcos en Qumrán y los comienzos de la tradición escrita del Nuevo Testamento. La obra se ha traducido también al holandés y al italiano. Además Carsten Peter Thiede ha escrito otro libro en inglés, también traducido al francés.

El asunto, como ve, se ha difundido. Se trata de un científico de mucha categoría. Lo conozco y lo respeto mucho, como es natural.

Entonces fue él quien reanudó el tema. Éste estaba dormido, no estaba muerto. Thiede no lo resucitó, sino que más bien lo despertó de nuevo. Y así ha venido toda la nueva época del asunto del 7Q5.

¿Cuál fue la importancia del Simposio realizado en la Universidad de Eichstätt, en Alemania, en octubre de 1991?
Fue grande. Me invitaron pero no quise asistir para que los participantes tuvieran completa libertad de hablar en favor o en contra. Lo que hice fue enviar una carta, que se leyó, agradeciéndoles su interés y ofreciendo mis oraciones para que encontraran la verdad. Allí grandes eminencias estuvieron a favor de la identificación, otros no, pero en general la opinión fue favorable. Me ofrecieron sus trabajos. Eran norteamericanos, alemanes, franceses, belgas... ningún italiano ni español.

Se movieron en un ambiente de alta ciencia internacional, publicando luego unas actas que, en general, estaban a favor de mi posición. Posteriormente F. Rohrhirsch publicó un libro en favor de mi identificación y en contra de la postura del profesor Kurt Aland y su escuela, quienes en su análisis informático de todos los factores relacionados al 7Q5 se habían equivocado al dar un programa a la computadora, y lógicamente la computadora, con un programa equivocado, dio resultados equivocados, inválidos.

Y entonces usted vuelve a asumir el estudio del 7Q5 en profundidad e ingresa a la última etapa que culmina con el libro que publicará en breve...
Con todos esos precedentes y demás aportes –incluso algunos que por ser a veces contrarios a mi tesis no dejo de valorar y agradecer– y con todo el material recogido de los estudiosos que han querido establecer otras identificaciones para el 7Q5, he ido ahondando en mi investigación. Gracias a un cálculo de probabilidades solicitado por mí al eminente profesor Alberto Dou, Doctor en Matemáticas y Miembro de la Real Academia de las Ciencias de Madrid, queda claro que el fragmento del papiro no puede corresponder a otros textos... ¡y es que no casaba con ninguno! Este estudio se consigna largamente en el epílogo del libro que estoy a punto de editar: Los testimonios más antiguos del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria. Allí declaro y pruebo científicamente, desde un punto de vista papirológico, que el 7Q5 es Mc 6,52-53. Y después incluyo la aportación del estudio matemático del profesor Dou. El asunto está decididamente probado y es decididamente seguro, cosa que también me ha dicho, desde el punto de vista de las posibilidades matemáticas, el mismo profesor Dou.

Hablemos sobre las diferentes objeciones y problemas planteados a la identificación. Según algunos hay un primer obstáculo y es que el estudio se hizo usando como base fotos y no el papiro mismo...
En primer lugar le voy a contestar como papirólogo. A un papirólogo no siempre le es posible viajar a San Petersburgo, a Nueva York o a donde fuera para estudiar un papiro, pues eso supone un presupuesto con el que nosotros no podemos contar. Eso es evidente. Lo que hacemos es, desde nuestros lugares de labores, trabajar por medio de fotografías, a veces infrarrojas. Eso es lo usual en papirología.

En segundo lugar, es completamente falso que yo no haya trabajado con los papiros originales. El hoy cardenal Martini, quien fuera Rector del Pontificio Instituto Bíblico cuando propuse mi identificación por primera vez, en cuanto salió el primer artículo en 1972, me pidió que fuera a trabajar una semana completa al Museo de Jerusalén. Y mi visita a los santos lugares fue en gran parte a la sala de papiros de dicho museo. Tuve, sí, el gran consuelo de celebrar la Misa en el Sepulcro del Señor, que la había preparado ya con tiempo, pero por lo demás lo que hice fue verificar lecturas en el 7Q5, lecturas que eran obvias ya en la fotografía a rayos infrarrojos. Y el mismo año publiqué un largo artículo en la revista Biblicaen base a las notas tomadas en las investigaciones directas en el Museo de Jerusalén.

Y es curioso, porque –como he dicho– yo he visto y he trabajado una semana con los originales, C.P. Thiede ha estado 5 veces allá, mientras que el profesor K. Aland, cuya memoria respeto y a quien reconozco lo mucho que ha hecho en el campo de la crítica textual, solamente ha trabajado con fotografías y nunca ha ido a Jerusalén. Fue paradójicamente él quien atacó duramente mi hipótesis diciendo precisamente que mi identificación había sido realizada ¡trabajando solamente con fotografías!

Hay otro asunto papirológico y es el de las tentativas de realizar otras identificaciones del 7Q5 distintas a la suya. Allí está la de la profesora Spottorno con Zach 7,4-5. Otros estudiosos, como Julio Trebolle por ejemplo, en un libro recientemente editado, hablan de que son posibles diferentes identificaciones del papiro. ¿Qué dice usted al respecto?
Que es completamente falso. Y lo digo, como papirólogo, con toda claridad. Todo lo que afirman a nivel papirológico yo lo analizo en profundidad –como le decía– en el epílogo de mi libro. Esas alternancias que proponen, como papirólogo... ¡da pena verlas! Parece que aquí quieren, más que iluminar, desorientar y hablar por hablar. ¡Se han propuesto como identificaciones textos que no casan en manera alguna!

Siempre he dicho, desde el comienzo, que si a mí me prueban que esto no es del Evangelio de San Marcos, yo lo acepto en seguida. Pero han querido distorsionar la realidad... En la obra que está a punto de salir tengo un apartado llamado: “Presupuestos científicos para la identificación”. Y según lo que allí expongo se ve que es evidente que en las propuestas de sus alternancias no se ha tenido en cuenta lo más elemental de la metodología científica. Y esto lo digo de manera absoluta.

En concreto, de qué estamos hablando... ¿de letras que no existen en el papiro original?
Cuando uno hace una identificación, si es verdadera, ésta se acomoda a lo que se ve en el papiro, a la disposición de las letras y demás. Si la identificación no se acomoda a lo que se ve en el papiro, uno duda en seguida y dice: “Esto no es el papiro, sino otra cosa”. Estas significaciones alternativas que han propuesto en verdad dan pena en el plano científico. En el caso de la profesora Spottorno, a quien a nivel personal respeto mucho, ella reconstruye en base al 7Q5 un pasaje que no es igual al de Zacarías con el que pretende identificarlo, sino una especie de paráfrasis del mismo... Así pues, si no es el mismo pasaje, ¡cómo identificarlo con él!

En estas pretendidas identificaciones, ¿se respeta la “verticalidad de las letras” que se deriva de la medida esticométrica (número de letras por línea) del rollo al que el papiro perteneció?
No, en modo alguno. Ni la “verticalidad de las letras”, ni la lectura. Porque además de que no se acomodan al papiro, las letras que proponen no se ven en el mismo. No digo sólo que completas, ni siquiera incompletas, ni siquiera rasgos.

En papirología las letras completas no tienen ninguna dificultad; las incompletas pueden ser de lectura segura o de lectura incierta. Pero si se encuentra en un documento antiguo, por ejemplo, en nuestro alfabeto, un triángulo arriba, se completan las diagonales hacia abajo y se dice que es una “A”. Pero si se encuentra un triángulo no se puede poner allí una “S”. ¡Pues estas supuestas identificaciones alternativas hacen cosas así, es increíble!

Otra objeción es aquella que afirma que el papiro es demasiado pequeño para poder hacer un trabajo serio con él...
Esto a uno que no sea papirólogo le puede llamar la atención, pero a un papirólogo no le llama la atención porque hay papiros más pequeños, como por ejemplo el correspondiente a la Samia (cuyo código es P. Oxy. XXXVIII 2831), obra de Menandro, que mide 2.4 cm. por 3.3 cm. Para su identificación el papirólogo británico E.G. Turner modifica el texto y realiza un cambio fonético que no se encuentra en ninguna otra. Esta identificación ha sido aceptada por todos.

Hay otros ejemplos. El papiro neotestamentario publicado por C.P. Thiede, de la colección Bodmer, es muy pequeñito. Además está también el caso del papiro que fue identificado en la cueva 7 de Qumrán como del Antiguo Testamento, de la Carta de Jeremías, en el que se presenta una identificación textual que los identificadores arreglan como pueden, a base de una versión latina. Además las únicas palabras que se leen con toda seguridad allí son oun, “pues”, consecutivo, y autous, “a ellos”. En todos estos casos nadie ha puesto ninguna dificultad a pesar de ser mucho más pequeños que el 7Q5.

Hay otro asunto respecto del 7Q5 y es el de la letra incompleta que algunos han leído como una “I” y usted ha leído como “N”...
Hay una letra que yo leo como “N” en relación a la cual me dijeron los de la Escuela Bíblica de Jerusalénque aquello era –textualmente– “absurdo”. Decían que era absurdo el ver allí el trazo vertical izquierdo de una “N” –la ny mayúscula en griego es como la N en castellano–. Esto se llevó entonces al Departamento de Investigación y Ciencia Forense de la Policía Nacional de Israel, y con aparatos de la tecnología moderna, concretamente con el estéreomicroscopio, vieron que en el trazo vertical al que nos referimos, en la parte superior, descendía parte del trazo oblicuo descendente correspondiente a una N. Está, pues, científicamente establecido.

Ahora, la letra que sigue, por más que algunos vean una eta –que en el alfabeto mayúsculo griego es como una “H”– yo no la veo. Y aunque una eta en ese lugar casa perfectamente con mi identificación, como deseo ser honesto científicamente, cuando el profesor A. Dou hizo los cálculos de probabilidades que le solicité, le dije que en la posición que aquella letra ocuparía, pusiera un punto, porque yo simplemente no la veía.

El hecho de que se haya recurrido a la Policía técnica israelí, que no tiene ningún interés en la polémica, garantiza la imparcialidad de la información que sirvió para determinar la letra...
En algo, pero no en lo fundamental. La objetividad de la identificación se garantiza por el rigor científico del trabajo en su conjunto. Le diré otra cosa para que vea la honestidad del procedimiento. Siempre que publiqué un artículo defendiendo mi postura, siempre publiqué la fotografía a rayos infrarrojos. Los que atacaron la identificación nunca publicaron nada, solamente hablaban. Aquí hay ya una diferencia de proceder científico. En este deseo de honestidad se llegó a un extremo de máximo rigor científico de agotar todas las posibilidades de investigación, y se llevó así el papiro a la Policía israelí, la misma que es completamente imparcial en la materia propia de estas identificaciones.

Se ha hablado también del cambio de delta por tau que se debe realizar para obtener la identificación. Es un aspecto del que han tratado C. Roberts, Pierre Benoit, M.E. Boismard y otros.
Sí. Y cuando vi que algunos asumían esto como una objeción fui a la biblioteca del Pontificio Instituto Bíblico y escribí una nota que se publicó en la revista Biblica sobre la frecuencia del cambio delta-tau en los papiros bíblicos. Y repito lo que dijo la profesora Montevecchi, una eminencia en papirología: objetar ese cambio de delta-tau casi hace reír por lo admisible del cambio. Y es que de hecho existen numerosos casos del mismo error, incluso hasta en un grabado en griego hecho sobre piedra en tiempos de Herodes, donde es evidente que se había de tener mayor cuidado al escribir.

En el campo de la crítica interna hay otras observaciones. Una de ellas cuestiona la identificación realizada por usted porque exige la eliminación de 9 letras, aquellas correspondientes a la frase “epi ten gen” que aparece en la versión griega más común del Evangelio de San Marcos.
De esto también habla O. Montevecchi. Yo podría contestar con sus palabras, que son mucho más autorizadas que las mías y absolutamente imparciales. Si el cambio delta-tau, como he explicado ya, no significa nada extraño –y hablo como papirólogo–, omisiones como la del “epi ten gen” son un caso conocido y aceptado. El mismo C. Roberts, cuando publicó el papiro p52, aquél famoso del Evangelio de San Juan, realizó su identificación omitiendo unas letras. Y es que en el verso (Io 18,37-38) hay una repetición, en el texto originario de San Juan, que dice: “Yo para esto (eis touto) he nacido y para esto (eis touto) he venido al mundo” (v. 37). La segunda vez del eis touto, que es lectura ordinaria en el texto conservado hoy, por razones esticométricas la omitió el mismo Roberts, guiado por la “verticalidad de las letras” del texto en el margen derecho del papiro, considerando su texto como una variante más breve. Y es bien conocida la entusiasta acogida y general aceptación de la identificación del p52, correspondiente al año 125.

No quiero hablar de otros varios papiros bíblicos cuya identificación, a pesar de presentar variantes “absurdas”, ha sido aceptada por todos los especialistas. Sólo me limito a citar un trozo de papiro (más pequeño que el 7Q5), el p73 (=P Bodmer I). En este insignificante papiro, entre el recto y verso sólo se leen con seguridad ocho letras. Pues bien, la identificación de este papiro con el texto de Mt 25,43 y 26,2-3, ha sido aceptada sin ninguna dificultad. Claro que en este caso el papiro está fechado en el siglo VII.

¿No le parece digno de tener en cuenta el argumento del profesor Metzger que busca cuestionar la identificación porque, afirma, para realizarla se hace necesario aceptar dos excepciones en un pedazo muy pequeño de papiro?
¿Qué excepciones son?

La del cambio delta-tau y la del “epi ten gen”.
Esto que dice el profesor Metzger me pareció muy oportuno, porque la personalidad científica de Metzger la respeto mucho. Somos amigos. Pero el argumento que da es desencajar la cuestión. Puede ser que en un trozo de pequeño papiro haya una serie de variantes porque precisamente allí coinciden. Además, en este caso, estas variantes no tienen cuerpo, no tienen volumen suficiente para hacer dudar de la identificación porque no tienen, cada una de ellas, un peso significativo de generación de duda.

¿Es decir que, en resumen, existen papiros aceptados a los cuales se les ha concedido bastantes más excepciones y nadie se ha hecho ningún problema?
Así es. Existen muchos papiros más. Y es lo que digo siempre, y lo repito ahora: si este papiro fuera del siglo VII, sería fantástico, pero claro, es del siglo I y por ello no se acepta. Y yo sólo comprendo estas reservas por las consecuencias que trae esa aceptación.

Hay quien hablaba de una intencionalidad apologética en usted...
Si me dicen esto es como para ponerme un sambenito. Yo trabajo siempre con rigor científico y he hecho otras identificaciones, por ejemplo una que presentaron un grupo de profesores alemanes de Berlín como un trozo de prosa que yo lo identifiqué como del poeta Teócrito. Ahora me pregunto: ¿qué apologética he hecho con esta identificación? Entonces y ahora mi proceder es científico.

En el caso del 7Q5 la identificación realizada no fue buscándola, sino que simplemente se produjo. Además, el llegar a ella fue curiosidad en mi descanso... “hacer crucigramas en griego”, sencillamente.

Siguiendo adelante hablemos de las conclusiones del cálculo de probabilidades, la prueba matemática. ¿No interfiere en algo el cambio de tau por delta que usted ha señalado?
De hecho yo le advertí de esto al profesor Dou, pero hay que suplir la equivocación del escriba. Matemáticamente, sin embargo, en la primera hipótesis de trabajo (él trabaja con cinco hipótesis distintas que en conjunto dan resultados favorables a la identificación que propongo) influye poco este cambio consonántico.

En el caso de la eta que usted ha dicho que no veía claramente...
En ese caso le pedí al profesor Dou que no la considerara y que pusiera allí un punto, que denotaba a una letra desconocida. El resto de las letras seguras del papiro se han considerado como tales.

Por otro lado se ha utilizado como base la misma esticometría (longitud de cada línea de la columna del texto) de mi identificación, es decir con el mismo número de espacios o letras y con un cambio de entre 20 a 23 letras, pues siendo letras que se hacen a mano no siempre su cantidad es constante en cada línea.

La primera hipótesis simplemente considera el número de letras y su ubicación, sin distinguir ninguna...
Sí. Se trata de un cálculo puramente matemático, sin identificar ninguna letra... Al hacerlo, la probabilidad de que se encuentre un arreglo que convenga al 7Q5 es de 1 contra 36 mil billones. Para entender esto se puede explicar que cuando se tira una moneda al aire la probabilidad de que salga cara es 1 contra 2. Así, la probabilidad en este caso es 1 vez entre 36,000’000,000’000,000 de posibilidades.

Esta cifra se reduce, es decir que la probabilidad es mayor, cuando se atiende al conjunto de letras de un texto expresivo literario, que es diferente de la hipótesis anterior de un texto inexpresivo matemático.

En el caso de un texto expresivo literario hay más probabilidades que en el caso anterior de que el fragmento 7Q5 coincida con otro texto diferente de Marcos...
Sí, pero la probabilidad en este caso es de 1 contra 900 mil millones... es decir que no hay realmente ninguna. Se trata de 1 vez entre 900,000’000,000 de opciones. Esto es seguro, porque entre este conjunto de miles de millones, matemáticamente hablando, es absurdamente imposible que pueda encontrarse una identificación, porque ésta es única y es con Mc 6,52-53.

Tanto en el primer como en el segundo caso, el asunto es científicamente seguro. Todos los detalles de ésta como de todas las hipótesis de trabajo del análisis del profesor Dou estarán consignados en el epílogo de mi próxima obra, como ya dije.

Hay una tercera hipótesis...
Ésta se refiere a una esticometría más larga, pues en el trabajo con las matemáticas buscamos agotar todas las posibilidades de variación. En este caso la probabilidad de una identificación del 7Q5 con un texto que no sea el de Marcos es de 1 contra 430 billones. Se trata de 1 vez entre 430’000,000’000,000 opciones. Nuevamente el resultado es muy claro.

Incluso hay un resultado más...
Los análisis del profesor Dou lo llevan a afirmar que en el caso de descubrirse en el futuro cualquier documento con el que el fragmento 7Q5 pudiera identificarse, ese documento y Mc 6,52-53 serían textos no independientes. Es decir que, eventualmente, cualquier otro texto que se descubra susceptible de sustentar una identificación del 7Q5 tendrá que ver con dicho pasaje de Marcos. Todo esto va a salir en el libro.

Usted se siente íntimamente convencido como científico de que su identificación es cierta...
Ahora sí, al comienzo no estaba tan firmemente convencido. Era una hipótesis muy probable. Ahora sí estoy seguro.

Dejando de lado el tema de la identificación propiamente tal del texto, acerca de la datación del texto...
La datación la hizo Roberts, el gran paleógrafo de Oxford. Quizás ahora van a poner más dificultades al respecto, pero hasta el momento nadie se había molestado. El profesor Fitzmyer decía en un artículo que como no se puede cambiar la datación, no han de aceptar la identificación del 7Q5. Ahora, como no se puede cambiar la identificación, han de buscar cambiar la datación.

¿Habría la posibilidad de utilizar el método del Carbono 14 para precisar la datación?
No, es imposible, porque habría que quemar el papiro... En pedazos de papiro más grandes sí es posible hacerlo, pero en este caso implicaría la pérdida total del mismo.

En relación al mismo tema de la datación, hay algunos, entre ellos el ya mencionado investigador K. Aland, que afirman que el papiro debía ser posterior al año 50.
El profesor Aland no era paleógrafo, o sea que con gran respeto a sus trabajos de crítica textual, en el campo de la paleografía prefiero otras opiniones.

Además existe un problema de por medio que es el paso del rollo al códice, ¿podría usted explicar algo de esto?
En el Simposio de La Sorbona, en París, realizado hace unos pocos años, recuerdo exactamente que los especialistas se pusieron de acuerdo y se puede decir que hacia el año 80 d.C. se dio el paso del rollo al códice; no matemáticamente, sino poco a poco se fue cambiando y cambiando, hasta que finalmente se pasó al códice, sobre todo para facilitar la difusión del Nuevo Testamento. Era más fácil enviar libros, códices, que rollos, complicadísimos de ser manejados.

En el caso del papiro 7Q5 tenemos un pedazo de rollo, lo que implica que sea anterior al año 80 d.C., que fue cuando éstos dejaron de ser utilizados...
En realidad anterior a cuando se cerraron las cuevas de Qumrán, hacia el año 68 d.C. O sea que ya por arqueología y por historia, por precisión histórica, este fragmento 7Q5 es muy antiguo.

Entre los métodos paleográficos, ¿cuáles se utilizaron para datar el papiro antes del año 50 d.C.? ¿Qué tiene que ver el llamado Zierstil (“estilo elegante”) con todo esto?
Cada estilo paleográfico (estilo de escritura) tiene un nacimiento, un desarrollo y una muerte. Es en base a estos estilos y a sus ciclos de vigencia que se puede saber la datación de un manuscrito. La datación la realizó el profesor Roberts, de Oxford, muy reconocido como ya he dicho. Otro profesor, uno de gran categoría de Italia, cuyo nombre no menciono porque me lo dijo confidencialmente –no tenía interés en que saliera su nombre en esta cuestión– sostuvo: “Como máximo este papiro es del año 50 d.C.”. El que me dijo esto es para mí el mejor paleógrafo bíblico del mundo.

Es decir que paleográficamente el papiro 7Q5 tiene un estilo que está determinado entre un rango de años y por eso es posible datarlo...
Sí, este rango de años va del 50 a.C. al 50 d.C.

Puede ser que este estilo tenga una ramificación, pero hay que tener en cuenta una cosa: algunos de los papiros de la cueva 7 de Qumrán tienen rasgos que son muy interesantes, se encuentran rasgos paleográficos de los papiros de Herculano, de Italia. Entonces tal vez aquéllos se escribieron en Roma... En fin, hay una serie de cosas muy interesantes, enigmáticas todavía.

¿Tendrá que ver eso algo con la inscripción que se encontró en el ánfora de la cueva 7, que decía “Roma”?
Esto lo afirman algunos. Yo no soy técnico en ese campo y no me atrevo a sostenerlo. Gente más autorizada lo podrá decir. Esto mismo nos lo sugirió un profesor del Pontificio Instituto Bíblico, pero en cambio el destacado especialista en Qumrán Yigael Yadin dijo que no, que se ponía solamente el nombre del propietario o el contenido, mas no el origen geográfico... Pero a lo mejor el contenido era: “manuscritos de Roma”. Se trata de algo que está abierto a la investigación.

Al hablar del 7Q5, ¿ante qué estamos? ¿Ante un trocito del Evangelio de San Marcos? ¿De qué versión del mismo? ¿De una fuente de Marcos?
Esto no lo sé. Algunos dicen que es fuente. El hoy cardenal Martini sostuvo algo al respecto e incluso, creo, lo publicó: habiendo un cambio de sección (entre los versículos 52 y 53 del capítulo 6 del Evangelio de San Marcos), es un texto ya formado. Hay un parágraphos, un hueco en blanco, que implica un punto y aparte. Pero, una vez más, eso sale de mi especialidad y por ello no puedo opinar. Otros lo dirán.

También hay otras señales que permiten hacer esta identificación con Marcos, por ejemplo el uso reiterado de la palabra “kai” (en castellano “y”), si no me equivoco...
Bueno, claro, es que no hay autor clásico que empiece un párrafo con “kai”, como es el caso del papiro 7Q5. Éste comienza una sección en el versículo 53. Y si se tiene en cuenta que en Marcos más del 90% de las perícopas empiezan con “kai”, mostrando un griego muy vulgar –que también hay que decir que es propio del Evangelio de Marcos–, los argumentos en favor de la identificación aumentan.

La verticalidad de las letras, el detalle del parágrafo, el “kai”, el mismo hecho de que sea una lectio brevior(una lectura más breve debido al asunto del “epi ten gen”)... todos estos hechos llevan a O. Montevecchi a afirmar que si no hubiera esto, dudaría de que el papiro fuera antiguo.

Hablemos un tanto sobre las reacciones, como por ejemplo la del profesor Ravasi, quien mostrando desconocimiento del tema afirmó, respondiendo a la propuesta de identificación del 7Q5 con el mencionado pasaje de Marcos, que se trataba de un papiro con letras hebreas. ¿Qué hace que pueda darse esa falta de objetividad?
Esto en vez de preguntármelo a mí, pues habría que preguntárselo a él.

¿Usted no se ha hecho ninguna idea sobre el asunto?
Es que esta ligereza es algo increíble... Ravasi, que es un hombre muy competente en algunas cosas, ¡ni siquiera parece haberse dignado ver el papiro! Aparece clarísimamente “kai”, aparece clarísimamente latau, aparece clarísimamente también “nnes”... ¡Y dice que esto es hebreo!

¿No ve usted en esto, en el fondo, una discusión entre preconcepciones de pensamiento exegético?
Pues parecería que sí. Aquí hay un trasfondo de escuelas o mejor de posiciones. Claro que lo veo... La gente eminente del mundo que tiene su posición científica y demás, ¿cómo iba a cambiar por la propuesta de un joven desconocido en el campo bíblico internacional? En el papirológico yo era conocido, pero en el campo bíblico no. Si no se es un papirólogo de verdad, verá cosas o no verá cosas superficialmente...

¿Qué le dice a usted que las críticas provengan más de los exegetas que de los papirólogos, siendo que aquél no es propiamente su campo?
Lo que dice Herbert Hunger, quien ha sido Director de la colección de papiros de la Biblioteca Nacional de Austria, entidad de la mayor importancia para la papirología, tiene mucho de razón: Yo no hablo ni como teólogo ni como biblista, hablo como científico y papirólogo, y como científico digo que O’Callaghan tiene razón.

Lo que dice O. Montevecchi también es importante: Esto no quita ni pone nada, pues aunque no sea este papiro de San Marcos, el cristianismo no pierde nada.

Y ahora también se debe tener en cuenta a los que se oponen a la identificación que propongo. Que frente a sus prejuicios hagan gala de una más ecuánime y científica apreciación de las cosas.

Aun cuando su trabajo sobre el 7Q5 no es un intento apologético, aun así tiene consecuencias importantes para el anuncio de la fe en nuestro tiempo, sobre todo en lo que se refiere a la historicidad de los Evangelios. ¿Cómo ve usted esto?
Una cosa es que yo como sacerdote me alegre mucho, pero otra cosa es que un sacerdote haya llevado el agua a su molino. Cuando hacía una consideración final, ahora tras haber discutido y hablado con rigor científico, encontraba que como sacerdote estoy encantado de la vida, más aún considerando que mi lucha inicial fue muy difícil –yo había pasado entonces las primeras votaciones para seguir como catedrático en el Pontificio Instituto Bíblico y me lo jugaba todo como científico; era muy arriesgado para mí meterme en el asunto del 7Q5–. Y es que soy un convencido de que la investigación de la verdad necesariamente lleva a Dios, Quien es la Verdad. Ahora como sacerdote, es cierto, no podía minimizar mi expectativa de que la identificación del 7Q5 con Marcos fuera verdadera, pero en ningún momento hice apologética, porque repito que trabajar así sería inaceptable. Tras los resultados finales de la investigación estoy encantado de que esto haya sido verdad. Esto no lo puedo negar.

¿Y qué consecuencias prácticas le ve usted? ¿Cree que es una puerta para que algunas personas vuelvan los ojos a la fe?
Bueno, esto lo verá cada uno. Yo no sé qué va a hacer la gente. Pero si esto se acepta, por la misma solidez científica que tiene, papirológica, matemática, creo que puede ayudar a que algunos puedan decir sí. Yo repito sin embargo mil veces lo mismo: este papiro no me ha aumentado en lo más mínimo la fe, porque mi fe está por encima de todos los pápiros y códices. Pero la fe supone la racionalidad humana, por consiguiente estoy contento de que la identificación que propuse pueda afirmarse con certeza.

Finalmente, si usted vuelve ahora su mirada hacia atrás, ¿qué lectura hace de esto que ha llamado una “aventura científica”?, ¿cómo ve las cosas a la luz de los años?
Bueno, ha sido todo. Ha sido bendición, ha sido prueba, ha sido calvario, ha sido gloria, han sido momentos intensos... Pero ante todo ha sido el esfuerzo de servir a Dios y a la Iglesia desde mi ministerio sacerdotal y mis estudios científicos.

CARLISMO POPULAR, CARLISMO ARISTOCRÁTICO HIDALGO Y CARLISMO CLERICAL







En el Carlismo observamos distintos componentes: en primer lugar destacamos la adhesión popular a la causa legitimista carlista debido al problema de la reforma agraria liberal. Los liberales capitalistas que auparon a Isabel "II" solucionaron el problema arrebatando las tierras comunales de los municipios, desamortizando tierras de manos muertas, sacadas al mercado y vendidas al mejor postor, financiando así a un ejercito gubernamental opresor de las libertades de los pueblos de España. Conclusión: se creó una nueva casta, de nuevos ricos terratenientes que se había apropiado del medio de sustento de la clase campesina. Aquí aparece el carlismo popular que defiende y mantiene unas formas particulares de socialismo basadas en la reivindicación Foral, y el pacto por el mantenimiento de la defensa del Comunal. Lo Foral se puede interpretar como la defensa de la descentralización y la apuesta por la Confederación de las Nacionalidades Históricas, y por la defensa de formas anticapitalistas comunales que en esencia defienden un mundo rural autogestionario, y que trasladado a la ciudad no significa ni mas ni menos que los trabajadores sean dueños del proceso autogestionario de las empresas que hoy son de propiedad privada. Ese carlismo popular guarda esencias de antiguas tradiciones de las gentes del campo, costumbres populares, religiosidad popular, vida comunal campesina.

Carlismo Aristocrático Hidalgo, familias de nobles venidas a menos, hidalgos, familias que continuaban siendo fieles a la tradición, vinculadas al mundo rural, a un idealismo medieval son quienes forman la aristocracia carlista. La particular democracia vasca a través de la existencia de los Fueros pone de manifiesto la nobleza de los vascos y por tanto se vincula a los vascos como una especie de aristocracia histórica popular. El carlismo aristocrático se debe entender como aquella parte de la pequeña nobleza venida a menos que apoyó el carlismo y que hasta ahora lo sigue haciendo siendo fieles a la tradición, generación tras generación viven el monarquismo legitimista y la religión católica de una forma muy particular.

Carlismo Clerical: muy distinto a la religiosidad popular de las gentes del campo y sus costumbres tradicionales, fue el integrismo católico del Partido Integrista, y de aquellos integristas liderados por los Nocedal, quienes pretendieron hacer del carlismo un partido integrista fiel a toda instrucción de ordeno y mando de todo aquello que quería la Jerarquía Católica, una Jerarquía que nunca jamás apoyó al Carlismo, que se asoció a la derecha terrateniente y caciquil del régimen monárquico liberal restauracionista del siglo XIX en España, y que solo en el País Vasco y en Navarra algunos curas comprendieron la situación del pueblo. La alianza entre el pueblo y la Iglesia Católica solo se puede percibir en aquellas zonas donde existió el carlismo, pero esa alianza no era ni mucho menos con la alta jerarquía católica que apoyaba el regimen liberal burgués del liberalismo conservador y posteriormente de las dictaduras derechizantes, sino que la alianza era entre curas rurales del mundo vasco navarro con sus propios vecinos a los que conocían y entendían por lo que estaban pasando: robos legales, desamortizaciones liberales, saqueos de la propiedad comunal.

El campesinado carlista siempre vio en los curas rurales sus aliados doctrinales y los defensores de los principios cristianos, que otros utilizaban para ponerlos al servicio de la derecha liberal burguesa y así defender un sistema nefasto que solo sirvió en ultima instancia de confrontación entre los pueblos de España, por un lado los militares, la oligarquía capitalista y la Iglesia Jerarquica, por el otro el pueblo, eso fue tristemente la guerra civil española del 36.