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lunes, 29 de septiembre de 2008

Para estudiar a fondo... por aprender y aplicar.


En la primera fotografía, San Pedro Poveda (mártir de Cristo Rey en 1936) atendiendo a niños pobres de Guadix.
En la segunda, un grupo de jóvenes de Acción Católica.


OBRERISMO TRADICIONALISTA: RELIGIÓN, PATRIA, TIERRA Y HOGAR


DECLARACIÓN DE INTENCIONES

Como casi todas las entradas que en este blog publicamos, esta que presentamos quiere ser un ejemplo provincial para que otros que, en otras partes de España nos puedan leer se animen a redescubrir la historia de sus respectivas localidades, comarcas y provincias.

Con la encíclica “Rerum novarum”, dada en 1891 por León XIII se inaugura la Doctrina Social de la Iglesia. La “Rerum novarum” era contundente:

“…un número reducido de adinerados ha impuesto un juego de esclavitud a una muchedumbre inmensa de proletarios”.

Su Santidad León XIII había expresado, antes de dar a luz esta encíclica, su inquietud por la propagación de las sectas anticristianas, como el anarquismo y el marxismo (tan vinculados con la francmasonería), y que, bajo la escusa de defender los derechos del trabajador, alentaban la subversión y el odio contra el orden. Así, en abril de 1884, el Papa Pecci había emitido el documento “Humanus genus” (De secta masonica). En 1884 el Papa León XIII invitaba a los católicos a contrarrestar el odio de clases que alimentaba el movimiento obrero recuperando el espíritu de penitencia propio de la Orden Tercera de San Francisco de Asís, y exhortaba a constituir comunidades gremiales de obreros católicos. En países más industrializados que España, como Francia, Bélgica o Alemania se crearon muy pronto organizaciones de obreros católicos que, a buen seguro, inspirarían las más tempranas iniciativas que muy pronto también –incluso con anterioridad a los documentos pontificios- se desarrollarían en España.

Es una historia que no conviene al movimiento obrero revolucionario, y por eso mismo una de las hazañas eclesiales más silenciadas. De entre esos círculos y sindicatos agrarios católicos salieron hombres como Onésimo Redondo (1905-1936), uno de los fundadores de las J.O.N.S. (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), más tarde incorporada a la Falange Española. Tras su estancia en Alemania, como lector de español en la Universidad católica de Mannheim, Onésimo Redondo regresó a España imbuido de una idea: la organización de un movimiento juvenil nacionalista y católico. Los objetivos a los que consagró su vida fueron la unidad nacional, la preeminencia de los valores hispánicos y la justicia social, todo ello palpitando en un catolicismo austero cuyo ideal era, según cuenta Stanley G. Payne, la expulsión de los mercaderes del templo. Onésimo Redondo practicaba frecuentemente ejercicios espirituales y todas las noches meditaba las Sagradas Escrituras. Su primera experiencia política en España la había hecho como propagandista de Acción Católica y, tuvo tras su regreso de Alemania, formó parte del Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja. En junio de 1931 daba a la estampa en Valladolid el primer número del semanario “Libertad”. En agosto de 1931 fundaba las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica.

Pero, pese a la riqueza de experiencias y derivaciones, los grupos obreristas católicos que se fueron formando mostraban una serie de características que, en resumidas cuentas, nos ofrece D. Alfonso Ruiz Escudero en su artículo “Religión, Patria, Tierra y Hogar. Esplendor y caída del catolicismo agrario en La Rioja (1910-1928)”. Estas características son, a saber:

“-Hostilidad al individualismo que impregna las formas socioeconómicas del nuevo orden surgido con la Revolución industrial y que implica funestas consecuencias para los grupos sociales más desfavorecidos.

-Corporativismo como fórmula para lograr la armonía entre las clases y limar las asperezas del sistema capitalista.

-Exaltación de la familia cristiana, tanto como célula básica sobre la que se asienta la sociedad, como modelo de integración interclasista para las organizaciones católico-sociales.

-Defensa del orden social y afán contrarrevolucionario en pos del cual se instrumentaliza la religión.

-Furibunda oposición al movimiento proletario.”

La deriva de estas organizaciones requiere un estudio en profundidad, pero revisando sus principales hitos en la actual provincia de Jaén podemos decir que muy pronto se constituyeron las primeras organizaciones de obreros católicos.

Así fue como en 1879 se creaba, en la ciudad de Linares, el Círculo de Obreros Católicos, al calor del Obispo de Jaén D. Manuel María González y Sánchez, doce años antes de la encíclica de León XIII. En 1896 se creaba en Andújar una caja de ahorros que lanzó en las primeras décadas del siglo XX el periódico “El Obrero Católico”. Según la revista cultural ÓRDAGO, en 1899 se formaba el Círculo de Obreros Católicos de Torredonjimeno. A principios del siglo XX también funcionaba en Jaén un Círculo de Obreros Católicos que, con especial empeño, se dedicaba en la formación cultural de los obreros. En esta tarea estuvo implicado el entonces canónigo de Jaén y, más tarde (en 1936) mártir de Cristo Rey San Pedro Poveda.

En 1911 se constituía el Círculo Católico Obrero de Úbeda, en cuyos estatutos se proponían como metas la formación cultural y religiosa de sus afiliados, así como el auxilio económico de los más desfavorecidos de ellos en caso de accidente laboral o jubilación.

En 1925 empieza su andadura el Sindicato Católico de Jóvenes Obreros de Jaén que proporcionaba dotes matrimoniales a las trabajadoras que más lo necesitaban, ofrecía servicios médicos gratuitos para sus afiliados e incluso disponía de una oficina de empleo que se encargaba de buscar colocación a los obreros en paro. Este Sindicato también se cuidaba de dar formación profesional, cultural y religiosa, disponiendo de talleres profesionales.

Entre 1920 y 1928, el Sindicato Católico Agrícola de Villargordo desarrolló una experiencia que supone uno de los éxitos más logrados en toda la trayectoria del obrerismo católico de la provincia de Jaén: la adquisición y parcelación de varias fincas grandes del pueblo de Villargordo. Tras su parcelación, las fincas fueron distribuidas entre los campesinos que no tenían propiedades.

Los Círculos Católicos Obreros de la provincia de Jaén, así como los de otras provincias, terminaron transformándose en sindicatos agrarios. A poco que se rastree el origen ideológico de sus componentes más conspicuos se advierte una gran presencia de carlistas. La historia de los Círculos Católicos Obreros y de otras agrupaciones socio-políticas y sindicales del obrerismo católico tienen, las más de las veces, un origen tradicionalista. Es algo que queríamos hacer saber, como aviso de navegantes.

Religión, Patria, Tierra y Hogar fue el cuatrilema de este movimiento poliédrico del obrerismo católico, tan vinculado con las fuentes del tradicionalismo.

Bibliografía: 

La mayor parte de los datos sobre el obrerismo católico en la provincia de Jaén proceden del magnífico libro de D. Francisco Juan Martínez Rojas, “Aproximación a la Historia de la Iglesia en Jaén”, Obispado de Jaén, Jaén, 1999.

En la revista ÓRDAGO, pionera en tantos otros hallazgos y vindicaciones, también se encuentra un artículo muy elocuente sobre la gestación del obrerismo católico en la ciudad de Torredonjimeno. Artículo de nuestros amigos Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa, "Aproches a los orígenes del movimiento obrero en Torredonjimeno: Círculo de Obreros Católicos", Revista Cultural ÓRDAGO, nº 9, Marzo de 2005, pp. 24-27.

Es también interesante el artículo digitalizado de D. Alfonso Ruiz Escudero, intitulado “Religión, Patria, Tierra y Hogar. Esplendor y caída del catolicismo agrario en La Rioja (1910-1928)”

martes, 9 de septiembre de 2008

EL FILÓSOFO QUE DEJÓ DE SER ABOGADO




Jaume Balmes, a quien conoció D. Juan Manuel Orti y Lara en Madrid. Soldado carlista de la época.

De la mano de nuestros amigos de Libro de Horas y Hora de Libros, una aproximación a un filósofo prácticamente desconocido, el carlista D. Juan Manuel Orti y Lara.

DON JUAN MANUEL ORTI Y LARA, PERFIL BIOGRÁFICO DE UN FILÓSOFO TRADICIONALISTA

En este mundo de hoy, mundo de leguleyos, cuánta falta hacen ejemplos morales, vidas modélicas que, sirviendo a los más altos ideales, hayan dejado de su paso por el mundo el buen olor de Jesucristo. Éste es el caso del ex-abogado y filósofo D. Juan Manuel Orti y Lara.

D. Juan Manuel fue uno de los siete hijos del matrimonio de D. Vicente Orti Criado y doña Marina de Lara. D. Vicente era médico y el primer estudioso que reparó en las virtudes salutíferas de las aguas de Marmolejo, dirigiendo facultativamente el que luego sería balneario tan celebrado en la novela “La hermana de San Sulpicio” de D. Armando Palacio Valdés, por ejemplo, o con visitas de tanto bombo como las de Charles Chaplin o D. José Ortega y Gasset que llegaron a venir buscando el manantial de Marmolejo. La esposa de D. Vicente, Doña Marina de Lara, era de una patricia familia de Andújar.

D. Juan Manuel Orti y Lara nació en Marmolejo (Reino de Jaén) el 29 de octubre de 1826 y, como era la piadosa costumbre de antaño, bautizado al día siguiente. Con trece años sus padres envían a Juan Manuel a un Colegio de Humanidades que existía en Andújar, cursando allí desde 1839 hasta 1840. Pasa más tarde al Colegio de Nuestra Señora de la Capilla de Jaén, y allí estuvo dos años. Siempre sus notas fueron sobresalientes en todas las materias que cursó: Lógica, Gramática, Matemáticas, Dibujo Lineal, Latín… Aquella era otra enseñanza muy distinta a la de nuestros días.

D. Juan Escolano y Fenoy, lectoral de la Catedral de Jaén, es una de las más poderosas influencias que recibe D. Juan Manuel. Jaén era entonces un reducto carlista. Desde 1836 en Jaén no había Obispo reconocido por la Santa Sede, pues el Obispo D. Diego Martínez Carlón había sido desterrado por los liberales a Punta de Águilas por ser considerado carlista. Cuando D. Juan Manuel llega a Jaén, los obispos que ejercen sin el reconocimiento pontificio son D. Antonio Martínez de Velasco y D. Manuel Ventura Gómez Lechuga. D. Juan Escolano y Fenoy, maestro de Orti y Lara, se convertirá también en su cuñado, y más tarde en Obispo –éste sí que reconocido por la Santa Sede- de Jaén.

Orti y Lara pasó becado a Granada, para cursar Jurisprudencia, en el Colegio de San Bartolomé y Santiago. Cuatro fueron los cursos que siguió allí, el quinto de carrera lo hizo en Madrid. En la villa y corte conoce al gran filósofo catalán Jaume Balmes. Terminó la carrera en Granada, y en 1847 alcanzó por oposición el nombramiento de regente de segunda en Psicología y Lógica, formando parte del profesorado oficial, en 1848 fue sustituto de la clase de Lógica en el Instituto y en 1849 catedrático por oposición.

Se negó a jurar la Constitución de 1869 y fue destituido por los que decían defender la libertad de cátedra. Una vez expulsado de su cátedra, ésta será ocupada por el krausista Chamorro. El Marqués de Viluma fundó en Madrid la Asociación de Católicos, con una auténtica Universidad aunque conformada al más modesto título de Estudios. Al frente de estos Estudios Católicos estuvo D. Francisco A. Aguilar, que con el tiempo se convertiría en Obispo de Segorbe. D. Francisco A. Aguilar y D. Juan Manuel Orti y Lara habían fundado una revista llamada “La Ciudad de Dios”.

En 1875 Orti y Lara concurre a un concurso de méritos para ocupar la cátedra de Metafísica de la Universidad Central –de la que había sido separado Salmerón. Los méritos de Orti y Lara eran abrumadores: ganador de dos oposiciones –a regente y catedrático numerario-, veintidós años de servicio académico, veintitrés volúmenes publicados sobre Filosofía y Derecho Natural… Pero, conceptuado como carlista, no obtuvo la plaza. Orti y Lara era asiduo colaborador de “El Siglo Futuro”, periódico combativo bajo bandera carlista. Alejandro Pidal y Mon, comportándose como un auténtico caballero, puso al margen las diferencias políticas y, gracias a sus gestiones a favor de la justicia, Orti y Lara fue nombrado catedrático de Metafísica de la Universidad Central de Madrid.

Orti y Lara abandonó la profesión de abogado. Lo que nos transmitió D. Miguel Arjona Colomo, uno de sus mejores estudiosos, pasó que D. Juan Manuel tuvo que defender a un detenido, sobre el que pesaban graves acusaciones. El abogado Orti y Lara logró que su cliente saliera absuelto, pero el hecho de saber que el acusado -tal y como se lo había confiado- era verdaderamente culpable de los delitos provocó que D. Juan Manuel sufriera indeciblemente, por creerse colaborador del mal. Fue así como renunció de por vida al oficio de leguleyo, por tal de no defender jamás a ningún canalla que tenía que estar pagando sus culpas en vez de ser defendido. Hasta tal punto era íntegro el gran filósofo D. Juan Manuel Orti y Lara... Digno de admirar.

Su obra, actualmente desdeñada, forma un vastísimo conjunto de publicaciones, desde las periodísticas en “El Siglo Futuro”, “La Ciudad Católica”, “Triunfo”, “La Alhambra”, “La Armonía”, “La Razón Católica”… y sus libros. Combatió todos los errores doctrinales que se introducían en nuestra desgraciada patria: examinó y refutó los sistemas de Kant, Schelling, Hegel y Krause, al positivismo de Spencer y al evolucionismo de Darwin… Siempre sostenido en la luz verdadera de la filosofía perenne del Doctor Angélico. Menéndez y Pelayo escribió de D. Juan Manuel Orti: “Escribía con limpieza de estilo no común entre filósofos”.

D. Juan Manuel Orti y Lara pasó a mejor vida el 7 de enero de 1904.

EL JUICIO DE LA POSTERIDAD
Uno de sus más profundos conocedores fue nuestro amigo D. Miguel Arjona Colomo (q.e.p.d.), a D. Miguel le debemos un ensayo sobre la vida y obra de Orti y Lara que creemos esencial y sobre el que se ha basado el perfil que hemos servido de D. Juan Manuel. Sin ánimo de ser prolijos, servimos algunas de las opiniones que a D. Miguel Arjona Colomo le merecía la obra de Orti y Lara.

El pensamiento de Santo Tomás de Aquino no se opone a los sistemas modernos como el pasado se opone a lo actual, sino como lo eterno se opone a lo momentáneo”.

No podemos volver al pasado, pero deseamos ver restituido en un mundo nuevo, los principios espirituales y las grandes verdades que informan el tomismo”.

El prurito de la originalidad, del juego fatuo de la novedad a ultranza que corrompe a tantos intelectuales, es incompatible con la suprema y humilde austeridad con la que el filósofo tiene que servir a la verdad”.

En la crisis de la inteligencia y especialmente de la metafísica, que caracteriza nuestra época, ante la disociación de lo temporal y de lo divino que acongoja el alma contemporánea, la síntesis tomista es todavía la fuente más caudalosa y más presa de luz, de elevación y de equilibrio.”

Orti y Lara es un pensador de gran solidez científica, unidad de conceptos y una gran claridad en la exposición.”

Grandes verdades para no olvidar nunca.

lunes, 8 de septiembre de 2008

CARLISMO Y GERMANOFILIA EN LA GRAN GUERRA DEL 14


Imágenes: Vázquez de Mella. Confraternización navideña de soldados rusos y alemanes, durante la I Guerra Mundial.

REPERCUSIÓN EN EL REINO DE JAÉN DE UN MANIFIESTO GERMANÓFILO DEL AÑO 1916.

El estallido de la Gran Guerra del 14 ocasionó que, pese a la neutralidad de España, media España culta se alineara junto a los aliados, y la otra media, no menos culta, lo hiciera con los imperios centrales. Surgen así dos grupos difícilmente reconciliables: aliadófilos y germanófilos. El carlismo se puso, pudiéramos decir que en bloque (con alguna excepción), a favor de Alemania.

Para comprender este posicionamiento no podemos pasar por alto la geopolítica del gran D. Juan Vázquez de Mella y Fanjul (1861-1928). Sin el estudio de su concepción geopolítica, la postura del tradicionalismo a favor de las potencias centrales -su germanofilia- no sería otra cosa que una anécdota. Eso es, cabalmente, lo que ha pretendido hacer la historia sedicente que prefiere que se ignoren, por lo graves que son, las razones que Vázquez de Mella tenía para simpatizar con Alemania.

España forma, en lo geopolítico, para el filósofo tradicionalista “una Península, amurallada por los Pirineos y circundada por el mar… por un lado somos punto de arranque de avance hacia América; por otro lado miramos hacia el Continente africano y constituímos la llave del Estrecho”. Desde la pérdida de Gibraltar, “Nuestra grandeza es incompatible con Inglaterra. Si nosotros fuéramos grandes, ella tendría que huir del Mediterráneo o pagarnos tributo de servidumbre a la entrada.”

Así las cosas, Vázquez de Mella, tras ponderar los pros y contras, se preguntaba:

“¿Qué alianza nos conviene más? La Geografía contesta lo mismo que la Historia. [España] Unida a Alemania y fortificada, obligaría a Inglaterra, que es muy cortés y amable con los fuertes, a parlamentar con su rival y a entenderse con ella.”

Y es más: de la consideración de los ideales geopolíticos de Vázquez de Mella pende la existencia misma de España. Los ideales que Vázquez de Mella denomina “dogmas nacionales” son, a saber: 1º. El dominio del Estrecho; 2º. Parte en la soberanía del Mediterráneo y 3º. Integridad peninsular e imperio espiritual sobre América. Sin esos dogmas, “la Historia de España resulta negada y su porvenir reducido al de una nación que termina y al de una colonia que empieza”.

La posición germanófila del carlismo ante el conflicto de 1914 se basa, cabalmente, en las tesis de Vázquez de Mella, resumidas así:

Unirse a Inglaterra, cooperar con Inglaterra, es trabajar contra los intereses y las exigencias de España. Ser anglófilo resulta ser hispanófobo”.

Vázquez de Mella descubrió que “No existen en el planeta dos pueblos que tengan intereses geográficos más opuestos que Inglaterra y España.” Sentada la incompatibilidad de intereses entre Inglaterra y España, era lógico inclinarse a favor de Alemania y sus aliados en el conflicto.

En cuanto a la percepción de Francia, Vázquez de Mella resalta que:

Francia, más generosa que Inglaterra y que ha recibido de ella casi tantas ofensas como nosotros desde la guerra de los Cien Años hasta Fashoda”, pero el país vecino: “…tiene aspiraciones de dominación en el Mediterráneo que no son compatibles con las nuestras”.

Para Vázquez de Mella: “Francia es la cocotte de España. Su podredumbre nos contagia, y nos degradaría más como aliada. Es una nación epiléptica condenada a grandes escarmientos.”

Como años más tarde diría el genial D. Ernesto Giménez Caballero:

"España y Alemania estaban dispuestas por Dios sobre la tierra, es decir: en la geografía –para ser amigas y aliadas. Puesto que, entre ellas se cumplía la milenaria sentencia hindú: «¿Quien es tu enemigo? –Mi vecino. ¿Y tus amigos? –Los vecinos de mis vecinos.»

España y Alemania tenían los mismos vecinos sobre la tierra. Por tanto, tenían que ser amigas. Lo fueron. Lo son. Y lo volverán a ser siempre. A pesar de los terribles obstáculos que a veces ponen los vecinos para separarlas
." (en La espiritualidad española y Alemania.)

Hubo un tiempo en que D. Ramón María del Valle Inclán gustaba de hacerse pasar como carlista. Nunca he creído en el carlismo de Valle Inclán. Aunque le reconozca su valía como poeta, dramaturgo y novelista, Valle Inclán no era carlista: recordemos que su personaje, casi su alter ego -el Marqués de Bradomín- tiene mucho del satanista Conde de Lautréamont y, por si esto fuese poco, está demostrado que Valle Inclán no era católico, sino que había abrazado las falsedades teosóficas de Madame Blavatsky. Valle Inclán llegó a sustentar, sobre los disparates de la Sociedad Teosófica, una supuesta hegemonía cósmica de los anglosajones en el mundo.

Valle Inclán fue uno de los literatos españoles más aliadófilos. Incluso parece ser que se hizo propagandista de los aliados, recibiendo honorarios de sus patronos extranjeros. Valle Inclán viajó al frente en 1916, y a esa visita le debemos su libro “La media noche. Visión estelar de un momento de guerra”.

La percepción valleinclaniana sobre el conflicto adquiere proporciones de un sectarismo maniqueísta inaceptable. La visión que de los alemanes tiene Valle Inclán la pone en boca de los personajes de ese libro: “Alemania hace la guerra fiel a su concepción ética del Universo”. Esto es: “Una guerra de tribu”. Una guerra de tribu “porque su civilización aún no es bastante vieja para poder crear normas superiores de conciencia.” Además de eso, los alemanes –para Valle Inclán: “Tienen el viejo concepto judaico. Y su mentalidad, y toda su moral es judaica, y su idea de Dios.”

Es el mismo año de 1916 cuando muchos hombres cultos de la provincia de Jaén firman un manifiesto germanófilo, que en la ciudad de Úbeda logra un apoyo multitudinario. D. Aurelio Valladares Reguero así nos lo ha contado en su artículo “La provincia de Jaén ante el manifiesto germanófilo de 1916. Apoyo mayoritario en Úbeda”. D. Jacinto Benavente, un reputado germanófilo, ponía “Prólogo” a este manifiesto. El asunto reviste interés, y hasta actualidad, pues el choque entre germanófilos y aliadófilos preludia lo que con el tiempo será esa estúpida pretensión de la progresía de tener el monopolio de la cultura.

Muchos somos los que, impuestos de todos los males que España debe a Inglaterra y Francia, desde la batalla de Trafalgar hasta los obstáculos opuestos por Inglaterra a la posesión por nuestra parte de territorios africanos después de la gloriosa toma de Tetuán, nos preguntamos extrañados cómo nuestros “intelectuales” han logrado sobreponerse a la realidad histórica para elevarse a las sublimes idealidades del amor a Francia y a Inglaterra, con la grata ilusión de que ellas son y serán siempre nuestras mejores amigas y aliadas” –pone Benavente en su prólogo.

A lo que añade: “Nuestros aliadófilos viven en la consoladora creencia de que toda la intelectualidad se ha refugiado en los escritores, pintores y decoradores de su conocimiento. Pero, ¿no hay médicos, militares, ingenieros, industriales, hombres de negocios, tan intelectuales como ellos?”.

En Jaén, el manifiesto germanófilo fue secundado por personalidades de Úbeda, Linares, La Carolina, Jaén capital, Alcaudete, Andújar, Baeza, Bailén, Baños de la Encina, Orcera, Torredelcampo y Villarrodrigo: 625 profesionales firmaron a favor de Alemania. Entre ellos: doctores, licenciados, periodistas, músicos, médicos, químicos, farmacéuticos, abogados, ingenieros, profesores, sacerdotes, banqueros, propietarios, comerciantes, industriales, funcionarios del Estado y estudiantes.
El estudio presentado por D. Aurelio Valladares en la Revista Cultural de la Provincia de Jaén “Senda de los Huertos”, nº 61-62, año 2001, da cumplida cuenta de los apoyos que la causa germanófila recibió en la provincia, pero creemos que no considera el factor que puede explicar esta germanofilia provinciana: los firmantes de dicho manifiesto eran en su mayoría carlistas andaluces, que seguían las tesis de Vázquez de Mella. Recordemos que el Círculo Carlista de Úbeda -ciudad que apoya rotundamente la causa alemana- era uno de los círculos carlistas más activos de todo el sur. Por eso hemos traído aquí el particular que, más que una anécdota, se convierte en un motivo para reflexionar, en un antecedente de lo que, todavía en el siglo XXI, vivimos: el monopolio de la cultura en grupos progresistas que, confundiendo siempre la cultura con la propaganda, niegan a sus adversarios políticos toda valía intelectual y cultural.

Es hora, pensamos, de liberar la cultura, secuestrada por los progresistas desde la transición "democrática". Es hora de erradicar toda cultura progresista (o sea, anti-española). Es hora de poner en marcha una cultura a favor de España. Es hora de tomar el poder cultural.