viernes, 22 de octubre de 2010

Quien no puede suceder en la Monarquía Española


En la fotografía, miembros de la Familia Irreal y del Gobierno de Ocupación de España posan junto al cuadro de Antonio Gisbert, que ilustra el fusilamiento de José María de Torrijos y Uriarte y compañeros masones, el día de San Dámaso Papa, año de 1831.

Un documento que no tiene precio y de un simbolismo masónico fuera de toda duda; esta fotografía (de)muestra de quiénes se sienten “herederos” tanto el antirrey Juan Carlos, como el antipríncipe de Asturias Felipe: de la masonería liberal y conspirativa del siglo XIX, la misma que sirvió a los intereses extranjeros anglosajones-protestantes mientras traía toda la porquería liberal a nuestra Patria.
Quien no puede suceder en la Monarquía Española
No puede ser rey legítimo ni tampoco príncipe real legítimo por virtud de la Ley Semisálica, quien ha desobedecido esta ley, así como su padre, abuelo y bisabuelos; el que, como estos antecesores, mantuvo y mantiene una actitud de rebeldía contra la Legitimidad y los Reyes; aquel cuya exclusión, así como la de su rama, han declarado reiteradamente Don Carlos V, Don Carlos VI, Don Carlos VII, Don Jaime III y Don Alfonso Carlos I y preceptúan las viejas leyes de España; no puede suceder quien no ha reconocido a su Rey y quien recoge plenamente la herencia liberal de ineficacia política, antiespañolismo y anticatolicismo, multiplicando y potenciando las innumerables causas de exclusión que en él concurren.

No puede suceder en esta Monarquía el continuador político de los antirreyes liberales que se han erigido durante un siglo en jefes y protectores de todo lo que ha luchado contra los campeones de Dios y de la Patria, del Altar y del Trono. En defensa de los principios de la España eterna, cinco veces ha reproducido el verdadero pueblo español la gesta de 1808, desde 1833 hasta 1936: el Alzamiento sagrado, la santa intransigencia contra todo lo que nos es extraño y hostil; no puede hacerse un cínico escarnio, una iniquidad máxima con los torrentes infinitos de sangre generosa derramada: el sufragio universal de los muertos lo impedirá, no menos que el de los siglos.

No puede, no, ser tradicionalista ni sucesor en esta Monarquía quien desconoce totalmente los principios políticocristianos por su formación intelectual, social y política, que más cabría llamar deformación; quien por el medio en que se mueve, donde se hace un ídolo del sistema más contradictorio, más ineficaz, más estúpido y más antipolítico que han visto las edades; por sus precedentes familiares está detestablemente predispuesto para que se pueda esperar de él no ya un buen gobierno, ni un gobierno discreto, sino un gobierno que no caiga dentro de los lindes de lo catastrófico.

No puede, en suma, ser Rey, y esto ya en el orden de una profilaxis patriótica, el que instauraría –ha instaurado– un sistema cuyos efectos hemos padecido bien los españoles; efectos que forzosamente habrían de reproducirse al repetirse las causas. En los días fernandinos debidos a los maravillosos principios liberales la secesión de la Hispanidad; hecho bastante para desacreditar por siempre una dirección ideológica que tales frutos cosecha. Pero no es esto sólo.

¿Quién fue el autor de la Cuádruple Alianza y de la intervención de tropas extranjeras, antecedentes de las brigadas internacionales rojas, contra los reyes genuinos y el auténtico pueblo español...?

¿Quién el responsable de nuestra abdicación como potencia de primer orden, de nuestro descrédito frente al extranjero, de nuestra pasividad contemporánea del auge que hasta pueblos no europeos lograban...?

¿Quién del inmenso latrocinio de la desamortización, que no llegó a ser ni siquiera un sacrílego remedio de nuestra postración económica...?

¿Quién de nuestro atraso material, que nos colocaba muy por debajo de pequeños países europeos cuando todavía en 1840 España tenía la misma población que Inglaterra...?

¿Quién de nuestra pésima organización ultramarina y nacional, del centralismo tiránico y absorbente, de la muerte de todas nuestras libertades gremiales, municipales, regionales y hasta individuales, a pesar de los fementidos –engañosos– lemas liberales...?

¿Quién de la España sórdida y miserable de fines de siglo, de los Concordatos con la Iglesia en condiciones vergonzosas no ya para un país católico, sino para un país simplemente religioso, de la ley del Candado, de la deshonrosa humillación del 98, de la depresión máxima de nuestra Patria en dos milenios de historia...?

¿Quién del auge de las sociedades secretas antiespañolas, de la eternización de la guerra con unas cuantas cabilas rifeñas, del fracaso de todo intento de regeneración que se esbozaba, de la República, con sus incendios y violaciones; quién de la misma desesperación de las masas acogidas al marxismo y al anarquismo al no recibir más que miserias de aquella falsa Monarquía; quién, en definitiva, de la guerra civil, con sus crímenes y destrucción incalculables...?

Está, pues, excluida toda la rama de Don Francisco de Paula...

***
La exclusión a la sucesión de la Monarquía Española, afecta pues, a toda la rama de Don Francisco de Paula (excluido ya él mismo del Trono por las Cortes de Cádiz por considerarle hijo de Godoy), es decir, la rama liberal, también llamada rama cristina, rama alfonsina o rama juancarlista; en fin, lo hemos dicho ya, queda excluida enteramente la rama de Don Francisco de Paula, conocido como tercer hijo varón de Carlos IV y padre de Francisco de Asís, la de él y la de todos sus sucesores:

a) el antirrey consorte Francisco de Asís María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, marido de la Infanta usurpadora, la antirreina María Isabel Luisa [llamada “Isabel II” por sus secuaces]:

b) el antirrey Alfonso Francisco de Borbón y Borbón [llamado “Alfonso XII” por sus secuaces];

c) el antirrey Alfonso León de Borbón y Habsburgo-Lorena [llamado “Alfonso XIII” por sus secuaces];

d) el pretendiente Juan Carlos de Borbón y Battenberg [llamado “Juan III” por sus secuaces];

e) el antirrey Juan Carlos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias [llamado “Juan Carlos I” por sus secuaces];

f) el antipríncipe de Asturias Felipe Juan de Borbón y Grecia.

FUENTE:
Cuerpo de artículo
: F. Polo, ¿Quién es el Rey? La actual sucesión dinástica en la Monarquía Española. Editorial Católica Española S.A. Sevilla (1968), cap. IX: La Rama de don Francisco de Paula, pp. 88-90.

Fotografía y pie de fotografía: M. Fernández, N. Fernández de Oviedo.

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