(Francisco Canals Vidal)
(...)Por esto mismo un pensamiento tradicionalista sería incompleto, mutilado en el más estricto sentido del término, si no alcanzase a decisiones fundadas en juicios concretos sobre la vida histórica y actual de la sociedad.
En España un tradicionalista que se definiese temática e intencionadamente como no carlista sería comparable a un irlandés que a finales del siglo XVII se hubiese definido como amante de su patria y católico romano pero "orangista". Esta actitud evidentemente le hubiese permitido la conservación de sus propiedades y cargos; pero es obvio que no hubiese sido conducente para la perseverancia de su nación en la fe católica y en su autenticidad irlandesa.
Un "carlista" que se profesase "no tradicionalista" sería por su parte comparable a un irlandés "jacobita" protestante. Los "jacobitas" protestantes, en ninguno de los países que vendrían a formar el Reino Unido, tuvieron eficacia de ninguna clase.
Hemos querido aludir a estos ejemplos históricos para hacer intuible en lo concreto y singular lo que queremos decir, y sobre lo que convendrá reiteradamente volver: un tradicionalismo español sin carlismo se mueve en el orden de una consideración de la esencia sin la existencia, por afán de huir de lo concreto y singular.
Pertenece así un "tradicionalismo" al orden del saber especulativo-práctico, y no al de la vida política. Pero lo activo y eficiente no es la esencia ni el saber de la esencia sino el ser de las cosas, lo que olvida el racionalismo político. Aunque tal vez, este tradicionalismo de principios y de esencias es precisamente, en el plano concreto y político, no ya un racionalismo, sino una desfiguración y traición enervadora.
"Tradicionalismo" de suyo significa la esencia y contenido del hecho carlista. "Carlismo" menciona la lucha española por la tradición en su concreción histórica y social. Un carlismo no tradicional es, por lo mismo, un hecho sin sentido. Un tradicionalismo español indiferente al carlismo, es un sentido sin hecho. Un sistema de conceptos sin la fuerza y la eficiencia de lo que es.
Francisco Canals Vidal. tomado de "Política Española: Pasado y Futuro"
En España un tradicionalista que se definiese temática e intencionadamente como no carlista sería comparable a un irlandés que a finales del siglo XVII se hubiese definido como amante de su patria y católico romano pero "orangista". Esta actitud evidentemente le hubiese permitido la conservación de sus propiedades y cargos; pero es obvio que no hubiese sido conducente para la perseverancia de su nación en la fe católica y en su autenticidad irlandesa.
Un "carlista" que se profesase "no tradicionalista" sería por su parte comparable a un irlandés "jacobita" protestante. Los "jacobitas" protestantes, en ninguno de los países que vendrían a formar el Reino Unido, tuvieron eficacia de ninguna clase.
Hemos querido aludir a estos ejemplos históricos para hacer intuible en lo concreto y singular lo que queremos decir, y sobre lo que convendrá reiteradamente volver: un tradicionalismo español sin carlismo se mueve en el orden de una consideración de la esencia sin la existencia, por afán de huir de lo concreto y singular.
Pertenece así un "tradicionalismo" al orden del saber especulativo-práctico, y no al de la vida política. Pero lo activo y eficiente no es la esencia ni el saber de la esencia sino el ser de las cosas, lo que olvida el racionalismo político. Aunque tal vez, este tradicionalismo de principios y de esencias es precisamente, en el plano concreto y político, no ya un racionalismo, sino una desfiguración y traición enervadora.
"Tradicionalismo" de suyo significa la esencia y contenido del hecho carlista. "Carlismo" menciona la lucha española por la tradición en su concreción histórica y social. Un carlismo no tradicional es, por lo mismo, un hecho sin sentido. Un tradicionalismo español indiferente al carlismo, es un sentido sin hecho. Un sistema de conceptos sin la fuerza y la eficiencia de lo que es.
Francisco Canals Vidal. tomado de "Política Española: Pasado y Futuro"
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