En la primera fotografía, San Pedro Poveda (mártir de Cristo Rey en 1936) atendiendo a niños pobres de Guadix.
En la segunda, un grupo de jóvenes de Acción Católica.
OBRERISMO TRADICIONALISTA: RELIGIÓN, PATRIA, TIERRA Y HOGAR
DECLARACIÓN DE INTENCIONES
Como casi todas las entradas que en este blog publicamos, esta que presentamos quiere ser un ejemplo provincial para que otros que, en otras partes de España nos puedan leer se animen a redescubrir la historia de sus respectivas localidades, comarcas y provincias.
Con la encíclica “Rerum novarum”, dada en 1891 por León XIII se inaugura la Doctrina Social de la Iglesia. La “Rerum novarum” era contundente:
“…un número reducido de adinerados ha impuesto un juego de esclavitud a una muchedumbre inmensa de proletarios”.
Su Santidad León XIII había expresado, antes de dar a luz esta encíclica, su inquietud por la propagación de las sectas anticristianas, como el anarquismo y el marxismo (tan vinculados con la francmasonería), y que, bajo la escusa de defender los derechos del trabajador, alentaban la subversión y el odio contra el orden. Así, en abril de 1884, el Papa Pecci había emitido el documento “Humanus genus” (De secta masonica). En 1884 el Papa León XIII invitaba a los católicos a contrarrestar el odio de clases que alimentaba el movimiento obrero recuperando el espíritu de penitencia propio de la Orden Tercera de San Francisco de Asís, y exhortaba a constituir comunidades gremiales de obreros católicos. En países más industrializados que España, como Francia, Bélgica o Alemania se crearon muy pronto organizaciones de obreros católicos que, a buen seguro, inspirarían las más tempranas iniciativas que muy pronto también –incluso con anterioridad a los documentos pontificios- se desarrollarían en España.
Es una historia que no conviene al movimiento obrero revolucionario, y por eso mismo una de las hazañas eclesiales más silenciadas. De entre esos círculos y sindicatos agrarios católicos salieron hombres como Onésimo Redondo (1905-1936), uno de los fundadores de las J.O.N.S. (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), más tarde incorporada a la Falange Española. Tras su estancia en Alemania, como lector de español en la Universidad católica de Mannheim, Onésimo Redondo regresó a España imbuido de una idea: la organización de un movimiento juvenil nacionalista y católico. Los objetivos a los que consagró su vida fueron la unidad nacional, la preeminencia de los valores hispánicos y la justicia social, todo ello palpitando en un catolicismo austero cuyo ideal era, según cuenta Stanley G. Payne, la expulsión de los mercaderes del templo. Onésimo Redondo practicaba frecuentemente ejercicios espirituales y todas las noches meditaba las Sagradas Escrituras. Su primera experiencia política en España la había hecho como propagandista de Acción Católica y, tuvo tras su regreso de Alemania, formó parte del Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja. En junio de 1931 daba a la estampa en Valladolid el primer número del semanario “Libertad”. En agosto de 1931 fundaba las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica.
Pero, pese a la riqueza de experiencias y derivaciones, los grupos obreristas católicos que se fueron formando mostraban una serie de características que, en resumidas cuentas, nos ofrece D. Alfonso Ruiz Escudero en su artículo “Religión, Patria, Tierra y Hogar. Esplendor y caída del catolicismo agrario en La Rioja (1910-1928)”. Estas características son, a saber:
“-Hostilidad al individualismo que impregna las formas socioeconómicas del nuevo orden surgido con la Revolución industrial y que implica funestas consecuencias para los grupos sociales más desfavorecidos.
-Corporativismo como fórmula para lograr la armonía entre las clases y limar las asperezas del sistema capitalista.
-Exaltación de la familia cristiana, tanto como célula básica sobre la que se asienta la sociedad, como modelo de integración interclasista para las organizaciones católico-sociales.
-Defensa del orden social y afán contrarrevolucionario en pos del cual se instrumentaliza la religión.
-Furibunda oposición al movimiento proletario.”
La deriva de estas organizaciones requiere un estudio en profundidad, pero revisando sus principales hitos en la actual provincia de Jaén podemos decir que muy pronto se constituyeron las primeras organizaciones de obreros católicos.
Así fue como en 1879 se creaba, en la ciudad de Linares, el Círculo de Obreros Católicos, al calor del Obispo de Jaén D. Manuel María González y Sánchez, doce años antes de la encíclica de León XIII. En 1896 se creaba en Andújar una caja de ahorros que lanzó en las primeras décadas del siglo XX el periódico “El Obrero Católico”. Según la revista cultural ÓRDAGO, en 1899 se formaba el Círculo de Obreros Católicos de Torredonjimeno. A principios del siglo XX también funcionaba en Jaén un Círculo de Obreros Católicos que, con especial empeño, se dedicaba en la formación cultural de los obreros. En esta tarea estuvo implicado el entonces canónigo de Jaén y, más tarde (en 1936) mártir de Cristo Rey San Pedro Poveda.
En 1911 se constituía el Círculo Católico Obrero de Úbeda, en cuyos estatutos se proponían como metas la formación cultural y religiosa de sus afiliados, así como el auxilio económico de los más desfavorecidos de ellos en caso de accidente laboral o jubilación.
En 1925 empieza su andadura el Sindicato Católico de Jóvenes Obreros de Jaén que proporcionaba dotes matrimoniales a las trabajadoras que más lo necesitaban, ofrecía servicios médicos gratuitos para sus afiliados e incluso disponía de una oficina de empleo que se encargaba de buscar colocación a los obreros en paro. Este Sindicato también se cuidaba de dar formación profesional, cultural y religiosa, disponiendo de talleres profesionales.
Entre 1920 y 1928, el Sindicato Católico Agrícola de Villargordo desarrolló una experiencia que supone uno de los éxitos más logrados en toda la trayectoria del obrerismo católico de la provincia de Jaén: la adquisición y parcelación de varias fincas grandes del pueblo de Villargordo. Tras su parcelación, las fincas fueron distribuidas entre los campesinos que no tenían propiedades.
Los Círculos Católicos Obreros de la provincia de Jaén, así como los de otras provincias, terminaron transformándose en sindicatos agrarios. A poco que se rastree el origen ideológico de sus componentes más conspicuos se advierte una gran presencia de carlistas. La historia de los Círculos Católicos Obreros y de otras agrupaciones socio-políticas y sindicales del obrerismo católico tienen, las más de las veces, un origen tradicionalista. Es algo que queríamos hacer saber, como aviso de navegantes.
Religión, Patria, Tierra y Hogar fue el cuatrilema de este movimiento poliédrico del obrerismo católico, tan vinculado con las fuentes del tradicionalismo.
Bibliografía:
La mayor parte de los datos sobre el obrerismo católico en la provincia de Jaén proceden del magnífico libro de D. Francisco Juan Martínez Rojas, “Aproximación a la Historia de la Iglesia en Jaén”, Obispado de Jaén, Jaén, 1999.
En la revista ÓRDAGO, pionera en tantos otros hallazgos y vindicaciones, también se encuentra un artículo muy elocuente sobre la gestación del obrerismo católico en la ciudad de Torredonjimeno. Artículo de nuestros amigos Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa, "Aproches a los orígenes del movimiento obrero en Torredonjimeno: Círculo de Obreros Católicos", Revista Cultural ÓRDAGO, nº 9, Marzo de 2005, pp. 24-27.
Es también interesante el artículo digitalizado de D. Alfonso Ruiz Escudero, intitulado “Religión, Patria, Tierra y Hogar. Esplendor y caída del catolicismo agrario en La Rioja (1910-1928)”
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