LA REALEZA
Francisco Elias de Tejada
Y la realeza no es algo huero, como en los liberalismos doctrinarios, ni algo omnipotente, como en las construcciones totalitarias o absolutistas. El monarca reina y gobierna, pero dentro de límites impuestos por las leyes fundamentales o de la tierra. No le es asequible alterar porque sí la máquina legal de sus pueblos,sin consentimiento de los pueblos mismos. Impera, sí, porque es rey; pero impera dentro de leyes bien precisas.
Y en este terreno es la monarquía tradicional la única forma de gobierno en que el poder del gobernante se halla de veras limitado, porque los mojones que deslindan sus facultades no consisten en letras frías o en doctrinas muertas, sino en la fecunda realidad social, anterior y distinta del Estado. Donde totalitarismos y absolutismos ven un instrumento más de su poderío y donde los liberales ven el vacío de lo inexistente, en las sociedades intermedias y autárquicas, encuentra la monarquía tradicional el freno efectivo que los demás sistemas políticos ignoran. Por eso la monarquía tradicional es la única forma de gobierno donde los hombres pueden sentirse verdaderamente libres.
Mas, puesto que la realeza se halla ornada de funciones activas, las condiciones del monarca vienen a ser cosa esencial. de ahí la necesidad de exigir dos legitimidades: la de origen y la de ejercicio, la legitimidad de títulos en la asunción del poder supremo y la legitimidad en aplicarlo al servicio de los ideales de la Tradición de las Españas. Ambas son esenciales, pero en caso de dudas ha de preferirse la legitimidad en el ejercicio a la legitimidad en los títulos de origen, pues de otro modo admitiríamos que un prurito legalista primaba sobre el contenido de la tradición hispána, conclusión absurda a todas luces. La jura de los Fueros era condición necesaria para la coronación de los reyes, indicándose con ello que la legitimidad de ejercicio es más importante que la de origen y que, faltando aquélla, ésta carece de fundamentos.
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